HABLEMOS DE LITERATURA... O NO Paren la imprenta, este poema no rima | Arturo Zafra Moreno


Seamos sinceros, la poesía ya no rima. Los que estéis familiarizados con la literatura actual —o en general— sabréis perfectamente que los poetas actuales usan el verso libre sin ningún tipo de pudor. Esto tiene una explicación más que razonable: no hay motivos para ser pudorosos. Uno se puede seguir sorprendiendo ante la reacción de algunos cuando leen un poema en verso libre y dicen —incluso exclaman—: «¡Pero si no rima!». Se te quedan mirando, extrañados, titubeando y con los sesos a punto de estallar, como si acabasen de descubrir que los trenes ya no expulsan humo negro cuando están en marcha.
Mis favoritos, desde un punto de vista algo sádico, son aquellos que leen un poema de Roger Wolfe (máquina) y, haciendo uso de una magnífica vanidad, señalan que «eso no es poesía. Es un texto en prosa dividido en versos». Tras aquellas palabras te puedes hallar en mitad de un debate interno sobre si mandarles a la mierda directamente o mediante un maravilloso soneto con versos endecasílabos, de arte mayor y rima consonante. De esta forma, probablemente, suspirarían aliviados y dirían «¿Ves? Así, sí». Incluso he llegado a leer a algunos que escriben comentarios como «Que no te engañen. Eso no es poesía». Y es que, claro, todos conocemos el majestuoso Tribunal Poético, institución dedicada expresamente a determinar lo que es poesía y lo que no, ¿verdad?
A menudo, estas cosas hacen que me replantee qué cojones está pasando con la educación. Recuerdo que, en el colegio, nuestras primeras incursiones en la poesía corrían de la mano de autores como Antonio Machado, Federico García Lorca y demás poetas inmortales, sin llegar a meternos en profundidad en los contextos históricos ni movimientos literarios. Siempre eran poemas sencillos, que sirvieran para explicar las diferentes figuras retóricas y tipos de métrica y rima, y buenos comienzos que eran. Luego, en la ESO, al menos en mi caso, uno de los trabajos que más nota valía era sobre las Rimas del amigo Gustavo Adolfo Bécquer. Yo tuve que hacer un trabajo de análisis de casi cuarenta de sus poemas. Por aquel entonces no era un ávido lector que digamos, pero ya era perfectamente capaz de notar que, en algunos casos, el poeta sevillano tiraba por dónde le salía de su bendita y gruesa... inspiración, alejándose de la rima y métrica tradicionales. Nadie esputaba ni meaba sangre tras aquello. Todo lo contrario; nos enamoró. Leías uno de sus poemas, mirabas su retrato y tú mismo te decías «Oye, pues yo un peaje le pagaba».
Más adelante tenías que estudiar y leer a la Generación del 27, aunque también estaba por ahí Miguel Hernández, repartiendo cebollas y limones o algo de eso. No recuerdo con profundidad aquel curso, pero aquello debió ser un baño de sangre y heces ante tanta rebeldía poética. Habrían gritos desconsolados, sollozos, peleas a cuchillo e indicios de canibalismo en el aula. Si no, no me lo explico. La gente tuvo que hacer pantalla azul durante esa etapa. Yo leía a Pedro Salinas y me emocionaba, sin pararme a descomponer los versos para determinar si había o no rima, o si todas las sílabas cuadraban. No era necesario.
Entre medias existían otros autores más clásicos, como Lope de Vega y Fray Luis de León. Ya con Quevedo los profesores se veían algo más cohibidos y algún que otro docente atrevido te enseñaba poemas suyos igual que si te mostraran pornografía. Ahora me estoy dando cuenta de que nos volvieron medio idiotas y comienzo a entenderlo todo.
En cierto modo, es un gran hallazgo el hecho de que la emoción que siente una persona ante un poema se base en ABBA. Lo simplifica todo. Algunos de mis antiguos compañeros, al leer mis poemas, reaccionaron igual. No lograba explicármelo. Juraría que nuestros apuntes tenían el mismo contenido, o si no las notas habrían bailado mucho más. Lo que estaba claro es que fuera de las aulas a la mayoría la literatura ni le iba ni le venía. Al menos la poesía era algo ajena a sus vidas.
Por lo visto, tras terminar el instituto e ir alguna carrera —a poder ser de ciencias— consideraban suficiente todo lo impartido, y pensaban que ya lo habían visto y leído todo. Ellos solitos, por sus propios pies, llegaron a la máxima de «si no lo hemos dado en clase es que no valía la pena» que, a su vez, sería un eslogan perfecto para el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal).
Otro de los problemas con los que te puedes topar y, sí, he dicho problema, es que algunos son capaces de asegurar que el rap es la nueva poesía. Este tipo de afirmaciones hacen que me pregunte: si los raperos son los nuevos poetas, ¿qué somos los poetas? Por supuesto que hay raperos verdaderamente buenos, a los que se les puede considerar poetas, buenos poetas, con letras que enganchan y sacan algún que otro sentimiento a relucir. Pero es innegable que hay otros que son malísimos, angustiosos y, casualmente, famosos. Esos que me ayudan a confirmar el lado opuesto de lo anteriormente expresado: no todo lo que rima es poesía. Luego viene el trap. Ya está.
Hace tiempo escribí un poema al respecto de todo esto. Debo admitir que tuve un ataque de creatividad o algo por el estilo a la hora de ponerle título. El poema en cuestión se llama “No rima”. Lo sé, orgasmo. Y dice así:

