Una
moneda se eleva, gira sobre su propio eje / y se desploma / sobre una
de sus caras. Estos
son los primeros versos contenidos en el libro de Julio Mejía III,
titulado Balón de
oro, una edición
bien construida de la editorial regia Atrasalante, en donde las
palabras se elevan / giran sobre su propio lenguaje / sobre su propio
lenguaeje / y se desploman / sobre una página y otra.
Abordo
la página en blanco con el inquebrantable ímpetu de un jugador de
futbol que entra como relevo al rectángulo verde, en los últimos
cinco minutos de un partido en donde la casa está a un gol del
triunfo. Julio Mejía III me da jugada: filtra el Balón
de oro con un toque
glorioso. El tiempo se detiene. Me encuentro frente al marco. Los
aficionados se muerden las uñas y los contrarios se llevan las manos
a la cabeza. Elevo el pié. El portero siente que los tres postes se
expanden. Su casa es ahora una catedral. Volteó al marco, y mi
contrincante, perro de tres cabezas, se está haciendo pequeño. Pego
tremendo patadón con una furia capaz de romper las redes, pero dónde
quedó la bolita. Piso el balón y caigo de bruces sobre el pasto. En
realidad, nunca fui bueno para el futbol. Así que hablemos ahora de
poesía.
Rodolfo
Alonso, publica en 2014, Defensa
de la poesía,
libro fácil de conseguir en librerías de viejo de nuestra ciudad.
Pero en 2008, vio la luz, La
voz sin amo, del
mismo autor. Uno de los títulos más bellos que he leído. Esta obra
compuesta por un puñado de ensayos breves sobre poesía, me
sirvieron para adentrarme a Balón
de oro, de Mejía
III, acercándome a la combinación entre sonido y sentido, hacia el
humor, y hacia la escritura desde otros yo.
Ahora
que hablamos de títulos, Balón
de oro juega con la
sencillez, encontrando un balance entre el péndulo oscilante, del
que habla Paul Valéry, entre sentido y sonido. La idea contenida en
estas tres palabras más la ilustración de la portada hecha por
Leticia Blanco, ya nos anuncian con claridad el tema del libro, al
referirse al premio más importante del año en el mundo del futbol.
Pero la música se encuentra latente, como dos ojos de jaguar
asechando entre las palabras, en el ritmo de las oes que flota en las
sílabas tónicas de “balón” y “oro”.
“Cambio
de juego”, “Salón de la fama” y “La crónica”,
es la triada que conforma la estructura del libro. La primera parte
es la que más explora las posibilidades del poema, y en donde se
nota más el vaivén entre sentido y sonido. Para esto, me tomo la
libertad de reproducir dos poemas de esta sección que lo
ejemplifican.
El
primero es “Tesis
sobre los clásicos”,
que me arriesgaría a decir, es mi favorito por la intertextualidad e
ironía con la que imita el lenguaje pulcro de un intelectual
ponderando sobre los referentes de la palabra “clásico”, para
después darle un giro hacia lo futbolístico:
TESIS SOBRE LOS CLÁSICOS
Clásico:
[adjetivo
masculino singular]
modelo
digno de imitación
[usado
también como sustantivo masculino].
Proviene
del latín classis:
flota
o escuadra de guerra
que
navega en las aguas volátiles del río Heráclito.
Un
clásico es al mismo tiempo
la
persistencia y reinvención de la memoria.
Verbigracia:
El
ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
es
testimonio de una época
y
resumen de la condición humana.
Un
clásico es una guía iniciática
en
el desarrollo de la personalidad:
“tu
clásico es aquel que no puede serte indiferente
y
que te sirve para definirte a ti mismo
en
relación y quizás en contraste con él”.[1]
Clásica
es la antigüedad grecolatina
como
también es clásica una sinfonía de Mozart:
cuna
y destino de la cultura occidental.
Pero
clásico es también
cualquier
encuentro entre el Real Madrid y el Barcelona
(o
entre el River Plate y el Boca Juniors):
esos
juegos que a la vez son inéditos e históricos
comparten
el descubrimiento inagotable de otros clásicos:
modelos
dignos de imitación
y
reinvención de la memoria futbolera.
Hay
más Hamblets que actores para interpretarlos [2]
y
mejores goles posibles que anotados.
Como
se puede ver, este poema está más relacionado con el sentido, pero
tan bello es nuestro idioma como tan maliciosa la habilidad de Julio
para encadenar las palabras y hacer que contengan una musicalidad
intrínseca adherente al poema.
El
otro texto de esta sección que reproduciré para dejar claro el lado
del péndulo ligado al sonido es “Demostración
sobre el endecasílabo”,
compuesto por siete
versos de once sílabas métricas con la característica que cada
verso termina con una palabra esdrújula, otorgándole al poema un
ritmo particular.
DEMOSTRACIÓN SOBRE EL ENDECASÍLABO
Un
equipo es una forma poética:
en
cada jugador hay una sílaba
y
en cada acento un toque del esférico.
