RESEÑA Borges, Papini, Arreola. Algunos intertextos || Noé Vázquez

Los cuentos que forman el volumen El espejo que huye de Giovanni Papini para la colección La biblioteca de Babel organizada por el editor Franco Maria Ricci, consta de algunos cuentos muy representativos de las obsesiones del autor. Se trata de relatos de índole filosófica en donde abundan temas como la multiplicidad de yo, la existencia del otro o el doble de una persona, temas que combina a seducción de la muerte, el cansancio existencial, la necesidad del suicidio, la idea de que nuestras vidas representan el sueño de otra persona, la irrealidad de la existencia. Son tramas que plantean situaciones imaginarias en donde los individuos en los límites de lo irreal y el absurdo, sin embargo, cada historia posee un tema, defiende una tesis y una preocupación metafísica. Papini —el olvidado Papini— tuvo cierta influencia en Borges, quien lo leyó de niño bajo el nombre de Gian Falco, nombre que Papini adoptó en su juventud cuando escribía en la revista Leonardo, publicación que fundó junto con Giuseppe Prezzolini. Ésta época es caracterizada por el auge del pragmatismo como movimiento filosófico. Afirma Borges que leyó a Papini solo para olvidarlo después, sin embargo, estos cuentos parecen haber sido elaborados en obras borgianas posteriores como «El otro», cuento que parece reelaborar la ficción «Dos imágenes en un estanque», de Papini.

En el cuento de Papini, uno de los personajes observa su reflejo en un estanque, un reflejo acompañado de un trasunto de sí mismo, su versión más joven e ingenua. Este tema se repite en cuento de Borges arriba citado: un Borges joven se reúne con un Borges viejo y ambos refieren sus preocupaciones, sus historias, sus circunstancias. Pero no es el único cuento en donde Papini habla del tema del doble o del otro. En «Historia completamente absurda», un hombre recibe la visita inesperada de un narrador que refiera su propia vida como si realmente lo hubiera conocido, aporta detalles que solo él conoce, como si el visitante fuera su doble convertido en narración o en relato de una vida. Otro de los temas de Papini que pudo haber influido a Borges se encuentra en el cuento «La última visita del caballero enfermo», que trata sobre un hombre que percibe irreal, como la expresión de la voluntad de alguien más. Esta historia tiene cierta resonancia en el cuento de Borges «Las ruinas circulares». Tanto el cuento de Borges como el de Papini sugieren la posibilidad de que una existencia represente la proyección externa de sueño de alguien más. Los personajes son soñados por alguien más y ese sueño les confiere su realidad. El personaje de Papini menciona: «Soy —y lo diré aunque quizá no quiera creerme—nada más que la figura de un sueño». En el cuento de Borges, un hombre soñador crea la imagen de un joven pero también se da cuenta de que él también es soñado por alguien más».

Aterrizar en Papini habiendo leído a Borges supone darnos cuentas de que Borges fue una cámara de ecos donde resonaban esos temas filosóficos ya planteados por el italiano. Tanto Borges, como Papini reflejan en sus historias su preocupación por la identidad y nuestro lugar en el mundo. Cuando Borges participó en la edición de la colección La biblioteca de Babel confesó que «…al leer aquellas páginas tan remotas, descubro en ellas, agradecido y atónito, fábulas que he creído inventary que he reelaborado a mi modo en otros puntos del espacio y del tiempo». Hasta aquí la confesión de un influjo, de un intertexto. No sé si podamos hablar de un plagio pero sí de una reinterpretación de un tema ya existente. Después de todo, los temas de los tramas de Shakespeare tampoco eran originales del dramaturgo inglés, se trataba de reelaboraciones. Aceptemos que Papini como escritor de ficción se adelantó a otros escritores del siglo vigésimo, uno de ellos fue Arreola, quien asimiló la influencia de Papini y este italiano aparece en sus cuentos como un invitado oculto que solo con mucha atención podemos descubrir. Arreola confiesa: «He llegado a coincidir textualmente, por dicha y desdicha, con Kafka, Papini, Duhamel y Max Scheler, por ejemplo. Antes de acusarme de vanidoso, oigan mi defensa: fueron otros, otros más o menos grandes quienes me prepararon en el trance de pensar acerca de algo».

Cuando leemos «El guardagujas» de Arreola notamos cierto paralelismo con «El espejo que huye» de Papini. Ambos escenarios son una estación ferroviaria, hay dos interlocutores que refieren su visión particular sobre temas como el futuro, el devenir del ser humano, la imagen del presente, nuestra idea sobre la felicidad, nuestros conflictos frente al progreso de la ciencia y la tecnología, el absurdo de la existencia, el valor que le otorgamos a nuestra vida frente a la muerte. Esos diálogos tienen un efecto desintegrador sobre cualquier certeza que lleven los personajes o el mismo lector. Diálogos que se debaten entre lo literal y lo simbólico que da pie a múltiples interpretaciones. Ambos textos son ricos en sugerencias, en un lenguaje que puede originar muchas lecturas.


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