POESÍA Triada poética | Marti Lelis


ENCANTAMIENTO DEL GUIJARRO

Ya que me has tocado y estás en mí, desde la trama casi inmóvil y mineral donde estoy metido y te contemplo, extraño de inmediato el calor del cuerpo compartido. Pulida por el golpeteo de otras rocas que también arrastró alguna vez el agua, vivo mi vida quieta entre aristas redondeadas. Momentáneamente iluminada por los ojos que me prestas, la duplicidad pasajera me alivia del terror infantil del encierro y la angustia deviene juego. Si estiras los dedos y me tocas de nuevo, subiré de vuelta por tu brazo hasta colocar mis ojos detrás de tus ojos, libre ya de la breve vida pétrea que no me explico aún por qué me has regalado.


CONSUMACIÓN DE LA PIEDRA

Preferimos lavar de la mugre de los días y las bocas las palabras, y he aquí de nuevo la palabra que le da nombre a la piedra. Lo suyo es el silencio; lo suyo, la determinación de durar más que los animales. Fragmento mínimo de una mole inmensa sepultada bajo tierra —la piedra que hoy calla en el escritorio bajo el cono de luz de la lámpara, indiferente a las ideas y a los adornos—, la piedra es desafío. Su inviolable silencio durará lo que diga el grano de arena. ¿Para qué la mansedumbre de las facetas que la erosión le ha modelado a la medida de la mano, su estar fría, su dejarse mojar y secar al sol, cubrirse de polvo hasta la visita del plumero? Atraída a la trampa del lenguaje, la palabra piedra quiere ser objeto y ha de ser, por la luz, imagen. Yo la miro estar sobre el escritorio. Todos los días pienso que lo ha logrado.


TRES EPITAFIOS

Epitafio primero

Me han devuelto a la tierra, no por ver si florezco sino por ganarle tiempo a la justicia que no llega. El dolor fue pasajero y asisto incólume al festín de los gusanos, ritual y también pasaje, pausado movimiento de la cansada carne, de los mansos huesos en el trance de volverse arcilla. Tanto temerle al momento de la muerte, vivir a medias hundido en la zozobra, para darme cuenta al fin de la hierba sobre las tumbas y la levedad de la brisa que desprende hojas del árbol, y que son ya mis hojas como signos arabescos en el breve vuelo de retorno al suelo; signos en tu frente donde la piel vive del recuerdo de los días en que cargabas, sin saberlo, con el peso de la historia; cúmulo de palabras perdido en la ficción de los discursos. Inquilino de la voz del que todo lo contempla, ahora son mis huesos líneas, y la piel y los sentidos, signos en papel hechos de tinta, vehículo la luz de partículas eléctricas momentáneamente a la vista, simulacros de mi vivir que, por no vivirlo, me ha extraviado.


Epitafio segundo

Más urgente y sencillo: ya no el cadáver tumefacto o las cenizas; ya no la palabra que revive muertos. Recuperada la horizontalidad que simula el sueño, el tópico del descanso eterno; lejos de la perturbadora imagen de la carne consumida por la fauna del forense, o la idílica de la voluta de una hoja incorporándose a la legión de la hojarasca, invoco ahora al lector futuro para la cita con el mármol donde habrán de aguardar éstas casi mis últimas palabras; invoco a la voz serena que le preste vida a mi fantasma durante el tiempo de un recuerdo.


Epitafio tercero

Pasajero hacia el silencio, atónito exiliado de las palabras, me debí sin embargo a las palabras. A veces dudaba: “¿no soy más bien su esclavo? Y si lo soy, ¿no soy acaso voluntario?” Mejor no pensarlo. Las palabras de la voz vibrante se extinguen. Alguna vez dije: “Soy orfebre de sombras, atestiguo el vuelo de las extrañas aves sobre el desierto blanco donde agoreras dibujan su silueta, ávidas de significados. Quienes quieren contar una historia, quienes cantar amores o desdichas; quienes los pensamientos, y las de más allá nos traen noticias de la ciencia; avanzadas en el horizonte, las que anuncian destinos con ideas encajadas en castillos de sólidos sistemas”. No en balde caen del árbol a tierra las hojas. No en balde cayeron de mí al papel palabras.


Foto de Elle Hughes en Pexels


MARTI LELIS (México D. F., 1968). Escritor mexicano radicado en Tlaxcala, México, desde 1975. Licenciado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha sido antologado en Cien fictimínimos (Ficticia, 2012), Alebrije de palabras (BUAP, 2013), y Cuentos pequeños, grandes lectores (Cofradía de coyotes, 2014). Antologado en el libro Cortocircuito (BUAP, 2018). En 2015 fue ganador del “Premio Estatal de Cuento Beatriz Espejo 2015” del estado de Tlaxcala por la obra A propósito de San Juan y otras miniaturas, publicado en 2016. En 2016 obtuvo el “Premio Estatal de Poesía Dolores Castro 2016”, del estado de Tlaxcala, por el poemario Salvar caracoles con palabras (inédito).

Facebook: Marti Lelis político-culturales.

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