En mi red social de Facebook cuento con 972 amigos, en Twitter me siguen 243 y sigo a 774, en Instagram 111 son mis seguidores y yo sigo a 205. La mayoría de ellos son personas que no conozco de manera personal, pero que gracias a este fenómeno de internet he podido platicar e intercambiar puntos de vista sobre aficiones o situaciones que nos desagradan; he podido recuperar parte de mi identidad familiar ya que mis padres se separaron cuando era muy pequeña y por estos medios he conocido a mi familia.
Expertos en tecnologías se han propuesto investigar cómo o de qué manera los individuos se relacionan en las redes sociales, llegando a la conclusión que de alguna manera se hace primero con un ánimo de fortalecer una identidad personal, luego para estar relacionado con su circulo familiar o de amigos, otros más con la plena intención de cimentar ideas, entablar diálogos en torno a temas que interesan, tratando de fortalecer informaciones y en otros casos como mero elemento catártico debido a la poca o nula relación social que se obtiene en la vida privada con otros individuos.
Esto no lo podemos dejar pasar, vivimos conectados a la red y a través de ella estamos informados, tal vez deberíamos buscar cómo estarlo de mejor manera, pero sin duda estas redes han permitido conocer en brevedad de segundos arbitrariedades, accidentes, descompensaciones sociales o naturales y hasta han apoyado para localizar individuos sustraídos de sus hogares de residencia.
Podemos mencionar el movimiento por los 43 de Ayotzinapa, Yo soy 132 o las marchas de médicos, profesores o campesinos, peticiones para aceptar refugiados y apoyo a migrantes de varias partes del mundo. Se pugna por una red libre de violencia y se fomentan elementos culturales o de cuidado a la salud. Según datos de INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) en México en 2015 existían 62.4 millones de usuarios en la red, este año se espera que haya un aumento considerable pensando que la mayoría se conecta a través de sus dispositivos móviles.
Manuel Castells ha mencionado en diversas ocasiones que el internet es aún más que una simple tecnología, es, dice él, un medio de comunicación, interacción y medio de organización social. Considero que así es como debemos verla y analizarla. Para ello, las instituciones educativas, de gobiernos y sociales tendrán que crear conciencia de cómo hacer para que la ciudadanía esté mejor informada. Prohibir o restringir como pretende la propuesta del señor presidente ocasionará más problemas (más de los que ya se tienen). Hace muchos años la imprenta jugó este papel de intercomunicación y al paso de los años se nos ha ido educando qué leer y por qué leer en libros, así tendrá que ser con las redes.
Hacer click e ingresar a cualquier espacio cibernético sin ninguna orientación puede llevar a un sinfín de tropelías y desestabilizaciones sociales. Entendamos que la red no es la panacea, que nuestro criterio sigue estando en nuestras manos, que nosotros formamos nuestros criterios y que podemos decidir qué ver, leer y qué opinar.
El escritor Ítalo Calvino escribía que siempre que se elige se tiene su anverso, es decir, una renuncia, por lo que no hay diferencia entre el acto de elegir y el acto de renunciar. Perder nuestra capacidad de elección es la renuncia a ser y ser para otros. No es momento de individualismos, por el contrario, emancipar el pensamiento es emancipar la vida.
Si te interesa el estudio en torno a redes sociales, te sugiero:
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Redes
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Teccomstudies
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Replicante
BLANCA VÁZQUEZ nació en el Distrito Federal, en 1973. Su vida ha transcurrido en el estado suriano de Guerrero. Estudió Literatura Hispanoamericana y es maestra en Estudios Socioterritoriales y doctorante de Literatura. Ha publicado
Los letargos de Artume (La Tarántula Dormida);
Ojos de lechuza (Rojo Siena) y
El corazón en la mano (Editorial Fridaura). Imparte clases en la Universidad Autónoma de Guerrero. Email: itasavi1@hotmail.com
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