LAS ACTRICES TAMBIÉN LEEN Muñecas que no juegan limpio | Teresa Muñoz


¿Cuántas novelas se han escrito con protagonistas caninos? Supongo que muchas. Los amantes de los animales buscan ansiosos esos temas, y los autores no los han defraudado. Para mí fue una sorpresa una novelita que leí de adolescente que hablaba sobre un caniche, sobre todo porque no tenía la menor idea de lo que era un caniche. Me lo tuve que ir imaginando hasta que supe a qué se refería la autora.
       Jacqueline Susann (Pensilvania, 1918), escritora de bestsellers y actriz, en su novela Todas las noches Josephine, relata el cambio vital que tuvo cuando descubrió la existencia de los perros de compañía, y cómo tener uno se convierte en una forma de vida. Claro que la novela, a estas alturas del siglo veintiuno resulta casi políticamente incorrecta, pero no deja de ser disfrutable. Nunca he tenido un perro, pero conozco mucha gente que sí, y los comportamientos, la manera como los autollamados dueños son domesticados por estas criaturas, hasta cambiar los papeles, resulta la misma, sobre todo cuando son mujeres que no tienen otro ser a quien atender más que a sus peludos compañeros.
       Como en algún artículo anterior lo mencioné, los escritores de bestsellers resultan mal vistos en el mundo intelectual de la literatura, no así en el mundo de los lectores, obvio, las ventas lo dicen todo. Pero no siempre un bestseller se trata de literatura basura. Y un filtro para ello, me atrevo a sostenerlo, es la traducción. Hay literatura que no la soporta y caen irremediablemente en textos simplones, faltos de energía, que tal vez en su idioma pueden captar público, pero al momento de ser trasladados al español pierden todo.
       Jacqueline Susann es una autora que se sostiene a pesar de las traducciones españolas de sus novelas. El valle de las muñecas, novela que leí a escondidas, por sus temas, considerados escabrosos desde los sesentas y hasta mediados de los ochentas, no pierde en suspenso ni en ironía, ni su denuncia es menor. La historia, al igual que en sus otras novelas, fluye, nos lleva de la mano. Tal vez el planteamiento filosófico no exista a la manera de los considerados grandes escritores, pero el mundo que relata, la radiografía de su espacio vital, el dedo en la llaga de lo que sucedía en ese entonces y todavía sigue sucediendo en el mundo del cine, de la televisión y el modelaje en Estados Unidos y supongo en otros países, es oportuna.
       Es lo que vivió alguien que todas las mañanas iba a grabar su programa de televisión y que estuvo casada con un productor de medios. Son las historias que fácilmente se adaptan de lo escuchado en “radio pasillo” a esa interminable telenovela escandalosa, falta de escrúpulos, pero que siendo adolescente no puedes dejar de ver.
       No era muy buena actriz, pero estaba obsesionada con la fama, la cual alcanzó escribiendo con un lenguaje considerado soez en sus inicios, por eso se vendía en la zona de libros “para adultos” en las librerías de viejo donde conseguí mis primeros ejemplares.
       Sexo de todo tipo, drogas de todas formas y colores, alcohol a cualquier hora, operaciones estéticas, machismo, hedonismo, abortos, sumisión, melodrama, envidias, todos los pecados caben en una novela de Susann. Deliberadamente usa el vocabulario de la vida real, el mismo que hizo que Truman Capote la considerara tan vulgar como “un camionero vestido de mujer”.
       Antes de morir, dejó inconclusa su novela corta Dolores, donde desacraliza el mito de Jacqueline Kennedy, mostrándonos a una mujer mediatizada, a un ícono creado que se resistió a desaparecer con la muerte del Presidente.
       Hay lectores que no confiesan sus infidelidades a la gran literatura, la que escriben los grandes pensadores y hombres de letras. Pero sé que hay muchas traiciones por ahí, ya que ¿quién no disfruta asomándose al pecado ajeno? Ese es el legado de Susann, el agujero en la pared desde donde podemos observar aquellos personajes que mueren por ser famosos, pero viven por siempre en esas historias que se siguen reeditando.

TERESA MUÑOZ. Actriz con formación teatral desde 1986 con Rogelio Luévano, Nora Mannek, Jorge Méndez, Jorge Castillo, entre otros. Trabajó con Abraham Oceransky en 1994 en gira por el Estado de Veracruz con La maravillosa historia de Chiquito Pingüica. Diversas puestas en escena, comerciales y cortometrajes de 1986 a la fecha. Directora de la Escuela de Escritores de la Laguna, de agosto de 2004 a diciembre 2014. Lic. en Idiomas, con especialidad como intérprete traductor. (Centro Universitario Angloamericano de Torreón). Profesora de diversas materias: literatura, gramática, traducción, interpretación, inglés y francés. Escritora y directora de monólogos teatrales. Coordinadora de Literatura y Artes Escénicas de la Biblioteca José Santos Valdés de Gómez Palacio, Dgo.

0 Comentarios