A
Enrique Carlos y Fernando Carrera,
por la charla
que antecede al texto
La
poesía mexicana y los seres que rodean el fenómeno viven constantemente la
disputa de si existe o no una crisis en el ámbito literario del país. Los
premios y las becas son el centro de la discusión; también la Maldición de las
60 Cuartillas. La realidad es que los libros premiados que carecen de poemas genéricos son pocos, es decir,
poemas que pueden aparecer en cualquier otro libro del mismo autor o incluso en
obra ajena. Es normal dividir un libro en tres secciones, y dotar a cada
sección con un poema poderoso que de
alguna forma sostenga lo genérico de otros. Los finales aforísticos dispuestos
en dos versos están a la orden del día.
Es indudable que los premios y becas
han modificado –y aumentado– la producción de poemas. Es impensable para los
autores dar una respiración entre libro y libro porque el tiempo es oro. Los
poetas que obtienen premios importantes no son necesariamente grandes poetas,
pero su escritura suele reflejar, en casi todos los casos, un conocimiento poético
verídico, una idea de poema que quizá es eclipsada por los mecanismos de
publicación y validación actual. Planteemos una situación hipotética: uno de
estos poetas publica dos o tres libros cada año y su carrera empezó hace un
lustro. Tiene entonces diez o más libros publicados; de ellos, sólo la cuarta
parte es valiosa. Un lector, entonces, tiene amplias posibilidades de conocer
su trabajo mediante los libros no valiosos –es decir, aquellos libros plagados
de poemas genéricos y temáticas de moda– y decidir jamás volver a este autor.
Escribir es generar significaciones de lo imposible, publicar es querer ser
leído. Pasa entonces que quizá muchos de nuestros poetas no quieren ser leídos:
la publicación de su obra es mera consecuencia de lo premiado.
Por otro lado, hallar libros que con
una extensión menor serían buenos es común. La plaquette no entra en el sistema
actual, por lo que grandes obras de la tradición literaria universal no podrían
ser validadas en esta época ni
concursar en los certámenes de prestigio. Por el contrario, el facilismo de las
construcciones de libros del ahora es indudable. Pensemos en la gran cantidad
de autores que sostienen su carrera literaria en uno o dos libros destacables,
pero su bibliografía consta de más de veinte volúmenes para el olvido. Diríase
entonces que estamos en los tiempos del relleno, en los tiempos del autor-libro
condicionado por su contexto de producción.
Algunos autores escapan, claro, de lo
dicho anteriormente. Muchos otros no. La fatalidad no debe acompañar estas
cuestiones: la crisis dependerá siempre de los puntos de vista, y los poemas
seguirán ahí, intactos. Viendo hacia el futuro, es lógico pensar que, a pesar
de esto, ocurrirá la implacable selección natural que acompaña a la poesía. Al
final quedarán los libros que debían quedar, y todo esto será sólo una página
oscura en los libros de la época.
▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁
Daniel
Medina
(Mérida, Yucatán, México; 1996) es autor de los libros de poemas Una extraña música [Sombrario Ediciones,
2018] y Médium [de próxima edición].
Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Jorge Lara 2014 y el Premio
Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2017. Becario del PECDA Jóvenes Creadores
(2017-2018) y de verano de la Fundación para las Letras Mexicanas (2018).
Dirige Ediciones O.
0 Comentarios
Recordamos a nuestros lectores que todo mensaje de crítica, opinión o cuestionamiento sobre notas publicadas en la revista, debe estar firmado e identificado con su nombre completo, correo electrónico o enlace a redes sociales. NO PERMITIMOS MENSAJES ANÓNIMOS. ¡Queremos saber quién eres! Todos los comentarios se moderan y luego se publican. Gracias.