Carmen Alemany Bay y Beatriz Aracil Varón dirigen en la Universidad de Alicante el proyecto CORPYCEM «Construcción / reconstrucción del mundo precolombino y colonial en laescritura de mujeres en México (siglos XIX-XXI)». En este sentido venimos trabajando un tema que este semestre me permitió conocer Nancy Hernández García desde las generaciones más jóvenes gracias al Segundo Concurso de Poesía Letras de Volcán.
La primera edición tuvo lugar el pasado año y fue organizada de igual modo por la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción Amecameca, aunque no mencione en la revista Universitaria de la Universidad Autónoma del Estado de México. El objetivo es retomar la tradición de la escritura sacra, bucólica y pastoril desde una perspectiva moderna a través de los volcanes, dice en esta segunda convocatoria, «que tenga como temática principal el paisaje natural, virreinal o contemporáneo de la zona volcanes, personajes históricos, tradiciones locales, religiosidad o protesta social».
El concurso surge como continuación del concurso que en el siglo XVII hacían los dominicos en el convento de la Asunción. El convento tuvo una rica tradición literaria, hoy desaparecida y difícil de rastrear.
Agradezco a la mencionada Maestra Hernández García el contacto con quien tuvo la iniciativa, Antonio Becerra, especialista en literatura mística y parte del Consejo Cultural de la Parroquia y Antiguo Convento Dominico de la Asunción (PACDA), cuyo director es el padre Esteban, Amecameca, México: «El concurso surge como continuación del concurso que en el siglo XVII hacían los dominicos en el convento de la Asunción. El convento tuvo una rica tradición literaria, hoy desaparecida y difícil de rastrear. Se hicieron loas, villancicos, teatro, y que no se diga de la producción pictórica y retablística. Juana Inés ganó uno de esos concursos cuando tenía como 8 años y vivía en la Hacienda Panohaya de Amecameca. Hasta hoy su loa sigue al parecer desaparecida». Es más: «Esta tradición colonial tiene también su andamiaje prehispánico. Se dice que en la zona Chalco-Amaquemecan era donde moraban los tlacuilos, creadores de códices y pintura mural. De esta etapa sobreviven los cantos de las mujeres de Chalco, de la colonia los escritos de Chimalpahin y los de Joseph Pérez». Seguidamente: «En el novocentismo destaca Méndez de Cuenca y algunas crónicas de Altamirano sobre la zona. Rulfo tuvo una casa en Ozumba, poblado vecino de Amecameca. Y aquí tuvo una casa Murillo, el pintor y paisajista. El concurso se llama "Letras de Volcan" por su cercanía con el coloso, pero también como alusión a la poética geográfica "Ojo de volcan" de la poeta Xadira Ramírez, oriunda de Nepantla». Al fin y al cabo: «La apuesta actual del concurso es retomar la tradición centenaria de escritura popular, pero también es una apuesta al arte como desarrollo e integración comunitaria».
Entre quienes participaron, en la línea del
proyecto CORPYCEM, destaca la perspectiva ecocrítica de la poeta Miriam Belén
López Sánchez (Amecameca), Primer lugar en la pasada edición con la décima
(cuya segunda parte está formada por rima asonante) «El lugar donde la vida
perdura».
En
esta edición las poetas se fijan en los volcanes para definir la existencia en
el entorno natural. A través de la historia que se ha sucedido en tales
majestuosos enclaves, con nombres que mantienen a personajes como Cortés en su
«Paso», entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, en el municipio
mexiquense de Amecameca. En primera persona, por lo general, se describe lo
ocurrido al tiempo que se narra y conjetura lo que pudo ocurrir para
reivindicar asimismo el presente, el conocimiento y la cultura en ocasiones
velada.
Son
habituales los poemas breves sin rima, tan frecuentes en la poesía mexicana
contemporánea. No obstante, se sigue cultivando una rima que no resulta
estridente, con un sabio manejo de figuras retóricas instaladas en el español
tras los Siglos de Oro. En menor medida, diversos poetas se valen de la prosa
y, en ocasiones, lo cual cada vez resulta más frecuente, articulan la voz a
través de un sujeto femenino, especialmente en la piel de monjas novohispanas.
Haciendo
uso de preguntas, en plural, las poetas reconsideran las creencias y el uso que
se la ha dado o impuesto a la religión; así como focalizan el hilo conductor
del texto lírico-narrativo en especies como el cenzontle y en la metáfora que
supone tanto su color como su canto.
Sin duda el mundo precolombino y colonial se reconfigura en las escritoras desde el siglo XIX. Con la Independencia y la Revolución se afianza el sentido de patria, se desarrolla la construcción identitaria del sujeto poético en escritoras que van de Rosario Castellanos, Aurora Reyes o Alaíde Foppa a Kyra Galván, Maricela Guerrero o Rosa Maqueda.
Es cierto que los motivos precolombinos tienen más peso que los coloniales, al menos de manera explícita. Los primeros aparecen en la cosmovisión indígena y en la atención que en los últimos años reciben las lenguas originarias. Ahora bien, ya lo sabemos, tema y forma van de la mano. Si en los poemas de Margarita Paz Paredes advertimos símbolos que explican su contemporaneidad desde el pasado prehispánico, el barroco (monopolizado todavía por sor Juana) se deja ver en la retórica con la que, por ejemplo, Adriana Tafoya despliega la mitología desde la complejidad y el fondo del poema erótico.
Esa tradición estudiada en los poetas Rubén Bonifaz Nuño o José Emilio Pacheco, por citar a algunos, está presente de manera sugerente y variada en las subjetividades emergentes que el certamen Letras de Volcán y sus participantes demuestran: temas que forman parte del proyecto CORPYCEM, presentado el 25 de febrero en el CeMaB.
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