VÍCTOR HUGO DÍAZ (Chile, 1965). Libros: La comarca de senos caídos, 1987; Doble vida, 1989; Lugares de uso, 2000; No tocar, 2003; Segundas intenciones y Falta, 2007; Antología de baja pureza, 2014; Hechiza, poemas anticipados, 2015. Ha sido becario y en 2004 ganó el Premio Pablo Neruda convocado por su centenario.
El
título del libro Lo puro puesto publicado
por Cuarto Propio y la portada con la
que nos lo presenta Víctor Hugo Díaz, nos transporta de inmediato a una
sensación de estar ante un hecho poético, que se brinda a través de un libro en
que desde el inicio, nos pone a reflexionar sobre la existencia misma de los
seres humanos y el constante ropaje con que cubrimos nuestro yo.
El
poeta chileno, divide su libro en dos partes, que tienen que ver con la escena,
a la primera la titula como “Escena secundaria, Lo puro puesto”; en ella el
lector arriba a pequeños cortes de la realidad, casi cinematográficamente de la
vida común de los hombres en diferentes momentos de su vida, cuestionando,
siempre con el equilibrio fino de las palabras justas, pareciendo esconder
dentro de la cotidianidad las emociones dolorosas de la ausencia, de la
desolación.
En esta primera parte del libro, hace un recorrido por diversos paisajes, que van
desde lo natural, con una playa donde se irguen castillos y se juntan piedras,
recurriendo a esas imágenes lúdicas del juego para arribar a la desolación como
al final del poema “Jugar con piedras”, y cito:
y
castillos de arena antisísmicos
que
al día siguiente nadie recordará
si
alguna vez fueron construidos.
Estampas
en lo que regresa a lo orgánico para combinarlo con los momentos urbanos de la
vida cotidiana nos dice por ejemplo: “Las pisadas de los que huyen / se pueden
escuchar durante la sequía / …historias inconclusas que suceden / entre
Estaciones del Metro”.
Así
nos va llevando de la mano, orgánicamente, enlazando las emociones a mundos en
el que la tecnología nos invade y sin embargo, en medio de las redes sociales
algo sucede, hay un humano sediento, en soledad, buscando las migajas entre las
conversaciones cibernéticas de la red: “Quería conectarla /…frente a frente al
teclado / y la cámara que los une /…o agregar amigos de sus amigos / para visitar
lo que hace / respirar una pequeña dosis de su aire”.
La
distancia, el amor a través de las distancias, la pantalla, una elegía a la
posibilidad de estar cerca a través de las herramientas de comunicación actual
y al mismo tiempo una muestra de la desolación que esto causa, nos causa a los
seres humanos.
Otro
ejemplo sucede en el poema “Se inicia el cierre de puertas” en el que termina
precisamente mostrándonos esa desolación que une irremediablemente este libro: “cada
mañana / persigue al verdadero culpable / del terrible delito de olvidar”.
Después
de darnos la apertura del libro con estos paisajes, nos lleva al mundo sórdido
de inicios del siglo XXI donde la destrucción y la violencia se hacen
presentes, contrastando con la delicadeza y contundencia para nombrar esas
terribles verdades en las que nos encontramos, como son las casas de seguridad,
la policía, la violencia, contrastando estos momentos oscuros con la misma belleza
de la vida.
Imágenes
como: “Ahora parece que todos los pájaros / con un mensaje atado a la pata /
perdieron su dirección para repartirse el botín”, donde el poeta evoca sin
nombrar un huir de malandros, o como en la siguiente donde se anuncia la
catástrofe, las intenciones finales, de otro modo “La colilla de cigarro que
siempre / quiso provocar un incendio / antes de apagarse”.
Lo puro puesto,
es un libro que desarticula el discurso, pues enfrenta de otra manera los temas
de una sociedad en la que cada vez se encuentra más tajante la separación
económica de los seres, sin embargo en lugar de aludir las diferencias
materiales como tal, Víctor Hugo Díaz nos muestra la belleza de lo humano con
lo puro puesto, llegando a momentos filo como en los versos: “…dos hojas
todavía verdes y flexibles / que se vinieron a vivir conmigo... Entramos juntos
por la ventana / ellas aceptaron vivir conmigo”.
La
segunda parte de libro, “Primera escena, Obra en construcción”; nos lleva, sin
alejarse a esa mirada crítica hacia la vida que caracteriza a este poemario, a
la intimidad de ser humano, de sus relaciones afectivas con el mundo con lo que
le rodea.
Es
por ello que los poemas “No hay vacantes”, “Buzón de voz”, “Leer los labios”, “Por orden de llegada”, acercan al lector a través de imágenes al otro lado de
la sociedad, al lado de los invisibles. A los espacios de los que las personas,
en nuestro universo imaginario, no queremos ver, o no nos detenemos a
contemplar; ahí radican las particularidades de los poemas de Víctor Hugo, en
nombrar lo que otros, los que muchos prefieren ni siquiera mirar, el poeta lo
contempla, para muestra unos versos del poema “El lujo de la tristeza”, como
una invitación final, a leer con detenimiento al poeta Víctor Hugo Díaz:
Aún
es temprano, su turno fue de noche
Con
el lujo de otro amanecer, su tristeza
la hace
ver más bella.
Víctor
Hugo Díaz, Lo puro puesto, Ed. Cuarto
Propio, Santiago, Chile, 2018, pp, 76.
ISOLDA DOSAMANTES (Tlaxcala, 1969). Poeta y académica. Entre sus libros destacan: Después del hambre, Argentina, Lágrimas de Circe, 2017), Apuntes de Viaje, México, PRAXIS, 2012; Paisaje sobre la seda, México, Verso destierro, 2008 y Altura Lustral. Sinaloa, UAS, 2000. Su libro Revelaciones de placer obtuvo el Premio Nacional de Poesía Saúl Ibargoyen 2018, convocado por Tintanueva ediciones. Ha sido traducida al inglés por Toshiya Kamey, al portugués por Leo Gonçalvez y al chino. Actualmente es Directora del Centro de Cultura: Galería Casa de la Nube, donde además, imparte su taller de poesía.
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