No encuentro ni pies ni cabeza a lo que estamos viviendo. Veamos el escenario: las elecciones. Tal vez escribiré una pregunta muy trillada, pero qué importa: ¿confiarías tus hijos a esas personas? Si tuviera hijos y los dejara al cuidado de ellos, sería lo mismo que dárselos al ladrón, al farsante, incluso, al asesino. Este es el grado de pavor que experimento. Hasta el día de hoy, no he decidido por quién votar porque ninguno llena siquiera la mínima expectativa. Todos están sumidos en su propio ego. Pero vamos o tenemos que votar por uno de ellos. Es decir, deberá caer sobre nosotros, de uno u otro modo, la sentencia. Digo ellos, porque la única mujer se ha retirado.
Hay algo ahí en medio de esa decisión. Dudo que sea una jugada limpia y si algo se orquesta, es porque lleva meses, años, quizá, preparándose como el mejor de los caldos. No sé si en algún momento Margarita Zavala representó a las mujeres. Posiblemente no, pero era quizá, esa posible llave para la puerta de la participación de la mujer en el escenario más alto de la política. Debería haber sido Marichuy en las boletas. Posiblemente ella se hubiese mantenido hasta el final pero no, no quisimos en México una candidata indígena. ¿Cual es la respuesta para esto? No estamos preparados para una mujer candidata a la presidencia de la república; no, para una indígena; no, para una feminista.
¿Por qué solo esas personas pueden aspirar a tal puesto? Porque tienen los recursos, el dinero, la tecnología, una estructura de partido. Como dije, además de no estar preparado para lo antes mencionado, es imposible en México, una candidatura independiente. Gane quien gane, el futuro de México pende de un hilo. Lo que cuesta vivir en México, saquen la cuenta de lo que gastan. Efectivamente no será lo gastaban hace cinco años o diez y hablo de las mismas cosas básicas. Es normal que las cosas, con el paso del tiempo, cuesten más, pero no así, que los salarios se queden pasmados. Tal vez ganamos 300 pesos más, pero el valor de las cosas no se ha elevado por esa cantidad si no por el doble o por el tripe o... Pero los discursos siguen siendo los mismos. Cuando escucho a estas personas hablar, pienso que están como dentro de una telenovela. El México que observan para nada se parece al nuestro. Que alguien les quite la venda de los ojos. Firmemente nos estamos hundiendo en la desesperanza.
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