BERLIAC |
12:45
Pequeñas
maldiciones
son arrojadas
con furia a través de mis dedos
y mi
boca.
La casa está vacía
y el aire se condensa en mis
pulmones mientras bebo leche.
[No hay glorificación en
los actos cotidianos]
pienso.
Entonces
guardo mi frasecilla inconexa en mi libro de anotaciones.
-Soy
una cazadora de frases-
me digo.
Acto
seguido, me abrazo al lomo oscuro
de un libro del que nada
comprendo.
Escribir acerca de escribir
resulta irrisorio.
Escribir
es exhibirse como un muñeco de plástico
y ser manoseado
por niños de manos siniestras
para no ser comprado.
Pero quién entiende…
Tu texto es muy suave,
me dicen.
Espera un poco
<< lo salpicaré de
sangre>>
respondo.
Me
doy autoconsuelo,
mientras
tanto mi perro lame su muñón de carne
y
me mira a la cara
buscando
todo aquello que no puedo darle.
13:15
Me gustaría poder caminar como la
gente
siendo más animal que gente,
sin rostro,
sin paisaje en la espalda,
sin membrete ni aparente
esperanza.
Me
gustaría caminar despacito, sola.
Vacía
y sola.
14:55
Cuando se me quite
la costumbre de andar
envejeciendo,
cuando deje de pensar en los hijos
que no vendrán y en el gato
que no tendré,
mi
predilección será
mirar complacida
la caída del agua de la
llave
en la fuente.
15:00
A través de los nuevos lentes
veo delatada mi adultez.
Los rostros:
manchas desencajadas
y sin cuerpo,
transitan menos grises por las calles.
Pero la ciudad sigue siendo gris.
Y el humo negro de las fotografías
inmuta pero no detiene
el fluir de la muerte.
[Eres destructiva]
sentencia la voz de quien ha
parido
mi vida para ser una
metáfora funesta.
16:00
Una dosis de café amargo
despierta mi pulsión animal más
recurrente:
la huida.
Pienso
en irme.
Luego pregunto a dónde
y guardo silencio.
16:16
Esta es una época de desencuentros
y te pido que me abandones
creo que la soledad que me concederá un rostro propio.
/
m i s l u c e s
n o e n c i e n d e n
Andrea Rojas Vásquez (Loja, 1993). Escribe desde el día en que una maestra le preguntó quién era y no supo responder. No tiene ninguna publicación previa. Actualmente trabaja en sobrevivir al caos para hacer nacer su obra. Tiene como predilección los placeres de la cotidianidad como por ejemplo: quedarse en pijama o remojar el pan en café con leche. Nació desprovista de nombre, de rostro, de tiempo. Por eso escribe. Siendo oscuridad, las palabras son ángulos de luz. Escribir es la única forma en la que consigue reflejarse.
1 Comentarios
Simplemente increible.....
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