Dificultad es un review, la poesía de Ángeles Dimas en la colección Aire violeta


Dificultad es un review, libro de poemas de Ángeles Dimas pertenece a la colección "Aire violeta". Le agradezco su participación en este proyecto y también sus palabras al final de la entrevista, en la que además de las cosas maravillosas que opina sobre mi persona, comenta que se siente feliz de compartir con los miembros de la colección, un lugar en el universo.

Poesía: conjunción entre lo que quiero hacer y expresar

La poesía es la manera en que he estructurado la conjunción entre lo que quiero hacer y expresar, es la congruencia de mis actos. La poesía es una unidad expresiva que no se limita a la escritura de versos sino al conjunto de conexiones sinápticas que se establecen en el pensamiento de quien escribe, la red de enlaces simples o complejos que entre un concepto y otro, la enunciación de una palabra... La poesía es la utilidad que otorgamos a las imágenes dentro de una memoria colectiva con la que podemos identificarnos si no todos, sí una gran mayoría.

Mi abuelo me prestó su colección literaria a fin de que no estuviera ideando travesuras

Cuando era niña, viví con Julio Dimas Ramírez, catedrático del Instituto Tecnológico de Saltillo, era mi abuelo materno y tenía una gran biblioteca de enciclopedias, clásicos y libros de Historia Universal. Recuerdo que en casa había un pequeño televisor Sharp amarillo que pocas veces se encendía porque a don Julio le interesaba más la narración oral de un juego de béisbol en la radio y la música que solía componer en su imponente órgano. Como no había niños con quienes pudiera yo jugar y, a los 4 años cuesta mucho entretenerse, mi abuelo me prestó su colección literaria a fin de que no estuviera ideando travesuras. En un principio me costó trabajo entender el significado de ese gesto, ya que no sabía leer, pero mi primo Miguel, fue quien me enseñó a hacerlo y desde entonces comencé a cargar libros en mi bolsa, primero a modo de accesorio, luego con el afán de presumir lo que leía y finalmente por el mero gusto de tener dónde meter las narices cuando todos en la casa estaban ocupados. Mis padres, mi abuelo y algunos tíos fueron obsequiándome colecciones de cuentos de hadas, ediciones bellísimas de pasta negra y letras doradas... Posteriormente, mis primas Sadi y Fátima introdujeron títulos en mi cabeza, cosas que a ellas les encargaban leer cada cierto tiempo y terminaron heredándome algunos de sus ejemplares, fue de este modo que inicié mis lecturas y mi colección.

Las puertas del poema se abrieron para mí

Conocí el concepto de poema a los 9 años, es decir, antes de esto, no era consciente de que existiera un género literario con ese nombre. Me operaron de apendicitis aguda y estaba hospitalizada cuando recibí la carta de una de mis primas con un poema transcrito de José Marti, el famosísimo “Cultivo una rosa blanca”. Luego de eso, mi segundo acercamiento al poema fue a través de un novio al que le gustaba declamar, desconozco la razón de ello pero en algún momento mientras platicábamos por chat mencionó que le gustaban los poemas de Jaime Sabines y cuando cumplimos un mes juntos, me entregó una hoja con “Tu cuerpo está a mi lado...” y fue así como poco a poco Sabines y yo fuimos transitando juntos varios momentos de mi vida a partir de los 15 años. Por el mismo periodo de tiempo, Santiago, uno de mis mejores amigos se decía enamorado de mí y yo en un papel un tanto cruel le otorgué ciertas permisiones, entre ellas entregarme una de las cartas más creativas que he recibido y es que contenía varios fragmentos de poemas de Neruda, de Miguel Gaona, de Sabines, entre otros y al mismo tiempo elaboró una especie de collage de hojas de colores, situaciones que quería discutir conmigo y dibujos sobre un folleto de eventos que organizaba el entonces ICOCULT. Contemporáneo al enamoramiento de mi amigo, inició un taller literario con Mercedes Luna en la preparatoria a la que asistíamos y un chico de la escuela me obsequió un poemario de Miguel Gaona —sujeto previamente conocido por la carta en cuestión —y fue de este modo en que las puertas del poema se abrieron para mí. Creo que de no ser porque cada semana debíamos llevar un texto al taller para revisión, jamás me hubiera atrevido a escribir poemas y es que en una de esas —yo escribía sólo narrativa —me dio tanta flojera llevar un cuento que me lancé a escribir un muy mal poema sobre un hombre que obligaba a un niño a pedir limosna en una plaza. Este es el modo en que conocí la poesía.

Ya podía decirme “escritora”

Ver mis textos publicados por primera vez fue una sensación muy emotiva, es decir, ya podía decirme “escritora”. Publicar me dio la pauta para saber que lo que hago no es por mero hobbie sino que forma parte de un trabajo profesional y que más allá de una carrera universitaria, he invertido gran parte de mi tiempo en mis textos. No se trata de escribir por escribir ni de escribir para mí misma sino de crear una extensión sináptica de Ángeles Dimas hacia quien me lee.



