¡Ay, amor! ¡Qué mal me gobernaste! ¿Por qué un sentimiento tan dulce me trae tanto dolor, tanto deseo?
Giacomo Leopardi
El erotismo ha sido causa de
análisis a través de la evolución social e histórica, algunos lo reconocen e
identifican, otros ni siquiera saben que existe o qué significa. Hablar de erotismo vulnera la línea de lo
correcto y lo bien visto, y aunque es una actividad humana, se le ha asignado
un lugar aparte, ha sido resguardado bajo llave de conciencia, en la alcoba o
en la mente, permitiéndonos así, sentirnos puros, libres e inofensivos, sin
carga moral que nulifique nuestros actos.
De manera común
cuando se piensa en erotismo se asocia al sexo o al amor, esto ha llevado a que
se cometan errores y se piense que cuando se realiza el acto sexual hay en él erotismo.
George Bataille[1] mencionaba que la
actividad sexual de los hombres no es necesariamente erótica debido a que el
sexo es una práctica que puede prescindir del erotismo y el erotismo puede
exceptuar al sexo de sus prácticas. Disociar este binomio no es fácil; erotismo
y sexualidad decía Paz[2] son reinos
independientes aunque pertenecen al mismo universo vital, a un espacio que
los une y al mismo tiempo los separa. El sexo no sólo lo llevamos a cabo los
humanos, los animales al igual que nosotros se activan sexualmente para
reproducirse. Sin embargo, nosotros hemos convertido la actividad sexual, en
algunos casos, en una actividad erótica.
El erotismo dice
Octavio Paz en su libro La llama doble
es “…sexualidad transfigurada: metáfora…” La morfología del cuerpo se
encuentra provista de sentidos que le permiten conformar zonas erógenas que se
convertirán en las partes del cuerpo que al ser estimuladas resultan más
excitantes. Por ejemplo, la vista y el tacto están provistos para el erotismo,
a través de ellos se generan los estímulos, pero éstos tienen que fusionarse
con la imaginación y la fantasía. Esto es lo que nos diferencia del ser animal,
ya que éste cubre una necesidad biológica sin reflexión, mientras que el ser
humano reviste su deseo de visiones, de imágenes que brindan placer y
satisfacción.
Hace unos días
fui al cine a ver la cinta Cincuenta
sombras más oscuras[3]. Lo
primero que me sucedió es que me pidieron mi identificación para ver si era
apta para entrar a verla. Por un momento me sentí halagada, ¿mis 44 años
pasaban por menos 18? Me reí, reglas eran reglas. Al interior de la sala todos
adultos y cuando hubo un atisbo de sentido erótico o de acto sexual, una ola de
risas estallaba y chocaba entre los murmullos de qué indecente, está bien bueno, qué asquito… y más. Veía la
película y pensaba que los individuos hemos sido sometidos a normas sociales
que establecen el deber ser y que no es común escuchar a nuestro derredor
acerca de experiencias eróticas, por el contrario, todo se esconde, se mitifica
a lo individual, a lo privado. No pretendo decir que es una necesidad que todos
expongamos nuestras prácticas íntimas, pero sí que es necesario que nuestra
mente se libere y que piense en el sexo y el erotismo como elementos
importantes y para nada vergonzosos.
Ser erótico,
significa ser sensible con nuestra humanidad y con los senderos de emociones
que nos envuelven porque con ello buscamos encontrar placer, el placer que como decía Foucault[4] contrae todo el cuerpo, lo crispa a veces
hasta el sobresalto, haciéndolo pasar por todos los colores... todos los jadeos
posibles y que produce una sobrexcitación general con gritos extraviados.
Si tan sólo pudiéramos naturalizar nuestra sexualidad tendríamos menos delitos
y abusos que remontan al deseo más primitivo del ser humano. De la película
puedo decirles que nada intensa, al contrario de una dosis de buenos libros que
sí nos pueden llevar aún más lejos si de verdad queremos sentir, sentir de a de
veras.
Para leer:
*David Miklos. Dorada. (2014). México: TusQuets.
*Susane Constante. La educación sentimental de la señorita
Sonia. (2013). Argentina: FCE.
*Lola Beccaria. Una mujer desnuda. (2006). Barcelona:
Anagrama
*Marie Darrieussecq. Marranadas. (2007). Barcelona: Anagrama
_________
[1] George
Bataille, antropólogo, escritor y pensador francés. Autor de El erotismo e Historia del ojo.
[2] Octavio
Paz, escritor mexicano. Ganador del premio Nobel de Literatura. Autor de El Laberinto de la Soledad.
[3] Su
título original es Fifty Shades Darker.
Película dramática, romántica y erótica dirigida por James Foley y es secuela
de Cincuenta sombras de Grey.
[4] Michel Foucault fue psicólogo, teórico social y filósofo
francés. Autor de Historia de la Sexualidad,
Vigilar y castigar, La arqueología de las cosas entre algunas de sus obras.
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