Parece
completo el endecasílabo
pero
hace falta componer un déficit:
hay
que meter una palabra esdrújula
para
hacerle cancha al director técnico.
Otros
poetas ya han experimentado con las palabras esdrújulas en sus
versos, como Benedetti en Inter-esdrújulo.
Aquí un fragmento:
Los malos hábitos de un siglo pánico
vuelven quimérico todo diagnóstico
pero en lo íntimo me viene el pálpito
de que los crápulas viajan de incógnito.
Sin
embargo, Mejía III le hace una finta al lugar común, con el tema
futbolístico y trabajando el título del poema para que también sea
un endecasílabo que termina con una palabra esdrújula, formando
unidad con los versos.
En
la segunda parte del poemario, “Salón
de la fama”,
el poeta expresa con un lenguaje más ligado a lo narrativo, y con
una trabajo de investigación y recopilación exhaustiva de datos,
que evocan el título más conocido de la literatura con el tema
pambolero, Futbol a
sol y sombra de
Eduardo Galeano, un homenaje a jugadores mexicanos como Jorge Campos,
Claudio Suárez, Miguel Herrera, Rafa Márquez, quien
el poeta describe como “Káiser de Zamora / y príncipe de
Cataluña”
(si Julio hubiese
escrito una antítesis de este jugador, sería uno de título “El
horrible Peralta”). El
poema que resultó mi favorito de esta sección es el dedicado a
Cuauhtémoc Blanco:
Burla
burlando
hace
una doble finta de cadera
y
salta con el balón entre los pies
para
asombro de los defensas contrarios
y
deleite de la afición mexicana.
Así
sorprendió al mundo
con
la cuauhtemiña
en
la Copa Francia 98.
Pero
la verdadera cuautemiña
(ahora
marca registrada)
fue
llamarle cuauhtemiña
a
lo que antes se conocía como ranita.
Mejía
III nos enseña que el único mérito de este jugador es que los
cronistas mexicanos hayan normalizado la clásica “ranita” como
cuauhtemiña. Al ex-seleccionado mexicano le gustó esto de la
usurpación, y lo volvió a hacer como artista chafa de telenovela
chafa y como gobernador incompetente de la política mexicana
incompetente.
En
fin. Continuemos recorriendo la cancha de la poesía para visitar el
marco de “La
crónica”,
última sección de Balón
de Oro, que sumerge
al poeta en el personaje de cronista futbolero y logra hablar desde
voces que no son su voz, cualidad mágica de la poesía y de la
literatura en general.
En
esta sección, el poeta investiga diferentes escenarios con
curiosidades del futbol nacional e internacional, como la mítica
atajada de balón del portero René Higuita, quien más bien es
poeta, ya que nos presenta en aquella jugada una metáfora bien
lograda de un escorpión en un campo de futbol.
También
habita la cancha un poema titulado “Pelé narra comerciales para
Pfaizer”,
poema triste. Pero en esta misma sección se encuentra el mejor
viagra, en “La
Güera del tec”,
quien tiene medidas 92-61-92, y que celebra el marcador en donde los
Rayados de Monterrey vencen al Cruz Azul con sus dos inmensos goles.
El
poemario de Julio Mejía III, llega para posicionarse en la
literatura mexicana y pambolera, en donde se encuentra principalmente
Juan Villoro, con sus conocidos libros Balón
dividido y Dios
es redondo. En la
Comarca Lagunera el referente literario de este tema es Jaime Muñoz
Vargas, con el libro Polvo
somos, que contiene
30 cuentos cuyo engranaje es el futbol en el pavimento y en las
canchas terregosas en donde se juega futbol entre 30 y 45 grados.
También deben de seguir en circulación algunos ejemplares del
cuento Un guerrero
nunca muere, de
Fernando de la Vara, que muestra de una forma cómica el fanatismo
que transforma en changos a los hinchas laguneros, cuando gana o
pierde el Santos.
Balón
de oro es un libro
para personas ya convencidas de la belleza de la literatura, pero
también es ideal para acercar a los jóvenes a la lectura. El primer
libro de Julio Mejía III, debería de encontrarse en las bibliotecas
de las secundarias públicas, para que los docentes salgan del lugar
común de promover la lectura con obras espantosamente pesadas como
La Ilíada
o los acaramelados libros de Paulo Coelho.
Fotografía de portada: El siglo de Torreón
Fotografía de portada: El siglo de Torreón
ERALD AGUILAR (Torreón, Coahuila. 1989). Tiene estudios en Derecho y es licenciado en Deseducación Secundaria con especialidad en Español. Fue becario del Festival Cultural Interfaz, Los Signos en Rotación, Chihuahua 2016. Poemas suyos aparecen publicados en las revistas electrónicas Círculo de Poesía y Bitácora de vuelos. Es promotor de lectura. Colabora en el periódico digital Red es poder y en la revista literaria Cantaletras. Comparte su poesía en diferentes foros de lectura de auditorio y en eventos político-culturales.
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[1]. Italo Calvino – traducción de Aurora Bernárdez
[2]. Harold Bloom dixit
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