Rossy Evelin acarrea letras con sus manos. Para ella el camino es el
tesoro y por eso lo escribe, para hacer de su riqueza memoria: acento de voces.
Escribimos para reencontrarnos y en esa búsqueda somos-siendo como lo dice
ella. Aguacamino es una antología de identificación, de transformación sin pérdida de la identidad.
Interpretar las emociones de la joven poeta, sus imágenes, la metáfora como
homenaje a la vieja tierra que dejó atrás (Veracruz, México) y la nueva donde radica en la actualidad
(Donna, Texas) resulta palpitante. La sombra del inmigrante, tendida, de pie,
escondida, esperanzadora.
Dice Rossy; “Debajo de nosotros / hay una piel color de caña / que busca atarse a nuestra orilla, / que habla la voz de 100 pueblos, / que busca enredarnos /como cuando en lugar de islas / éramos una sola tierra / mecida en alas de águilas, cóndores y quetzales. / Y de inmediato recuerdo la metáfora de la isla que se repite, del cubano Antonio Benítez Rojo que propone un sugestivo horizonte común: “…necesitamos la idea de que pertenecemos a una gran patria, de que no navegamos solos; necesitamos la certidumbre de que individualmente hemos hecho parte de una gran historia y cultura colectivas; necesitamos, en fin, saber más de nosotros mismos, los Pueblos del Mar”; o la prosa de Benedetti: “Cada ser humano es una isla, donde sólo convive con su conciencia y en ocasiones con un lago quieto que le informa sobre qué rasgos asume su rostro de náufrago.”
Rossy se convierte también en camino y logra meternos ahí, en ella y ser ella dentro de su propio reconocimiento, al mismo tiempo nos abraza para no perderse entre otras imágenes, evitando que la memoria le traicione y pierda su identidad entre las sombras, y es cuando nos cuenta: érase que era un idioma, la palabra y muchos rostros; creándose un cuerpo a través del verbo que lo identifica. Lenguaje erigido del poeta:
La palabra,
la unidad mínima
de expresión ardiente,
la base de la experiencia diaria,
los ecos y el barro
que se amoldan a nuestra
apariencia.
La poeta en su búsqueda se
identifica, descubre a los otros: caminantes, distintas voces y lenguas que
forman parte de la unidad:
Las llevo en las manos para que
las personas
huelan su propia esencia de
lumbre,
para protegerme de la oscuridad
sempiterna
y recordar que todos fuimos rayo,
que el estruendo de la vida
empieza en la tierra,
que nacemos con un hueco por
dentro,
que nosotros decidimos con qué llenar ese hueco,
que todos somos fulguritas,
que en cada grano vitrificado
se conjura el impacto de la
transformación.
Llega el momento del nuevo orden.
Curar el dolor que carga siempre la dualidad del inmigrante. Los bosques deben
parar de arder para llorar hojas nuevas de esperanza; la forma de percibir la
nostalgia debe cambiar:
Quería regresar a ti,
somos dos gotas de agua.
Necesitaba ver tu rostro, mi
rostro,
no podía encontrarte.
La corriente de un nuevo río
ahora corre por mis ojos.
La última piedra de
mi torcido camino
es tu recuerdo
brincando sobre tus aguas apacibles.
Siempre serás mi ciudad,
por las raíces que brotan de mi
corazón.
Hoy, mis sueños ya no están escondidos,
soy una gota de agua.
Rossy Evelin es una peregrina con
flores en las manos, que canta mitos e historias para recordarnos que siempre
habrá con quien compartir el pan, el vino, las letras; o cualquier
pretexto para caminar, para ver hasta dónde nos lleva un nuevo río.
Te intrigará cada uno de mis
suspiros;
pero yo te diré “San Antonio, ciudad del río florido
eres mi cómplice, este día escuchaste mi canto,
viste mi piel desplegada como las
ondas de tu cauce,
hoy grité como el halcón,
hoy me recordaste al río que
abandoné hace años
y que ya no me espera”.
El impulso del corazón es
aguacamino: idioma de cavernas púrpuras, marejadas internas, secretos líquidos. La búsqueda entre juegos dialécticos: volver para por fin
permanecer, pero aún se está allá. Entre tanta intensidad, no se sabe todavía quién fue la que volvió;
revelar a la otra y por último descubrir quién puede llegar a ser. Las
letras de Rossy Evelin auguran alas, vuelos de altura y, seguramente tocarán el
cielo.
Busco la palabra,
el eco estridente
que se desenvuelve hasta mi
canción.
Ya he dejado de ser yo
es otra la arena que llevo
conmigo.
Ficha
Evelin Lima, Rossy.
Aguacamino/Waterpath
(Mouthfeel Press, U.S, 2015)
Donají Olmedo. Nació
y radica en México Distrito Federal. Su labor literaria se ha desarrollado
principalmente en el campo del cuento y novela corta, incursionando en varios
géneros literarios incluido el fantástico. Formó parte de los autores en la
antología de cuento Three Messages and a Warning: Contemporary Mexican
Short Stories of the Fantastic (Small Beer, 2012), libro nominado
para: “2013 World Fantasy Awards Ballot”. Es una de las autoras también de Xo
Orpheus: Fifty New Myths (Peguin Books,2013). Sus cuentos se publican
en varias revistas literarias como Bitter Oleander, Gargoyle Magazine y Mcneese
Review.
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