Se celebran en las tripas
miles de ejecuciones
-ahorcamientos-
y se acumulan los cadáveres
en ramilletes de camelias rojas
que al poco huelen a amoniaco,
y las madres llenas de hijos de coágulo
acuden a sangrar el sacrificio lunar
con una carga a la espalda
de encogimiento renal
(drenaje doloroso
susceptibilidad excitada)
y de antiinflamatorios sin receta
¡Y qué desgarro de algodón
empapado de cuellos partidos en soga
y de cuerpos pendulantes!
Y no pueden más que llorar
por la concepción truncada,
por ese reloj de podredumbre
que se ríe de su naturaleza.
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