Pero... si no rima, me dijo.

Joder, claro que no rima,
no debe rimar, no lo necesita,
el poema está bien pulido tal cual.
Manosearlo demasiado podría dejarle marcas
de humanidad y podría corromperlo.
No, no rima, al igual que no rima
tus discusiones con el tipo del seguro
ni tus disculpas hacia tu mujer
porque no has logrado rendir como debes
en la cama.

No joder, no rima, y sí,
es un poema. No he inventado nada.
Conoces a Lorca, todos lo conocen,
y no todos sus poemas riman, y
aunque sepas que Salinas era poeta
pero en tu vida lo has leído,
tampoco rimaba. Ni Borges,
Kerouac, Cummings…

Saca a relucir que te gusta escribir
y prepárate para que te pidan consejo
para rimar algunas palabras, en busca de motes
pegadizos o de frases referentes al sexo.
Puedes escribir todo lo que te plazca;
"anoche vi a una mujer chupándosela a un viejo
en el parking del supermercado"
"conozco a dos tipos que por veinte euros
te dejan manosearles la polla, y por cuarenta
ellos te la manosean a ti"
o, "hay dos tipos de personas: las que lloran
por emoción, y las que lloran por
aburrimiento". Lo que sea. Se fijarán
en que no rima y ya lo descartarán
como poesía. Dirán que escribir
en verso libre es sencillo,
cualquiera puede hacerlo,
y no lo niego.

El que tenga pintura puede pintar,
el que tenga piernas que baile,
el que sepa leer y escribir, pues que escriba,
y, por favor, el que tenga cabeza
que piense antes de hablar.

Gracias a este poema —a mí me gusta considerarlo un poema, e igual tú no estás de acuerdo. Tal vez deberíamos recurrir al Tribunal Poético y salir de dudas. Vete tú a saber, creo que logro expresar mejor lo que quiero decir. De hecho, este poema es mi mejor explicación al respecto. Lo otro, todo lo anterior, no ha sido nada más que un pretexto para despotricar sobre las personas a las que odio. Y sí, he dicho odio. Odiar es bueno, y no siempre debo recurrir a la rima para que te llegue mi rabia. ¿Ves a dónde quiero llegar a parar?

Artículo ya publicado en NoCreasNada

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ARTURO ZAFRA MORENO (1996, Caravaca de la Cruz, Murcia). Finalista en I Antología Internacional de Poesía Contemporánea de Estudios Universitarios, finalista en I Premio Internacional de Poesía Experimental Barco Ebrio, finalista en el II Concurso de Poesía ¿Versamos?, seleccionado en Por Amor a la Poesía, y seleccionado para aparecer en la antología poética V.E.R.S.O.S, promovida por el concurso +Poesía de Ediciones DeLetras. Ha colaborado con varias revistas y sitios web: LetraliaAlmiar, la antología universal de poesía Arte Poética: Rostros y VersosResonanciasPoesi.asEspacio LukeLa poesía alcanzaEl HumoLengua SueltaPoesía CuatroBitácora de vuelosLetras Salvajes y artículos en Opulix. Autor de los poemarios Réquiem del licor (2015), Viento embriagado (2015), y Delirios y ataduras con el nudo mal hecho (En Huida, 2018).

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