BUENAS NOCHES, TEMPESTAD
Orquídea
en un torbellino,
vendaval
que busca el límite del tiempo
con el
impacto de una sacudida
cuyas
secuelas aún no se han comparado,
las
puertas que se abren como un libro,
esta no es
una pausa entre poemas
ni un
silencio entre descargas
para la
flor con capricho por diseño.
Irrumpe en
mis brazos de nueva cuenta,
resquebraja
esta armadura
como la
sangre que irriga mi cerebro,
no
reconozco el sonido
pero es un
compás tan convulso
que
persiste en caer las noches todavía
con un
trozo de impotencia,
si cortas
de tajo mi morbo
me liberas
de este círculo de fuego
y me dejas
a merced
de la cúpula en penumbras.
VEINTICUATRO HOJAS Y SIETE COPAS DE VINO
Sobre la
mesa tenía veinticuatro hojas
y cada una
rebozaba de ti,
en el
cuarto mes crucé el umbral
en busca
de esencia de rocío
y detrás
de la cortina tracé mi celo
dejando de
lado el tablero de ajedrez,
consumé
otro enroque equivocado
mientras
pisoteabas aquel manuscrito
después de
que soplaras con vehemencia
apresurando
el temporal.
En mi mesa
había siete copas de vino
y en una
de ellas estaba diluida tu alma,
bebí de tu
miedo y de tu impaciencia
beso frío
del terciopelo de tus ojos,
hubo un
momento para lo dócil
en la existencia
un
instante para apagar la oscilación.
DESDE ESTA TENUE DIMENSIÓN
Hay
contradicción en un simple gesto
y aún así
asaltas mis ideas,
a riesgo
de poner al frente la razón
tus miedos
están sujetos
con un clip,
ambiente
frágil que pretende escapar,
laberinto
a medias que resiste una idea fija,
como si
acercara mis manos al fuego
para recibir calor
en un
cruce aparente de conceptos
se escapa
un secreto sin previo aviso,
contraseña
débil para abrir atardeceres
breve
dimensión
donde brotan imprecisiones.
EL ADIÓS ES UNA OSCURA CEREMONIA
Nunca me
he propuesto ser puro
aunque
tomaste mi alma y la domesticaste
en un rapto surrealista,
negar como
me ha cambiado
es una miseria un poco extraña,
atrapado
en la línea de sobresaltos
donde se enredan las
ansias.
El adiós
es una oscura ceremonia
cuando me
detengo a las puertas del olvido y de la duda,
esperando aquí abajo
mientras
tejes mi trayecto en el aire.
Acabaré
siendo polvo
después de permanecer en este limbo,
me
disolveré en algún rayo
y abrazaré la flama
mientras
me deslizo por la palabra hacia el vacío:
me rendí a tu voluntad.
He visto
pasar otro día sombrío
por el que brindo al ver partir el
consuelo
junto al optimismo de tus
ojos
para
tachar de mi calendario
todo lo que no pude hacer
hoy
detrás de tu riguroso propósito
y el rumor de tu
ausencia.
GILBERTO ARVIZU MORALES (San Luis de la Paz,
Guanajuato, 1974). Escritor, poeta y gestor cultural, ha participado en
diversos talleres literarios en la ciudad de Querétaro, en cursos de Gestión
Cultural y periodismo Cultural. Ha colaborado en diversos suplementos y
revistas culturales. Obtuvo el 3er. lugar del 7° Concurso de Poesía “María
Luisa Moreno” en Dolores Hidalgo, Guanajuato, con el poemario En los bordes del relámpago en 2015.
Integrante del Seminario de Poesía Efraín Huerta del Fondo para las Letras
Guanajuatenses (2015-2016). Actualmente coordina el Taller de poesía “El pulso
de las cosas” en el Centro Cultural Ludovicense.
Imagen | Gabriel Isak
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