Bitácora
de vuelos, en alianza con E-Ñ a puesto en circulación el libro Sexo por
placer de Daniel Zetina. El libro está disponible en nuestras diversas plataformas
como Amazon, Ibooks, Gandhi, Porrúa, Casa del libro, más 600 puntos de venta.
Daniel Zetina es escritor mexicano, autor de libros de poesía, cuento,
novela, ensayo y minificción. Ha publicado géneros literarios y periodísticos
en diferentes medios, muchos de los cuales pueden encontrase en internet. Fue
maestro durante 14 años en diferentes estados, de secundaria a posgrado. En
2019, con motivo de sus 40 años de vida y dos décadas de carrera, publica sus
20 libros más representativos. Su columna “Un escritor en problemas” se publica
todos los viernes.
Sexo por placer es el
resultado del experimento de mezclar erotismo y humor en el laboratorio
literario del autor. Las historias aquí contadas se escribieron inicialmente
con base en entrevistas a diferentes personas reales, que contaron diferentes
anécdotas, de las cuales nada quedó como verdadero o cierto, sino que se
transformaron en literatura. Son cuentos breves y minificciones, cuyo como
objetivo es entretener al lector, pero también hacerlo reflexionar acerca de lo
solemne y serio que puede ser el acto del amor. Los personajes son de lo más
cotidianos y las situaciones van de lo simple hasta el absurdo total. Todas las
variables del erotismo son válidas en nuestra sociedad, como la cursilería o
las parafilias, siempre y cuando permitan al ser humano desarrollarse mejor. Sexo por placer busca generar un
diálogo en pro de una sexualidad más placentera y saludable, a la vez que hace
mofa de lo mismo.
Bitácora de
vuelos pidió al autor responder un cuestionario sobre su trabajo creativo y
aquí, les compartimos sus respuestas.
— Redacción Bitácora de vuelos (RBV): ¿Cuál
es el propósito de tu narrativa?
— Daniel Zetina (DZ): Al narrar intento transmitir una
historia interesante, una anécdota breve, algo que sorprenda, que despierte
alguna emoción en el lector. Con el cuento y la minificción, además, pretendo
una literatura de cercanía, inmediata, de fácil acceso. Digamos hacer libros
para gente que no tiene mucho tiempo para leer. Con otras obras, como mis
novelas, pretendo un lector de más aliento.
—BVE: ¿Quién o quiénes te
introdujeron en la lectura? ¿Quién o quiénes guían tus primeras lecturas?
—DZ: En mi casa había enciclopedias, de las que vendían a domicilio. Los
artículos sobre leyendas, deporte e historia marcaron mi vida.
Con mi amigo Pepe, como a los 12 años
leímos La madre de Máximo Gorky, eso
cambió mi visión del mundo. Tiempo después, la casualidad puso en mis manos El lobo estepario, que tuvo el mismo
efecto.
Cuando abrieron la Biblioteca Central
en Cuernavaca fui presuroso y pasé ahí miles de horas leyendo libremente. Por
años elegí mis lecturas de forma arbitraria, por gusto, pero sobre todo con lo
que caía en mis manos. Ya en la universidad, fueron más mis compañeros más que
los maestros, quienes me ayudaron a conocer de libros.
—BVE: ¿Cómo comienza su quehacer narrativo?
—DZ: Fue
una epifanía. Una madrugada desperté y escribí de corrido, en la mesa de la
cocina del cuarto de vecindad donde vivía, el cuento El Toro Pernot. Al otro día no lo recordaba y fue hasta la cena que
lo descubrí en mi cuaderno. A partir de eso, y con la influencia de Borges,
Cortázar, De Quincey, Monterroso y algunos otros, comencé a estudiar las formas
del cuento. Incluso con la ayuda de Vladimir Popp y Lauro Zavala, a quienes
nunca abandono. Primero escribí unos 50 cuentos, hasta que comencé con la
novela y luego pasé a la minificción.
—BVE: ¿Qué impacto tuvo en usted ver sus primeras publicaciones?
—DZ: Fue algo mágico. Lo primero fueron poemas en periódicos y revistas
locales, pero luego publiqué por mi cuenta El
Toro Pernot, del que vendí unos 600 ejemplares. Eso me dio mi primer
contacto con el público, que para mí sigue siendo lo más importante de mi oficio.
—BVE: ¿Cómo es su día de creación literaria? ¿Dónde escribe? ¿Con qué
frecuencia?
—DZ: Escribo con frecuencia desde hace 20 años, a pesar de la cotidianidad,
aprovechando el tiempo. Escribo mejor por las mañanas y puedo hacerlo, si no
tengo distracciones, durante unas ocho horas seguidas o más. Cada semana
escribo algo, sin falta. Por temporadas, paso hasta 60 días escribiendo a
diario o corrigiendo. Escribir es una de las cosas que más disfruto en la vida.
—BVE: ¿Cuál ha sido su proceso para escribir Sexo por placer?
¿Cómo se gestó? ¿Influencias? ¿Retos?
—DZ: Hace
años estaba obsesionado con el erotismo y leía textos de psicología y
sociología al respecto. En alguna cena surgió la idea de escribir un libro con
base en entrevistas, así que platiqué con muchas personas sobre sus
experiencias sexuales divertidas. De eso tomé apuntes y un par de años después tenía
Sexo por placer. La premisa es que
los mexicanos vemos el sexo con bastante solemnidad, incluso dramatismo, y mi
objetivo era abonar en la transformación de esa concepción de la realidad.
Quizás mi única influencia literaria fue Marguerite Duras. El reto es llegar a
la mayor cantidad de lectores posibles y luego recibir sus comentarios, a ver
si mi propuesta produce algún efecto.
—BVE: ¿En qué proyecto/proyectos está trabajando ahora? ¿Retos?
¿Desilusiones? ¿Logros?
—DZ: Escribo dos libros de minificción, uno sobre la violencia en México y
otro acerca de la mutación. El próximo año me enfocaré en una extensa novela,
que podría convertirse en una saga. Además, corrijo un libro de ensayos y estoy
por iniciar mi testimonio como docente durante 15 años. Desilusiones no tengo
ninguna en la vida. Como logros veo mis 21 libros a la venta en la actualidad,
por lo que me enfoco en promoverlos, pero sé que esto aún no termina, así que
sigo escribiendo y conviviendo con los lectores, porque mi más grande reto,
aquel que nació un día cuando era niño, es ayudar con mi trabajo a transformar
este mundo en un lugar mejor para vivir. Fotografía del autor (modificada): Hombres en su tinta
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