Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.
Gabriel García Márquez
"Vivo espantado de estar vivo" rezaba el cura Delaura en el Amor y otros demonios[1], transitaba del desazón a la pasión pecadora por Sierva María de todos los Ángeles; y yo me dejaba arrastrar entre hojas amarillas y ese olor a viejo que guarda mi libro universitario de García Márquez. Las noches interminables de café con Rubén y José me dieron fuerza y coraje para tratar de seguir en el mundo y entre sorbo y sorbo de ese líquido aromático Fermina Daza y Florentino Ariza conversaban con un amor tan inmenso que ni los tiempos del cólera pudieron romper.
El Boom latinoamericano ha eclipsado a la
literatura latinoamericana, es por ello que es necesario que se creen nuevas
categorías de investigación que ayuden a comprender que la literatura o la vida
misma va cambiando. La vida sería otra si Márquez no existiera, la realidad
imaginaria no encontraría sustento para crear esos espacios latinoamericanos
que nos identifican y transportan hacia el coraje, desconsuelo, pasión y amor.
Cómo no odiar a una abuela desalmada que robó a su nieta la querencia y
celebrar con el dentista del pueblo el cobro por los muertos a un general que
bajo las insignias ultraja y roba a un pueblo jodido y triste, con ellos espero
a que el coronel reciba una misiva para cuidar a su gallo y alimentar a su
esposa pero sobre todo a su alma.
Josefina Ludmer[2], en diversos trabajos de
investigación nos hace el llamado a contar de otra manera la historia de la
literatura, buscar la resignificación de los espacios latinoamericanos (y del
mundo) desde la espacialidad y el territorio. Esto con el interés de mostrar
que no hay una sola forma de ver el mundo, como sabemos no hay una sola
realidad, sino múltiples realidades.
Las letras están en el librero, las historias en mi
alma y poco a poco se van tatuando en el espacio, en cada aula que visito, en
cada joven que extiende su mano y recibe Historia de mis putas tristes o La
hojarasca; una noche que desencajada creí que el amor no existía esas letras me
hicieron comprender que la amistad, el honor y la palabra valen más que todo el
dinero del mundo.
Si en la academia se piensa que todos los pasados
están presentes y que las fronteras que nos han ido inculcando con el paso del
tiempo se han desvanecido tal vez tengamos más apasionados a la literatura.
Hacer de las letras una pasión sería quizá una luz para los dolores de la memoria,
para desterrar las posturas elitistas y excluyentes. Latinoamérica no es sólo
extensión de tierra, es aquellos que la transitan, que la viven y la sufren, en
un siglo que trae en la espalda dictaduras, colonialismos y ataduras humanas.
Márquez, Llosa, Fuentes, Cortázar y otros clásicos
no tienen que ser desterrados, más bien tenemos que leerlos desde otros ángulos
y observar que aquellos que convivieron con ellos pero que no fueron provistos
de reflectores también tenían miradas de esta geografía. Hoy se habla, dice
Ludmer, de literaturas ambivalentes que nos apoyarán a ver a la literatura no como
espacio de creación sino como espejo de la realidad.
[2] Josefina
Ludmer. Fue una escritora, crítica literaria e investigadora argentina que hace
la propuesta de las Literaturas postautónomas y el repensar la literatura
desde otra perspectiva de la historia.
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