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José Revueltas. Foto tomada de http://mainstream.com.mx/2014/06/11/los-errores-jose-revueltas/ |
1914, fue el año en que comenzó la Primera Guerra Mundial y el mismo que dio a luz a grandes escritores. El editor Héctor Anaya, en entrevista para el periódico Excélsior declaró: “Hace exactamente cien años nacieron los grandes autores que marcaron el siglo XX. Estoy hablando de Marguerite Duras, Dylan Thomas, Octavio Paz, William Burroughs, Julio Cortázar, Nicanor Parra, Oscar Lewis…” Se trata de 76 escritores excepcionales nacidos en ese año. En México fueron cuatro: Octavio Paz, poeta y ensayista (Cd. de México, 1914 - 1998. Premio Nobel de Literatura, 1990); Efraín Huerta, poeta (Silao, Guanajuato, 1914 - Cd.de México,1982); María del Carmen Millán, narradora (Teziutlán, Puebla,1914 - Cd. de México, 1982. Millán, fue la primera mujer que se integró como miembro de número, a la Academia Mexicana de la Lengua) y, José Revueltas (Durango, 1914 - Cd. de México, 1976), motivo de este texto.
José Revueltas, llevaba en el
apellido y en su cumpleaños (20 de noviembre) la rebeldía como destino; fue cubierto
por el polvo resultado del estallido de la Revolución Mexicana y de la Primera Guerra
Mundial. Provenía de una familia de artistas. Recordemos a sus hermanos:
Silvestre, músico; Fermín, pintor estridentista y Rosaura, actriz, bailarina y
escritora. Pareciera que los Revueltas hubieran sido moldeados por una
sensibilidad creadora.
...
La vida y
obra de José Revueltas está muy bien sintetizada en el libro de ensayos de
Carlos Monsiváis: Escribir, por ejemplo.
Allí, el autor le dedica un capítulo titulado: “José Revueltas: Crónica de una
vida militante”. Leyendo esa crónica no quedan dudas sobre los rasgos más
sobresalientes de la personalidad de este duranguense. Por ejemplo, que fue un
comunista e idealista inquebrantable, aunque le decepcionaron Stalin y otros
del Partido Comunista Mexicano, por lo que fue expulsado de éste. También deja
claro, que siempre fue perseguido por el Gobierno y que fue la causa de que, en
cuatro ocasiones, su domicilio particular haya sido la cárcel: La primera, a los 16 años, vivió durante seis meses en la Correccional de
Menores del DF, acusado de rebelión, sedición y motín; dos veces estuvo en las
Islas Marías: una estancia de cuatro meses en 1932 y otra de diez meses, de
mayo del 1934 a febrero de 1935. Y la última aprehensión, cuando fue acusado de
ser el ideólogo del movimiento estudiantil del 68, esta vez permaneció dos años
y medio en, irónicamente, el llamado “Palacio de Lecumberri”, una de las
cárceles más brutales de México, ahora convertida en Archivo General de la
Nación. (Aunque popularmente la falsedad de la palabra “palacio” se cubrió
agregándole el adjetivo negro: “El Palacio Negro de Lecumberri”). Es, en éste
último encarcelamiento cuando escribió El
Apando, novela que fue llevada al cine, en 1975, por Felipe Cazals.
…
El hecho de
que José Revueltas haya sido un novelista,
ensayista, cuentista, pensador, periodista, dramaturgo, comunista, perseguido y preso, es el común denominador
en sus biografías y libros. Pero dos características sobresalen como variables:
el humor revueltiano y su actitud de ateo creyente.
Para ilustrar su sentido del humor
podemos citar dos hechos. Uno es la carta (presentada en Escribir, por ejemplo de Carlos Monsiváis) que el duranguense le envía
al jefe de policía Luis Cueto Ramírez, después de ser liberado de la cárcel. La
cito:
"Muy
Señor Mío:
Sé que se me busca acusándome de subversión. Como están las cosas, mi vida, en
peligro, no vale nada y bien puedo considerarme un sentenciado a muerte. En tal
condición, y como reza la costumbre, tengo derecho a un último favor, que no se
le niega a nadie y ahora lo ejerzo. Señor jefe de la policía: este condenado a
muerte le pide, en uso de las prerrogativas de su inminente desaparición, y con
la certeza de que su deseo será complacido, que vaya usted y muy
respetuosamente chingue a su madre.