Escribir a partir de dos obsesiones

Cada día de creación literaria es distinto, si bien, tengo mis rituales, éstos han sido modificados con base en el texto que pretendo escribir. Empieza el proceso con 2 obsesiones, la primera de ellas es que no puedo levantarme de la cama sin pensar un verso y la segunda es que debe haber una libreta en el buró porque tengo sueños muy extraños y tengo especial interés en recordarlos, de manera que si no escribo el verso que pensé antes de dejar la cama, por lo menos escribo puntos clave de mi sueño recientemente interrumpido.
         Otra de las cosas que hago todo el tiempo es llevar una libreta conmigo para anotar cosas sobre las personas con quienes me cruzo durante el día, anoto sus nombres, cómo lucen, lo que escuchan, lo que comen, sus gestos. Describo situaciones que me atrapan, la forma en que alguien pronuncia una palabra, cuento sílabas, dibujo, guardo entre sus hojas los tickets de compras o boletos de los eventos a los que voy... Después, al regreso a casa, preparo té de manzanilla, laurel o limón, canela o lavanda... leo un poema ajeno, si me gusta, comienzo a escribir, si no me gusta, continúo leyendo hasta encontrar uno que me guste. Reviso la libreta todo el tiempo, generalmente escribo cosas absolutamente desconectadas de los apuntes que hago, pero hay un punto clave en esas anotaciones que vuelven posible la función f(x) del poema con el que trabajo.
         Escribo en el comedor de mi casa o de casa de mi madre o en el suelo de mi habitación en ambos hogares. Anteriormente lo hacía a diario, dedicando 3 horas por día al oficio, pero actualmente le dedico 5 horas a la semana, debido a la enorme carga de trabajo hospitalario y más que eso, a la fatiga que éste genera.

Dificultad es un review

Dificultad es un review, nació llamándose Dificultad/es y es que los primeros 10 poemas que lo conforman, son parte de un trabajo “modular” que realicé en el Seminario de Literatura “Francisco José Amparán” a fin de adquirir mi permanencia en el mismo una vez terminado el módulo de “Introducción a la poesía lírica”. Si bien, había tomado antes diversos talleres de poesía, en esta ocasión me vi forzada primeramente a aprender sobre tradiciones poéticas, luego sobre rima y métrica, figuras retóricas, luego sobre tópicos literarios y todo ello con el fin de desarrollar al final 10 poemas utilizando todo lo aprendido a lo largo del curso. Antes de este reto, mis poemas estaban escritos en el llamado “verso blanco” y no me preocupaba ni era consciente de los recursos que utilizaba, lo más duro de este proceso fue ser consciente de que cada ingrediente en el poema tenía una razón de ser, es decir, aun y cuando las figuras retóricas existan desde siempre como formas de estructurar el pensamiento humano, yo tenía que otorgarles cierta funcionalidad, fonética o visual en mis textos y, luego de trabajar un poco a ciegas durante tanto tiempo, eso no fue fácil. En cuanto a los otros dos poemas, son en cierto modo un híbrido entre lo que buscaba hacer en Dificultad/es, un intento de escribir con métrica y también, en cierto modo ir marcando los acentos. Sé que todos estos conceptos pudieran sonar anticuados, quizás lo sean, pero son parte de un proceso que me faltaba realizar a nivel personal y el título, tiene mucho que ver con los problemas a los que me enfrenté en el proceso de desarrollar cada texto, apoyándome un poco en las anotaciones que realicé previamente en mi libreta y la manera de hilar cada partícula del poema... No estaba tan segura de querer recurrir a mi, llamémosle banco de ideas, pero entonces leía El monstruo ama su laberinto de Charles Simic y esa forma de desarrollar tan envidiablemente bien sus apuntes en cuaderno, me permitió asomarme un poco en la multiplicidad de cosas que en el mío habitaban. No hablo de Simic como una influencia directa porque no lo fue, pero digamos que Simic sólo mencionó el punto clave para que yo tuviera la curiosidad suficiente para explorarme en ese sentido.

Pulsiones creativas

Actualmente mi proyecto poético se resume en escribir poemas sueltos que tengan cierta carga de lenguaje técnico-médico porque una vez terminada la parte teórica de mi carrera como Médico General, fui —como lo he dicho en otras ocasiones —condenada a residir en un hospital durante éste y el próximo año, elegí entonces establecer un enlace entre mi profesión y mis pulsiones creativas. La carga fonética del lenguaje médico me atrae mucho, creo que se trata de palabras muy desapegadas y poco emocionales, sin embargo, me parece que hay cierta intersección que no he podido definir entre la descripción de los detalles en un cuerpo anatómica y fisiológicamente y el desarrollo de la emotividad a través del uso de esta terminología dentro del poema, no obstante, me enfrento al hecho de no encontrar aún la voz que me permita cumplir con este objetivo de forma satisfactoria a nivel personal.


ÁNGELES DIMAS (Saltillo, Coahuila, 2 de octubre de 1991). Médico interno de pregrado, egresada de la Facultad de Medicina Unidad Saltillo de la Universidad Autónoma de Coahuila. Ganadora del Premio de Poesía Joven “Manuel Múzquiz Blanco”. Ha publicado diversos textos en las revistas Luvina, El reporte, Bitácora de vuelos, La Negra Plata, Letrina, RRapala, Monolito, Factum, El humo y Alejandría. Publicó en la 3a Colección de Anzuelos de la SEC. Su obra aparece en las antologías En el cuerpo ajeno (2015), Un siglo de pura sombra: Memoria del Encuentro Nacional de Escritores Jóvenes Jesús Gardea 2015 y en el Tercer Libro de Cuento Económico: Horacio Flores de la Peña (2015). Colaboradora de los proyectos “Antología virtual de poesía contra la violencia”, “Poetas mp3” y “La, literatura femenina visual y escrita” de Tres en Suma Editorial en Madrid, España. Ha formado parte de diversos talleres literarios desde el 2007, actualmente es miembro del Seminario Permanente de Formación Literaria “Francisco José Amparán”.

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