OPINIÓN El concepto de creatividad es relativamente reciente | Yaazkal Ruiz


La humanidad no ha llegado al concepto de creatividad por tener ideas. Por mucho que nos remontemos en la aventura del hombre, son exactamente los descubrimientos graduales, gloriosos o ignorados, elogiados o castigados por su audacia, los que han conformado el mundo y han hecho que nuestras sociedades sean como ahora son. Se suelen citar descubrimientos que han cambiado al mundo como la técnica de hacer fuego, la invención de la rueda, de la imprenta, del papel moneda, de la máquina de vapor, o más recientemente, la computadora. Pero, ¿cuántos descubrimientos más humildes, realizados tal vez por personas desconocidas, tienen también la misma categoría?

Ciertas civilizaciones antiguas, como la inca y la griega, contaban ya con procesos y descubrimientos que luego se perdieron y debieron ser reinventados para integrarse en el desarrollo de otra civilización (como el calendario, por ejemplo). Hay que decir que es difícil hallar una sociedad tradicional (o moderna) que este abierta a las nuevas ideas. La gran mayoría de ellas está tan encerrada en sus tradiciones que es todo un riesgo poner en duda lo que se acepta normalmente.

Aunque los conceptos de “idea” e “imaginación” son tan antiguos como el mismo hombre, el de “creatividad” es relativamente reciente. En nuestra sociedad basada en la eficacia no se trata de esperar que las ideas vengan solas, sino de estudiar el mecanismo de su aparición para favorecerlo al máximo. Es un proceso totalmente típico de nuestra sociedad industrial: desarrollar técnicas de creatividad con la idea de pasar de la génesis de ideas de artesanía a la producción en masa. 

Varias corrientes de pensamientos han precedido y preparado el desarrollo de este interés por la creatividad. Entre estas corrientes de pensamientos hay que citar en primer lugar la corriente experimental. Como dice Claude Bernard en sus obras de referencia (Introduction á l’étude de la médicine experiméntale), todo descubrimiento para ser válido debe poder repetirse. 

Un segundo investigador, en las mismas condiciones experimentales que el primero y con las mismas variables en juego debe llegar a un resultado similar. Las mismas causas producen los mismos efectos y hay que suprimir en lo posible la influencia de la subjetividad y personalidad de experimentador sobre los resultados. 

Una segunda corriente de pensamiento se desarrolló casi de forma paralela: es la del psicoanálisis, y de la psicología humanista. Gracias a Freud se descubrió el papel primordial del inconsciente en los comportamientos humanos, así como las reservas de este continente inexplorado. La psicología esparce y transmite estos conceptos hasta llegar al hombre de la calle. 

La creatividad, que nació del cruce de estos dos caminos, intentó reconciliar a los defensores de la razón con los de la imaginación, los partidarios de la lógica y los que no hacían caso de ella, los investigadores y los prácticos. El periodo y la zona en que hizo su aparición no son triviales: nos encontramos en 1940 -50 en los Estados Unidos. Es la época de la guerra. Una época con enormes cambios sociales y la necesidad de descubrimientos urgentes. Hay que crear y adaptase para sobrevivir. Pero estos tiempos problemáticos llevan consigo un relajamiento en la presión de las normas y las costumbres, lo que permite la entrada rápida de comportamientos nuevos.  Este periodo, así como la década siguiente, vive también una aceleración del movimiento social. La sociedad cambia cada vez más aprisa y hay que cambiar con ella. Hay que añadir que los precursores americanos en el campo de la creatividad no se llenaron de teorías como nosotros hubiéramos podido hacerlo. Consideraron el cerebro como una caja negra. 

El sistema funcionaba: las personas, ya fuera individualmente o en grupo, utilizaban su imaginación de una forma más eficaz. Estos precursores no solían ser universitarios técnicos, sino psicólogos preocupados por responder a los problemas de la sociedad o de la empresa. Pusieron en marcha métodos empíricos y eficaces que poco a poco fueron diferenciándose y teorizándose. Estos trabajos tienen en común el preocuparse más sobre “cómo funciona el sistema” a “por qué funciona”.

Nos enteramos en el detalle de estos trabajos, pero conviene conocer como mínimo el nombre de Osborn (que desarrollo ya en 1935 el concepto de “brai-stroming”) y de Gordon (que puso en marcha la “sinéctica” en 1961). El mismo término de “creatividad” fue introducido en el lenguaje científico por Guilford, que los utilizó desde 1950 en una alocución en un coloquio de psicología en los Estados Unidos. Desde ese día Guilford desarrolló los dos principios fundamentales:

1.- todo el mundo tiene capacidad para crear;
2.- la creatividad puede ser desarrollada y convertirse en un tema de aprendizaje.

Fue a partir de los años 60 que estos conceptos llegaron a casi toda Europa: tuvieron un gran éxito pues también aquí la creatividad y el desarrollo de novedades eran necesidades económicas y sociales. Desde el inicio de los años 70, los métodos de creatividad han llegado a todos los estratos del mundo empresarial y la función pública. Imposible contar las obras, coloquios, grupos de formación, seminarios y gabinetes de asesoramiento que basan sus intervenciones en este tema. Por último, los universitarios franceses acabaron basándose también en estos conceptos para darles una nueva validación. Descubrieron que la creatividad no se opone a la lógica o a la razón. No rechaza tampoco el método experimental. Ella “reintegra” a estos modelos la dimensión imaginativa que las hacía falta: Gracias a los métodos de la creatividad, el “descubrimiento” (de la idea, de media, de la hipótesis…) se hacía con más rapidez y eficacia. Todo ello desemboca en nuevas definiciones de la inteligencia: ésta no se define tan sólo como una “aptitud por resolver de forma rápida los problemas lógicos”, sino que integra además una dimensión que Guilford llama “divergencia” y que es, simplemente, la capacidad de producir un gran número y variedad de ideas.

Adaptación 
Fotografía de Pexels

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