RESEÑA Luz y Saber en Éxodo a las siete estaciones, de Bethoven Medina Sánchez | Ana Delia Álvarez

Bethoven Medina nos lleva al origen mismo del Cosmos y nos trae por universos paralelos a esta otra realidad que aparentemente, solo es un sueño.
Ya mucho se ha dicho sobre la estructura magistral de este libro Éxodo a las siete estaciones. Ser detallistas o descriptivos sería caer en lo rutinario del análisis que otros colegas han realizado de manera justa y con merecedora pluma. A modo de síntesis revelaré que el poemario está construido por siete partes o capítulos, los cuales se titulan: Siete días de la creación del universo, Siete notas musicales, Siete días de la semana, Siete cuerpos del hombre, Siete palabras de Jesucristo, Siete colores del arco iris y Siete ensayos de la realidad; y cada una de esas partes, a su vez contiene siete poemas.
Hasta aquí, la estructura mágica lograda por el poeta Bethoven Medina Sánchez en su Éxodo a las siete estaciones, pero si vamos un poco más allá, correremos el velo del deslumbramiento y nos encontraremos con la esencia misma del Creador, ese que con sus pensamientos profundos y su constante búsqueda del perfeccionamiento intelectual y espiritual, continua eternamente el magno arte de la creación. Es necesario abrir un paréntesis y hablar del rol del número “siete” en nuestro bendito Universo, ya que es una manera sutil identificarnos con lo que en el Tarot llamamos “El Carro de la vida”, arcano que representa el umbral iniciático que permite el acceso a una realidad superior, realidad que Medina logra traspasar, quizá en la búsqueda de sí mismo, o en la capacidad inminente de avanzar por los siete cielos de la evolución espiritual[1].
En esta búsqueda el poeta nos habla de la capacidad de conectarnos con nuestro yo superior, de vivir en la reflexión interior y en la toma de conciencia constante. Bethoven Medina nos lleva al origen mismo del Cosmos y nos trae por universos paralelos a esta otra realidad que aparentemente, solo es un sueño[2]. Hablar de Éxodo a las siete estaciones, es hacer Luz en la frecuencia de la palabra[3].
Es insinuarnos en lo oculto, sabiendo que cada poema nos lleva a ese sitio único, a esa unión entre lo sagrado y lo divino, que a su vez es la copula entre el cielo y la tierra, donde todo, absolutamente todo es atravesado por la esencia misma de la creación.
El poeta, investigador, filósofo, sociólogo y hacedor, Bethoven Medina, ha logrado por medio de sus hebras sagradas, bordar espejos de luz hasta hacerlos destellar en los filamentos del alma:

Ha poblado los silencios, los días, los cuerpos y la realidad.
Ha fertilizado la tierra y la ha hecho brotar.
Se ha desdoblado en la sucesión de tiempos y se ha vuelto cuántico.

Y de pronto, como el mismo escribió, “superó la geografía de la Luz…”[4], y la hizo palpable. Entonces descubrió, que todo es creación de su palabra, qué es él el Dios primero, el gran hacedor[5].
Por todo lo mencionado, es un libro insular con la originalidad de los libros que transmiten grandes mensajes. Sin duda, esta obra irá despertando mayor interés por su contenido y los aciertos poéticos que se ha reconocido en otros países por colegas escritores.
Estamos ante un libro que significa cambio en la poética de nuestra América del Sur, y que a su vez es un espejo del nuevo mensaje a la humanidad, mensaje del Saber y de la Luz[6], que indica el camino correcto del arte en la Nueva Era.



[1] Siete colores del arco iris. Naranja “La piedra se torne suave masa, para construir hombres con servicio devocional”, pág. 90
[2] “Éxodo a las siete estaciones”, Siete cuerpos del hombre. Cuerpo del íntimo. “Estoy de acuerdo profetas: la muerte no existe, es viejo puente que espera nuestros pasos cada amanecer; el corazón como niño corriendo”, pág 67
[3] “Éxodo a las siete estaciones”, “Do quiera la Vida se instala vibrando tambores, pág. 33
[4] “Éxodo a las siete estaciones”, Siete días de la Creación del Universo. Sea hecha la luz y hubo luz. Día primero, pág. 19
[5] “Pienso, hasta que el alma alumbra un árbol, 13 y me ilumino ante la Buena Nueva. ¡Vuelve, aún falta crear, vuelve con tus 7 espíritus de Dios! ahora mismo voy a pensarme centímetro a centímetro”, pág. 25
[6] Siete cuerpos del Hombre. Cuerpo menta. “Abraham, nuestra evolución de luminoso rayo sorprende al véspero, a los árboles y a la masa gris. La felicidad consiste en abandonar egoísmos, e impulsar veleros bajo tempestad; con seguridad mental, asir el alma entre aguas, al entonar salmos e himnos, celebrando el gozo de vivir a plenitud", pág. 64
Siete colores del arco iris. Naranja “La piedra se torne suave masa, para construir hombres con servicio devocional”, pág. 90

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