Enlace de la imágen |
I
El hijo de Dios viaja por el túnel del
Espacio-Tiempo, en busca de la tierra que los protestantes nombran Liverpool. Como
muchos de nosotros desconocemos el porqué de su funcionamiento, el túnel del
Espacio-Tiempo (con sus respectivas cuatrocientas diecisietes puertas) conduce
a Jesús a la ciudad de Nueva York. Encontrándose con una figura extraña, casi
mística. Se desconoce el año, todo Times Square esta bañada en dextrometorfano.
Jesús se apea junto a la mística figura.
—¿Dónde
puede encontrar a John Lennon?
—No lo
sé, yo también lo buscó.
—Cierto,
ya te reconozco. —Jesús tiene acceso a los archivos de “las acciones humanas futuras.” —Te llamas Champan.
—Sí, y
¿tú quién eres?
—Jesús.
—Estas
en el momento equivocado— Chapman se rasca la espalda baja, o al menos así lo
percibe Jesús. En verdad está revisando su arma, el contacto entre su mano y el
mango lo excita.
—¿Quién
no lo está en estos tiempos?
II
Corre el año de 196… y los Beatles todavía realizan giras. En algún lado de no sé dónde, John Lennon ebrio, drogado o haciéndose el gracioso, ofende a los defensores del hijo de Dios.
III
Jimi Hendrix se encuentra en una habitación con su
Fender Stratocaster negra; repasando algunos acordes mientras escucha el “Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band.”
De repente una figura vestida con un zarape mexicano entra por la ventana.
Hendrix
quien ya estaba algo paranoico por las toneladas de marihuana que horas antes había
fumado, da unos pasos hacia atrás para tomar impulso y corre con la intención
de golpear a Jesús.
—¡Mierda!
Esta hierba ha de tener algo raro, porque tú te pareces a Jesús.
—Me
gustan las representaciones renacentistas. ¿Ha visto a John Lennon? ¿Sabes
dónde puedo localizarlo?
—¿Por
qué el zarape? Jimi bajaba lentamente la guitarra para dejarla recargada en un
diván, da unos pasos hacia donde se encuentra el tocadiscos y levanta la aguja.
—¿Buscas a Lennon?
—Sí,
tengo que hablar con él.
Mismo enlace que la imagen anterior |
IV
En un cuarto blanco, pintado en su totalidad de
blanco. John Lennon se encuentra acostado en el suelo completamente desnudo.
Observa una mariposa negra que contrasta con toda la habitación. En su cabeza;
en la de Lennon, no en la de la mariposa, una tonelada de palabras se convierte
en imágenes para luego despedazarse en chispazos de genialidad sobre un papel.
A través del universo que existe en su mente; no
puede dejar de contemplar la mariposa que reposa en la pared. Una auténtica Roschach que lo analiza constantemente.
Muerte y confusión. Luego la nada. Cree ver a Dios con un rostro sin ojos.
Se pone de pie para contemplarla mejor, alza su
mano derecha donde un inmenso Rolex de oro marca las 7:13. Al momento de tocar
a la mariposa, ésta cae sin vida en sus manos.
V
—Todo era blanco y negro. Yo caminaba al filo de un
acantilado, con la luna vigilándome, simulando ser el ojo de un inmenso
ciclope. Las olas reventando en la playa. De repente el suelo se acaba. Y estoy
cayendo por un interminable abismo. No puedo gritar. Abro la boca, pero de ella
no sale sonido alguno.
—Eso es heroína.
Jesús se rasca la barba, toma la cerveza que Jimi le convida.
Ambos caminaban por un largo pasillo de paredes
grises, el suelo completamente blanco y en techo infinito.
—¿Dónde
diablos estamos, Jesús?
—En el
cielo.
—¿Podemos
ver a Dios?
—Jajaja,
a Él no le gustan las visitas. —Los dos caminaban hombro con hombro debido a la
estrechez del corredor.
—Jesús
¿Voy a ir al cielo?
—Claro
Jimi, tú no te preocupes.
Final
Mismo enlace que la primera imagen |
Y mientras caminaba por las aceras de la intranquila Nueva York, Jesús reflexionaba: “nada había servido esforzarse”. Pateaba latas y pisaba preservativos con sus pies descalzos. Ir a la tierra no satisfizo sus necesidades.
A la
distancia una sombra salía de un limosina. Era Lennon, al fin había dado con
él.
—¡John!
¡Hey John! — gritaba Jesús, usando sus manos como bocina.
En ese
instante el tiempo se detuvo, los destellos de cuatro relámpagos alumbraron la
calle.
Jesús no
hizo nada al respecto, volvió por donde vino.
Recordó
a Lázaro y exclamó:
“Entre Lázaro y Lennon, Barrabás merecía ser
resucitado”
Final de finales
Gerardo Miguel Ugalde Luján. Escritor, lector, dibujante, creador de cortometrajes bajo el sello que él mismo creó junto con Claudio García y Pablo Montiel, que responde al nombre de Tortura Films. No tiene muchos estudios, es un autodidacta a palos. Le gusta el buen vino, la literatura, la música y el cine. No tiene ningún logro importante que presumir. Nació en Guadalajara, Jalisco. 1989.
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