Biografía:
Nació en 1954 en la Ciudad de México. A lo largo de su carrera literaria ha publicado más de veinte títulos que abarcan todos los géneros: novela, cuento, poesía, crónica, ensayo, teatro y literatura infantil. Su libro Cómo acercarse a la poesía se emplea en los cursos de educación media superior, y parte de su obra narrativa es leída en universidades de Estados Unidos. Sus textos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, checo y hebreo, y publicados en antologías en varios países. En Alfaguara ha publicado el volumen de cuentos El secreto de la infidelidad (2000) y El instante supremo (2002).
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Ya estás aquí,
arrojado a la espiral que gira.
Nadie te preguntó si querías,
nadie te detendrá
cuando partas.
Las cosas pasan por tus dedos
y se quedan tatuadas al recuerdo.
Las cosas pasan.
Las cosas sólo se recuerdan.
Ya estás aquí,
y no te quedas.
En el vértigo, exhalas
el grito del comienzo,
y en el vértigo expira en un suspiro
tu tiempo.
Es sólo vértigo
y un trozo de recuerdo
bajo el brazo.
Bajo el brazo
un recuerdo
evaporado en sueño.
Bajo el brazo
tu sueño que se aleja,
se va de ti.
Y no te quedas.
No queda
más que levedad,
destello que alguna vez
fue cuerpo.
Cuerpo que anduvo
cerros y laderas
y alguna vez
trepó la enredadera para saltar un muro
y una piedra.
Alguna vez fue sombra tras la puerta.
Sombra perdida
en el correr del día.
Y tú no quedas.
No queda sed
ni hambre
ni materia;
queda el agua y la tierra,
queda rodando el mismo laberinto
y el rubicundo rostro del fruto
que alguna vez trajiste al mundo.
arrojado a la espiral que gira.
Nadie te preguntó si querías,
nadie te detendrá
cuando partas.
Las cosas pasan por tus dedos
y se quedan tatuadas al recuerdo.
Las cosas pasan.
Las cosas sólo se recuerdan.
Ya estás aquí,
y no te quedas.
En el vértigo, exhalas
el grito del comienzo,
y en el vértigo expira en un suspiro
tu tiempo.
Es sólo vértigo
y un trozo de recuerdo
bajo el brazo.
Bajo el brazo
un recuerdo
evaporado en sueño.
Bajo el brazo
tu sueño que se aleja,
se va de ti.
Y no te quedas.
No queda
más que levedad,
destello que alguna vez
fue cuerpo.
Cuerpo que anduvo
cerros y laderas
y alguna vez
trepó la enredadera para saltar un muro
y una piedra.
Alguna vez fue sombra tras la puerta.
Sombra perdida
en el correr del día.
Y tú no quedas.
No queda sed
ni hambre
ni materia;
queda el agua y la tierra,
queda rodando el mismo laberinto
y el rubicundo rostro del fruto
que alguna vez trajiste al mundo.
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