Tengo
sentimientos encontrados en estas fechas. Por un lado, está la posibilidad de
que las cosas mejores, en el país y en mayor medida, al interior de las
familias. Que haya más dinero, que los hijos correspondan más al empeño de los
padres, que los hermanos, los amigos, los vecinos y un largo etcétera. Y esto
está bien. ¿Quién no quiere vivir bien y ser feliz al mismo tiempo? La mayoría
de nosotros queremos éxito en la vida. Por el otro, es la cantidad de dinero
extra que se gasta porque la navidad se vende.
Los centros comerciales son un caos
y por las cajas, totalmente sobrepasadas, pasan juguetes de precios
estratosféricos, aparatos electrónicos, computadoras, juegos de video… Ahora
los niños, en lugar de un juego recreativo, una bici, una patineta, piden un
celular. Pero claro, no un celular de precio módico si no uno que implique el
doble o tripe o… del salario.
El problema es claro. En las pocas
veces que visité los centros comerciales fui testigo de un par de discusiones. La
tarjeta de crédito no pasó y la esposa se abalanzó sobre el esposo y el esposo
se abalanzó sobre la esposa y no quedó más remedio desocupar la banda de la caja.
Qué dolorosas esta escena frente a los hijos impacientes, llorando, gritando.
¿Por qué sacrificar el juego de uno y no del otro? Y por qué no planear antes cada
uno de los regalos. Una pregunta básica: ¿hay dinero suficiente para comprarlos
sin pasar aprietos? ¿Es necesario pedir prestado cuando los intereses de lo
prestado estarán por los cielos? ¿En verdad mi hijo, mi hija, mi pareja, yo,
necesito esto, eso, aquello? Echar números y planear, dos cosas que deberían
ser el principio de estas fechas navideñas y de año nuevo.
Ahora, ¿por comprar los muchos regalos,
los más caros, los más grandes en comparación con los del primo, del amigo, del
vecino, significa que amamos o queremos más? ¿Significa eso amor?
Definitivamente no. Amor es otra cosa, una entrega de todos los días, compañía,
apoyo, dedicación, saber escuchar, facilitar, etc. Estamos confundidos o
ciegos. La navidad se vende definitivamente. La navidad no es navidad si no hay
carteras y tarjetas vacías; la navidad no es navidad si no hay, luego de la
cruda, luego del desvelo, luego del hartazón, tratamientos para curar las
preocupaciones y los problemas de salud; la navidad no es navidad, sin esa
larga cuesta que es el mes de enero. En fin, cada uno decide si vive estas
fiestas de manera alegre o dolorosa.
YAAZKAL RUIZ. (Oaxaca, 1997). Estudia la carrera de Psicología. Es lectora de tiempo completo. En Bitácora de vuelos se estrenó como escritora. Dice que jamás publicará un libro.
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