Atentamente: José Revueltas"
Es en esa “mentada
de madre” al final de la carta, es donde Revueltas estalla en un juego
humorístico e inevitablemente se piensa en la risa como parte de la ironía de
una vida llena de calamidades. Otro pasaje humorístico sucede en el “Discurso
de José Revueltas en el parque Hundido”. Se trata de la arenga que Revueltas
dirigió a un grupo de perros callejeros y que fue recreada por el poeta Enrique
González Rojo, a propósito del 5º. Aniversario luctuoso de Revueltas. Enseguida,
parte del poema:
“Compañeros
canes:
Aprovecho esta concentración/ para tomar por asalto la palabra/ y decirles mi
desdén, mi resistencia, mi furia/ por la vida de perros/a que se les ha
sometido/ y que ustedes aceptan/ sumisamente/ con una larga, peluda y roñosa/ cobardía
entre las patas/ (animación en el parque)./ Camaradas perros callejeros:/ ¿Van a
continuar luchando unos con otros?/ ¿Van a rodear el hueso/ el pobre hueso
conquistado,/ con la cerca de púas/ del gruñido?/ ¿Y lanzarse a dentelladas/ contra
el que también vive las manos del hambre/ cerrándose en su cuello?/ Ah mis
pinches/ mis bonitos perros:/ ¿qué pasó con la táctica?/ ¿dónde sus olfateos de
dialéctica?/ Cada uno de ustedes ha acabado por ser el ámbito/ en que sólo las
pulgas están organizadas/ autogestivamente…”
González Rojo,
describe el contexto en que se dio este peculiar discurso. Asegura que fue
frente a una jauría que lo escuchaba atenta hasta que se dejaron llevar por un
poderoso instinto sexual, abandonando al orador para perseguir una perra que
iba pasando por ahí.
…
En el siglo pasado no se concebía que un
comunista creyera en la existencia de Dios, sin embargo, Revueltas habla como
un ateo creyente. Él dijo alguna vez: “Dios ha de decir desde las alturas: 'Ese
cabrón no cree en mí; pero soy un hijo de la chingada si no me lo traigo
al cielo”. Aunque esta frase no deja de tener rasgos chuscos, o blasfemos,
según quién la juzgue; sirve para argumentar cómo José Revueltas, en muchos de
sus textos, no parece ser ateo. Aunque está claro que era antirreligioso, y específicamente,
anticatólico. En esta sentencia, que según Monsiváis debería de ser su
epitafio, surge una contradicción. Dios sí existe pero él no cree en Él. Pareciera
que la palabra creer, en este caso, es en el sentido de desconfiar, “existes
pero no confió en ti”, es lo implícito en el enunciado. De acuerdo a esta idea,
Revueltas no sería, estrictamente un ateo, pues el ateo asegura que Dios no
existe; una condición diferente al renegado de Dios, que mantiene una actitud
más parecida al del autor de El Apando.
En su libro de cuentos Dios en la
tierra, especialmente en la narración que le da el título, se puede
percibir la condición de un narrador que confirma la presencia de Dios, pero no
como el hombre cegado por la fe, sino como el que cuestiona porqué Dios es un
ser generador de sufrimiento y de maldad. Allí se habla de un ser supremo que
posee como condición la perversidad. No obstante, no menciona al diablo. Allí
dice: “Hasta un descreído no puede dejar
de pensar en Dios. Porque, ¿quién si no Él? ¿Quién si no una cosa sin forma,
sin principio ni fin, sin medida, puede cerrar las puertas de tal manera? (…)
Toda la locura y la terquedad del mundo en nombre de Dios. Dios de los
ejércitos; Dios de los dientes apretados; Dios fuerte y terrible, hostil, y
sordo…” Esta historia, narra un pasaje de la guerra Cristera (1926-1929), en
la que en el nombre de “¡Viva Cristo Rey”! un joven maestro muere empalado por
el ejército cristero: “Era otra vez Dios,
cuyos brazos apretaban la tierra como dos tenazas de cólera. Dios vivo y
enojado, iracundo, ciego como Él mismo, como no puede ser más que Dios, que
cuando baja tiene un solo ojo en la mitad de la frente, no para ver sino para
arrojar rayos e incendiar, castigar, vencer.” En este párrafo persiste la
idea de: Dios es, pero provoca los males humanos y por lo tanto, el
narrador/autor, se enoja y le reclama.
La literatura de Revueltas va más allá de la ideología política; llega a
una escala más alta, más sublime. Es un escritor que unió de manera
extraordinaria, a través de un pensamiento exuberante, la vida, la ideología y
el arte. En Dios en la tierra,
sorprenden sus pasajes sórdidos, a veces esperpénticos. Conmueve la poesía en
su prosa. Trasmite la tristeza infinita de la pobreza y el dolor de la
existencia. José Revueltas deja ver una mirada intrigada por un mundo hecho de
tierra, agua, viento y sol: los cuatro elementos presentados como el ancestro
común de todo ser vivo.
Angélica López Gándara, autora del libro El peor de los pecados, es colaboradora permanente de la revista Siglo Nuevo, suplemento del periódico El Siglo de Torreón, donde también se ha desempeñado como editorialista. Ha publicado sus textos en las revistas Estepa del Nazas, La Manzana Cultural de Veracruz, Intermezzo, Edukt y Acequias, al igual que en los libros colectivos Enseñanza Superior, Voces del desierto, Sinfonía a dos voces, Cien puertas de Torreón y Coral para Enriqueta Ochoa.
Obtuvo el Premio Estatal de Periodismo Cultural "Armando Fuentes Aguirre", en el 2000 y 2015. Ha participado en diferentes foros literarios y culturales de la región, como presentadora de libros y conferencista, principalmente; de igual forma ha colaborado con las principales instituciones culturales de la Comarca Lagunera.
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