
Pétalos de rosa, mejillas de melocotón, es uno de los versos que le da título al libro de Kyra Galván que aquí presentamos. Este solo verso, que es una imagen muy sugerente y musical, encierra referencias directas a los sentidos tanto de la vista, como del olfato, del tacto, y del gusto.
Desde los primeros versos la poeta despierta nuestra curiosidad por saber quién será ese personaje que se adentra en el jardín y que es observado por las rosas. Éstas la ven, a la niña, como un "bicho", como una giganta y por eso le temen. La niña protagonista del poema se pasea entre las rosas con ritmo y aires de un navío y les relata sus aventuras imaginarias en el mar y en la montaña.
Verso a verso la poeta nos ubica en ese espacio de imaginación y fantasía propio de la infancia. Es un ámbito inventado desde sitios tan distintos como pueden ser un rincón, o bien debajo de una mesa, y en la mayoría de las veces, en soledad. Un mundo aparte, íntimo que los niños (y los poetas) son capaces de crear.
Y en ese mundo, la niña de este poema, Jacinta Flores, se siente a gusto y a sus anchas; pierde el miedo y se convierte en una niña valiente. Convierte a las rosas en sus interlocutoras y les trae noticias de países misteriosos donde hay abanicos, caracolas, anémonas y hasta espadas. El mar se hace presente en el jardín a través de sus relatos.
Estamos ante un poema narrativo, compuesto por varias estrofas de versos algunos medidos y otros no, en los que está presente la rima y por supuesto el ritmo. Los pasos de la niña avanzan con la suave cadencia de una canción, y nos lleva de la mano en su recorrido a lo largo del poema.
Si al principio las rosas la miraban como un "bicho", pronto se dejan llevar por su encantamiento, por el poder y la magia que tienen sus palabras:
El
viento les confirma
con palabras contundentes
que la nena es diáfana y nutriente
como un aljibe en el desierto
y sus palabras mágicas
hacen florecer lo inflorecible.
Nos enteramos de que esta niña soñadora
y aventurera es una niña del siglo XXI que lleva leggins ajustados,
que usa audífonos y calza tenis. Y que, como su nombre nos sugiere, tiene algo
de salvaje y de rebeldía:
Esta niña de leggins ajustados
y melena enredada,
no es aliada
de moños y cepillos
ni del gel para peinar.
Ni mucho menos
del agua y del jabón,
porque a ella le gusta
el lodo y el mal olor.
Jacinta Flores se siente triste y sola a ratos, y junto a las rosas, que ahora ya son sus amigas, encuentra consuelo y compañía. De esta manera entre las flores y la niña se crea una complicidad y un tierno vínculo amoroso.
Pétalos de rosa, mejillas de melocotón es un libro que pone al alcance de todos (niños, niñas, adultos) la belleza del lenguaje. Nos introduce en la lectura de la poesía de forma lúdica, con paso ligero pero firme (como las pisadas de Jacinta).
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