La vida de
un amigo, es la nuestra, como la verdadera vida de cada uno es
la de todos.
George Sand
Con cariño
para ti y para ti.
En los
primeros días de enero cumplo años, en 2020 ha tocado 47, buena edad y muchas
ideas y planes por delante; pienso que pensar siempre en nuestro tiempo de vida
nos permite tener una caja de recuerdos, variados recuerdos que van oscilando
entre la alegría y la tristeza, la esperanza o la desazón; y eso creo es lo
importante: Vivir siempre será un acto de rebeldía en estos tiempos y en los
otros que nos han antecedido, porque sí, todos los tiempos han tenido esos
conflictos que nos tienen al borde del nerviosismo.
¿Qué viene a ser esta vida, sino un breve
camino para la muerte? decía Lope
de Vega[1]
un camino que quizá no queremos contemplar y menos cuando se es joven, pero
cuánto hay en los adultos que dejamos de disfrutar al paso de los años por
mezquindades, poses y esas cosas que dicen “debemos hacer los adultos”, lo
pienso y creo que son tantas que nada nos cimbra hasta que en algún momento
alguien a quien amamos puede morir, entonces sí, todo se coloca en vilo y
empieza la maquinita del recuerdo o la caja de la memoria a pensar qué hice o
qué hecho.
Que la vida
iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Alguien me dijo: “Me falta tanto por leer, tengo tantos lugares
por conocer y ya tengo un tiempo de vida determinado”. Confieso que mi garganta
se contuvo, traté como adulta de decirle que las cosas nunca están del todo
dichas y creo que le hablé de Gaby Brimmer[2] tomándola del brazo, sí,
es una joven que habla tantísimo, que devora libros y que hace preguntas que de
repente me provocan risa e inquietan. Esa noche entendí que en realidad son las
relaciones con las personas lo que permite que la vida tenga sentido.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Creo que no hay vida feliz, creemos o intentamos decir que tenemos
una vida plena, pero considero que podríamos decir que experimentamos momentos
de desdicha y esos nos hacen apreciar los pequeños instantes de felicidad, ser
conscientes, gozosos de lo que vamos haciendo, caminando, leyendo o hablando. Cada
vez que estoy en el aula hablando de literatura me siento tan plena, tan ebria (sin
alcohol) tan eufórica que cuando recuerdo mis tristezas estas aminoran o más
bien se alivian un poco aunque mis ojos se llenen de agua por esperar paciente
su regreso (como dice la canción[3])
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.[4]
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.[4]
La esperanza
y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin
temor, asentía François de La Rochefoucauld[5]. La muerte no me da miedo,
creo que es esa inevitable cita a la que todos hemos sido convidados, pero hay
una terrible sensación de saber que aquél al que amo le pueda suceder y que a
ella con la que converso, con la que comparto la mirada clásica de aquel Olimpo
le ocurra. Sí, no quisiera que los jóvenes tuvieran que padecer la muerte
porque están en esa etapa de cosecha, recogen las miradas y las experiencias
que nos hacen pensar ahora en la adultez o en la vejez que somos afortunados.
Yo lo he sentido… ¿y ustedes?
Recomendamos:
Tim Burton. La melancólica muerte de Chico Ostra
(2018). Anagrama.
Piedad
Bonnet. Lo que no tiene nombre.
(2013). Alfaguara.
Mario
Benedetti. La tregua. (2000). Alfaguara.
Mathias
Malzieu. La mecánica del corazón.
(2007). DeBolsillo
____________
[1] Lope de Vega Carpio, al cual considero que es uno de los escritores más importantes de la Historia de la Literatura Española.
[2]
Gaby Brimmer estuvo consciente de sus limitaciones físicas, por ello sabía que
con sus pensamientos podía hacer muchas cosas, escribió a través de un aparato
y a través de sus cuentos y poesías
podía hablar y comunicarse, además amó e hizo cosas inimaginables.
[3]
Me gusta su sonrisa. Armando Rosas
[4]
Poema “No volveré a ser joven”, de Jaime Gil de Biedma, lo pueden encontrar en
su poemario Poemas Póstumos.
Foto de Nina Uhlíková en Pexels
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