Ayer murió David Bowie. Las redes sociales están
saturadas con sus canciones y fotografías, así como de las frases que escribió
antes de volver a su nave, eso dicen los románticos que se niegan a admitir que
un cuerpo estelar también puede llenarse de tumores y de repente, apagarse como
la estrella cansada de reflejar una luz que no le corresponde.
Recuerdo
que te gustaba escuchar Space Oddity
mientras te pintabas el cabello de colores en el cuarto de baño, manchando el
lavabo de un melancólico magenta convirtiendo todo el panorama en un cuadro tan
hermoso como terrible. Tus piernas firmes, engarzadas en una desnudez absoluta,
eran los pilares que me mantenían en pie, como si fueras Atlas y yo un mundo
que se caía a pedazos y que sólo podía ser sostenido por ti, por esa espalda
estigmatizada por una serie de lunares que me recordaban a una horda de
hormigas negras que se perdían justo debajo de tu cuello.
La
botella casi vacía de Ballantine adornaba la mesa de centro junto al caballo de
madera que me regalaste, tomé dos antihipertensivos con un vaso de whiskey,
efecto vasodilatador, pienso, mientras observo en el espejo de la sala un
manchón rojo que se extiende desde el iris hasta la conjuntiva de mi ojo
izquierdo; eras mi mejor amiga Jenny.
Busco en
la cocina algo para comer, desde el día de ayer que fui a Subway no he probado
alimento, es como si mi cuerpo necesitara el mínimo de calorías para convertir
en energía y moverse en una suerte de laberinto invisible: la ciudad y sus
tripas.
Encuentro
una caja de macarrones instantáneos con queso, la figura de un ratón adorna el
empaque invitando a probar una mezcla de ingredientes que probablemente
tardarán meses en salir de mi sistema. Vacío el contenido en un sartén que me
regaló mi madre cuando me fui de casa, comienzo a mezclar la pasta, agua y un
sobre de un polvo amarillo que se ofrece como queso. La cuchara girando dentro
del recipiente formaba una serie de mandalas, el ciclo del hastío, volver
contigo de nuevo, nuestro propio Ouróboros.
Tomo una
silla para sentarme en la mesa y observo los macarrones que me acabo de servir,
el ratón de la caja es un timador, ni el más incauto de los ciegos podría satisfacerse.
Pruebo un poco con el tenedor que no quedó completamente limpio después de la
última vez que se usó, percibo una salada pasta dura en mi boca que el agua
tónica ablanda un poco. No sé a ciencia cierta si cabe más tristeza en el
corazón de un hombre o en este plato de sopa Knorr.
Después
de comer enciendo la computadora, lo primero que veo es tu foto como fondo de
pantalla, apareces en un parque que está cerca de tu casa con tu pelo
multicolor y una sonrisa que vale los mil quinientos pesos que le das a tu
dentista mensualmente. Entro a Facebook, me tiemblan las manos, pero decido
desbloquearte, me aparece un punzante mensaje al centro del monitor:
“La
página a la que deseas acceder está restringida para ti”
Me has bloqueado, entro con mi antigua cuenta y
rápidamente aparecen tus actualizaciones. En tu foto de perfil sales abrazando
a alguien, tienes la playera de Misfits que me pediste el día que la lluvia nos
quería arrancar de la tierra como brócolis maduros. Clic, clic, clic, clic.
Fotografías con diálogos de películas que vimos juntos: Me conociste en una
etapa extraña de mi vida/ Creo que este es el principio de una hermosa amistad/
Se está mejor en casa que en ningún sitio/.
Percibí
una lluvia gástrica en el estómago, los minerales de mi cuerpo luchaban entre
sí. Sentí celos de todo, de la persona que estaba contigo en las fotos, de mi
camisa de Misfits, de los libros que te regalé, de tus amigos, de los perros
que te observan en la calle, del médico que te revisa los hematomas que
aparecen en tu cuerpo de la nada, de Brad Pitt en Fight Club.
Mi cabeza
era como un globo que estaba siendo inflado por alguien que se rehusaba a parar
hasta que no estallara.
Proceso vasodilatador.
Bourbon
de Kentuchy + inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (IECA)
Suena el teléfono:
-Hey,
¿sabes que murió Bowie?
-Lo
acabo de escuchar.
-¿Por
qué no tomamos un rato? Hice una playlist, se llama A boy’s life; watch the
skies.
-¿Es
por la película de Gremlins?
-Si,
uno nunca sabe cuándo va a engordar las cifras estadísticas de los hombres que
no alcanzan sus sueños.
- Ok,
te veo en un rato.
Observó un manchón de humedad que se extiende por
la pared del departamento, carcomiendo la estética y dejando grandes burbujas
de aire en la pintura, una de ellas tiene forma de mi perro muerto. Schopenhauer
apuntaba que el domingo representa el aburrimiento y los otros días de la
semana la miseria; no sé qué día es hoy.
RICARDO
OVALLE
(Monterrey, 1985). Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Poemas
suyos aparecen en diversas antologías y revistas literarias. Tiene dos libros
publicados: Instantáneas del fin del
mundo (Editorial Hedonistas Cansados, 2013) y El Hombre Menguante (Anatema, 2016). Actualmente es becario del Programa
de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Nuevo León.
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