Palabra centelleo
Hay cosas que no puedo decir como decir un relámpago,
pero las llevo dentro.
Su alboroto en mi tórax cava el fin del universo.
I
No recuerdo cuándo
mi cabeza consumió
alfileres de miedo.
Cavo túneles en la
hora que no sucede
mientras anidan
balas de angustia.
Cerca de la cama,
la silla o la escalera,
amanece mi cuerpo
pétreo.
Esto es peor que
matar a mil personas
porque nadie pasa
tanto tiempo en la cárcel.
II
Lo malo es
despertar como residuo,
darse cuenta que
basta un segundo
para volar.
El fruto de la nada
echa raíces.
Un día
miro desde la
azotea al mundo,
pasa una anciana
lenta
y sólo anhelo estar
en sus zapatos.
III
Aquí están las
eminencias del cuerpo y el alma:
Psiquiatras democráticos anestesian la
tristeza,
a los furiosos los amarran
y, aunque el terror ciña gargantas,
procuran antidepresivos en forma masiva.
Aquí cualquiera
muere.
IV
Los electrochoques
son el tiempo para el amor de mi vida. Cuatro sesiones por semana más que
suficientes.
-Buenas noches,
pequeña.
-Buenas noches,
doctor.
Le entrego flores
que recolecto del jardín a lo largo del día y me recuesto. Veo al hombre de
blanco; sus ojos atentos a los míos.
Tiemblo para alcanzar
la calma.
Al regresar, no
tengo que recordar.
V
Ésta es la casa de
los escarabajos blancos donde la razón flirtea con su límite y se enamora. Una
mezcla temprana de anhelos e inercia estruja cualquier naturaleza. El preámbulo
es la condición: cúmulo de encantos.
Con el tiempo los
insectos aletargados y algo confundidos reciclamos expedientes en busca de la
nueva idea. Insistimos en las evidencias que resecan nuestros cuerpos viscosos.
Es un acto de supervivencia escapar para hallarnos, aunque sea dilatando la
impasible soledad. Sin embargo, de tanto volver sobre el mismo goce,
endurecemos por completo. Descubrimos que no hay novedad. Impulsados por este
hilo de cordura y con la determinación de la tierra que debe romperse para ser
montaña, algunos emprenden el vuelo desde el tercer piso por la única ventana
sin protección.
VI
Los ojos
son espacio muerto.
No hay un
sentimiento amoroso en este lugar.
ENNA OSORIO. Licenciada en Humanidades por la Universidad de las Américas, Puebla. Parte de
su trabajo ha sido publicado en diversas revistas literarias como Cantera Verde, La Avispa (Argentina), Ciclo
literario, Albedrío (UNAM), Luvina. Revista Literaria, Anomalia, revista cultural y Avispero, publicación donde pertenece
también al consejo editorial. Ha
participado en las antologías: Poemas
para un poeta que dejó la poesía, bajo el sello editorial de El Financiero;
Desde el fondo de la tierra, poetas jóvenes
de Oaxaca, Editorial Praxis; Antología
de Letras, Jóvenes Creadores 2011/2012, Coedición de Tierra Adentro y CONACULTA;
Cartografìa de la Literatura Oaxaqueña
Actual II, Editorial Almadía; Asamblea
de Cantera, 25 años, Editorial Cantera Verde; Mezcalito City. Registro de poesía en Oaxaca, El Volador Ediciones,
y Formas de ver el mundo, Centro de
las Artes de San Agustín Etla. Becada por el FONCA en el Programa Jóvenes
Creadores 2011-2012.
Ilustración | Jackson Pollock © Ciudad de la pintura
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