Morir es una mentira grande… es, en buena parte, un Balam Rodrigo inédito: uno que por momentos asoma terriblemente humano, más terrenal que de costumbre
A estas
alturas, no tiene mucho sentido hablar de la destreza poética de Balam Rodrigo;
libros como Silencia, Icarías, Desmemoria del
rey sonámbulo o Braille para sordos han
sido una confirmación del dominio del lenguaje y la variada propuesta que desde Hábito
Lunar ha contenido no una unicidad en el discurso sino una
potencialidad, un afán de ir mucho más allá de lo tratado en el poema.
Morir es
una mentira grande que inventamos los hombres para no vernos a diario (Ediciones
O, 2016) y Sobras Reunidas. Antología de poesías y pensamientos
inútiles (Los bastardos de la uva, 2016) no son otra cosa que un
seguir el camino a pasos agigantados. Dos libros totalmente distintos, escritos
en diferentes épocas, diferentes poéticas y por tanto, diferentes preocupaciones
y lecturas del mundo. Aunque podemos decir que ambos libros sorprenden, y en
eso radica su pequeño parentesco, por guardar distancia con los otros libros
del poeta.
EL LIBRO
QUE ES CHIAPAS
Morir es
una mentira grande… es, en buena parte, un Balam Rodrigo inédito:
uno que por momentos asoma terriblemente humano, más terrenal que de costumbre.
El primer poema del libro, Sabinal, aborda el dolor por la muerte de Jaime
Sabines y la correspondencia con su figura inasible, correspondencia que es, en
realidad, una introspección: “Y estoy feliz porque ha muerto un hombre / que
sufría en la enfermedad, / pero le lloro al hombre que conocí / por sus grandes
poemas”. Fechado en 1999 –y recordemos que Balam Rodrigo publica su primero
libro hasta 2005–, Sabinal es un homenaje como es un arrepentimiento, una
disculpa y finalmente una promesa, un resistir el embate de la muerte a través
de la trascendencia poética: “Y las palabras no se entierran en la tumba, / se
entierran en el alma, en el beso, / en la caricia, en la mujer, / en el corazón
de las horas del día". En los poemas posteriores del volumen, la
admiración se extiende hasta los confines del agua, hasta la admiración de lo
que crece a los alrededores o, más bien, alrededor de aquello que nos vio crecer
sobre la tierra: “Desnudo asisto al parto de tus palabras de agua, / desnudo
asisto al eco de tu voz de lluvia / como el que asiste por primera vez / al
nacimiento del mundo”. Encontramos también un regresar a la infancia, a la
imborrable huella del tiempo, como ocurre en el poema Marimba: “Hoy vengo a ti,
marimba, / para que hagas bailar a los niños que fui, / a los que soy, a los
que he sido”. Los ritmos inteligentes y las imágenes poderosas, que nunca se
duda hallaremos en la obra de Balam Rodrigo, están presentes en estos poemas.
Ríos, amaneceres, visiones al interior del agua, la empatía con el mundo
natural que vemos romperse, marimbas; la presencia de Sabines, Rosario
Castellanos, Armando Duvalier, Roberto López Moreno, Joaquín Vázquez Aguilar,
Juan Bañuelos, Cancino Casahonda; Morir es una mentira grande… es
un rendirse ante el valor de la tierra que lo vio nacer, una visita recurrente
por la selva y el salpicar del río, un reclamo por la bajeza de los daños:
“Chiapas es una niña mutilada / cuyos miembros son talados segundo a segundo /
por un racimo de hijos ciegos / enfermos de poder y de ignorancia”.
CARTOGRAFÍA
DE ANIMALES (POETAS) EXTRAÑOS
En Sobras
Reunidas podemos encontrar por lo menos tres registros, tres variaciones del
discurso: al Balam Rodrigo que conocemos bastante (como el anterior expuesto),
otro que experimenta un poco más con el poema visual y finalmente, por el que
me decantaré en esta ocasión, el Balam irónico y aplastante que se haya al
inicio y al final del libro; hablo, pues, del poeta que hace un pase de lista
y, sirviéndome de la poética del libro, una mentada de madres a la fauna de
poetas no sólo mexicanos sino mundiales. Aquí, Balam Rodrigo no sólo descree de
la musa sino que descree del poeta barbudo que levanta la mano y dice que habla
con Dios, el poeta místico; o el narcopoeta que
“quiere ya mamar y colgarse de las ubres del poder”; o el poeta mundial,
“fanático del turismo literario”, que viaja y viaja por el mundo pero no
escribe poemas, porque el escribir poesía y el ser poeta, a veces, no tienen
relación. Destaco también al poeta alienígena que nos dice
0100101, UFO, asteroide, constelación, aquel que “es síntoma inequívoco de la
enfermiza banalidad de nuestro tiempo”. Si el lector piensa en cierto poeta,
cierto conocido, amigo o enemigo en su defecto, en cierto Círculo… de gentes
mañosas, bueno, de eso se trata probablemente. Hablo también del Balam Rodrigo
que escribe el Vergario, parte final del volumen, ese que como muchos poetas
mexicanos ha sabido poetizar lo que para muchos poetas místicos es
bajeza. Concluyo este comentario con el poema final del libro y a la vez poema
final del Vergario, texto que además es una respuesta a detractores y enemigos
literarios del poeta:
“Manos
les harán falta / para pelarme la verga”.
DANIEL
MEDINA (Mérida, Yucatán, México; 1996). Es autor de las
plaquettes de poesía Mímesis para gusanos (2015) y Casa
de las flores (2016). Poemas suyos figuran en las antologías 8°
Carruaje de Pájaros y Karst. Escritores de la península
yucateca en 2016, así como en diversos medios digitales e impresos como Blanco
Móvil, La Gualdra (suplemento cultural de La Jornada Zacatecas)
y Parteaguas. Recibió el Premio INBA-CEDART de Poesía 100 años de
letras mexicanas (2014), el IV Premio Nacional de Poesía Joven Jorge Lara
(2014) y una Mención Honorífica en el I Premio Internacional Caribe-Isla
Mujeres de Poesía (2015). Es director de Ediciones O. Parte de su trabajo ha
sido traducido al inglés.
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