CULTURA VISUAL La cámara y el oficio de Rubén Pax | Juan Carlos Castellanos C.


[Dice el veterano artista Rubén Pax que antes, luego de que el fotógrafo pensara o sintiera en qué momento apretara el obturador, se tomaba una sola e irrepetible foto, hoy se escoge una de una ráfaga de medio centenar…]

México, 8 Ago (Notimex).- Rubén Cárdenas Pax (León, Guanajuato, 11 de agosto de 1943), fotógrafo con seis décadas de experiencia, sostiene: “Antaño, una cámara con 36 exposiciones obligaba a pensar, a sentir y a oler la imagen para capturarla, y se capturaba; hoy, de una ráfaga de 50 disparos el fotógrafo escoge una foto, como en un celuloide”.
      Tras reconocer que en México existen muy buenos fotógrafos y que el país es famoso en el mundo como un importante productor de imágenes, Rubén Pax (Paz, por su madre) señala a Notimex que sus compañeros, que ahora utilizan las cámaras digitales, están aún en un proceso de aprendizaje donde deben aprovechar las herramientas de la tecnología.



En este aspecto, la modernidad provoca cambios. La fotografía análoga obliga a tener despiertos los sentidos, a diferencia de la cuestión digital donde éstos “se adormecen” pues no son utilizados. Y ejemplifica:
      ―La sensación de estar en un cuarto oscuro, la temperatura que ahí se tiene, el claroscuro y los olores de los químicos son algo que los jóvenes de hoy desconocen.
      Dice Rubén Pax que cuando se tiene en las manos una cámara con un rollo para 36 fotografías “uno piensa lo que va a hacer; en cambio, cuando se tiene una cámara digital se puede dejar el dedo uno, dos, tres segundos y las fotografías serán tomadas como en película… pero no se pueden escoger como foto-fija, sino ahora parecen cortadas de un celuloide”, señala.
      Rubén Pax explica que muchos de sus compañeros “tiran” mucho, 30, 40, 50 o más fotografías por minuto, de acuerdo con el tipo de cámara y la memoria que ésta tenga:
      ―A mi modo de pensar, no ven la imagen. Por eso, al observar luego las tomas, escogen una o dos aunque carezcan de “sentimiento”. A la foto hay que entregarse.
      Desde su perspectiva, la fotografía ha evolucionado a pasos agigantados a partir del nacimiento del propio género hace más de siglo y medio:
      ―Actualmente tiene un camino abierto. Seguramente en poco tiempo se convertirá en algo muy distinto a lo que hoy conocemos como digital, y habrá otras tecnologías que puedan proporcionar imágenes en una visión que no sé cuál será.

Sólo 5 por ciento

Amante de retratar la vida cotidiana, Rubén Pax pareciera hacernos ver que no observamos en su momento. Posee miles de imágenes en colecciones inmensas de registros de fiestas y celebraciones populares, festivas y religiosas, producto de innumerables viajes a comunidades del país donde la tradición ancestral aún pervive:
      ―Nunca se me ha escapado una imagen ―dice―. Todas las que yo he pensado, todas las que he querido y sentido, las he captado. A veces los fotógrafos dicen: “Se me fue la foto”, pero es una errada expresión porque la foto es la que cada quien toma. Lo cierto, es que lamento no haber tomado fotos de personas que me interesaban, como Juan Rulfo o Elena Garro.
      Rubén Pax pasa hoy, justo en sus siete décadas y media de vida, por una buena etapa creativa: el reencuentro con sus archivos. Desea mostrar negativos que ahí están guardados. Quiere revelar fotografías hasta hoy inéditas, “porque entre lo publicado y expuesto se conoce sólo alrededor del 5 por ciento de mi obra”, estima el fotógrafo.
      Pero eso, dice, supone una tarea difícil. Contar los negativos y las fotos impresas, crear un archivo en el que estén clasificadas y sistematizadas, y, más aún, digitalizadas, exige mucho tiempo, dinero, espacio adecuado y personal encargado, porque aunque él tiene todo bajo control debe estar una persona al frente del proceso de resguardo y de conservación.
      ―Son miles y miles y miles de fotografías… en varias técnicas, como diapositivas en 35 milímetros y de 120, rollos de blanco y negro de 120, placas de 4x5 y lo más reciente en fotografía digital. El acervo nació desde que hago uso de la cámara. En 1959 inicié con una Brownie Flash IV y desde entonces guardo los negativos. Por eso la tarea es grande.
      Tarea que ahora toca a las instituciones de cultura y educación de la Ciudad de México, dice Rubén Pax. La pregunta no es qué se va a hacer con ese archivo, sino cómo se puede ayudar al autor para que obtenga una beca dedicada al rescate, conservación, digitalización y promoción de su obra fotográfica del México de 60 años a la fecha.

Documentación y testimonio

Mientras tanto, presenta su exposición Rubén Pax / La cámara y el oficio en el Museo Archivo de la Fotografía (República de Guatemala 34, Centro Histórico de la Ciudad de México), donde permanecerá hasta el 15 de septiembre:
      ―Expongo algo ya visto en otras muestras, imágenes nuevas y otras sobre el cultivo de ostión en Nayarit. Son 120 fotografías colgadas y 300 de 10x15 centímetros exhibidas en el piso…
      Rubén Pax echa la mirada hacia atrás para recordar que cuando descubrió que mediante las exposiciones es como puede dar a conocer al público su trabajo, tuvo una pausada reflexión:
      ―Comencé a entender que eso que al principio yo hacía para mí, en realidad era para todos. Para que la ciudad, el país y el mundo conocieran gente, lugares y situaciones.
      Antes, con su Brownie Flash IV formato 120, dio la bienvenida a 1960, acontecimiento del cual tomó fotos. La intención original era hacer fotografías a la familia, documentar las fiestas y sus paseos. Ese fue su primer acercamiento a la fotografía, y ya como estudiante de la carrera de dibujo publicitario descubre su vocación fotográfica.
      El término “artista” no le gusta a Rubén Pax, al menos no para que se aplique a lo que él hace con sus cámaras:
      ―Nunca pensé en hacer arte con mi trabajo, pues en la fotografía el arte viene por añadidura; es decir, una buena imagen, que llega a convertirse en icono tal vez se pueda llamar “obra de arte”. Pero, en términos generales, creo que es un agregado eventual.
      La pretensión de su labor es documentar. Para él, tomar fotografías en cualquier lugar es crear un documento importante, con significado presente y para el futuro. Puede convertirse en herramienta para la investigación de ciertos temas que se dan en el entorno y ayuda a dilucidar los sucesos ocurridos:
      ―La fotografía es un testimonio ―asegura.
      En un ejercicio de noble modestia, Rubén Pax finalmente habla de su aportación y de su enseñanza. Ha forjado a numerosas generaciones de fotógrafos en escuelas como la de Diseño que ahora ocupa el Centro de la Imagen y es fundador del Taller de Fotografía Libre en 1994. Todavía investiga y experimenta procesos fotográficos antiguos y modernos.

Fotografia de portada: Espacio abierto

Fotografías del autor: google

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