Todo
el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se
compone de cosas pequeñas.
Frank A. Clark
Estoy a puno de salir de casa, iré a cortarme el cabello.
Pienso si debo dejarlo con el mismo estilo o si lo cambio, quizá el siguiente
mes pueda teñirlo de rojo o tal vez me anime con algo más drástico. De pronto
un crujir en las paredes, me mareo, pienso en estoy en mis días, qué me pasa,
algo se mueve más fuerte, bajo las escaleras, llamo a mis perritas gritando: ¡Kyra, Lula, bajen! Están tan adaptadas
a nosotros que no han sentido el movimiento de la tierra. Todo es confuso en mi
cabeza, se comienzan a quebrar las copas de la cantinita que tenemos, el agua
del estanque de las tortugas se sale, ellas se golpean entre sí, no saben lo
que pasa. Tengo miedo, miedo… estoy sola y mi hijo está muy lejos… todos a los
que amo no están… sólo mis pequeñas y yo juntas.
Alejandro Dumas[1]
mencionaba que no hacía falta conocer el peligro para tener miedo; y que de
hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor. Sé que tiembla
porque hay vibraciones de la superficie terrestre generadas por un movimiento
brusco y repentino de las capas internas (corteza y manto); me lo aprendí de
memoria en la primaria… lo recuerdo. Pero me dan miedo, no puedo evitarlo. Sé
que un día tengo que morir, es lo único certero en mi vida, pero tengo miedo,
miedo a que se caiga mi casa, a que mi hijo no haya salido del 8° piso de la
oficina en la que trabaja, que mi familia toda esté bien… miedo, estoy
temblando, yo soy un sismo y enloquezco… lloro y estoy sola. Mi instinto hace
que prenda la televisión y esto no para… creo que es un dejavú de 1985. 19 de
septiembre otra vez, es cumpleaños de mi mamá y aún no le he hablado… tengo
miedo y quisiera que ella estuviera conmigo, que tomara mi cuerpo y me
acariciara y me dijera que todo está bien.
Todo empieza a calmarse, menos yo. Alguien
me repite siempre que la mayoría de las personas tienen miedo a la muerte porque
no han hecho nada de su vida, es una tontería, todos hacemos algo con nuestra
vida… todos. ¿Por qué sólo se piensa que aquellos “famosos” de cualquier índole
hacen algo con su vida? Yo he hecho algo con mi vida, amo, lloro, río, me enojo
(creo que eso lo hago más veces al día) y no me arrepiento. Sí tengo miedo, más
ahora que veo todo lo que está pasando, las casas se han caído, esos edificios
se han desmoronado, hay vidas, historias… no es como el juego de Jenga en donde
grito cuando se cae la torre, ahora tengo miedo… vuelve el temblor a mi cuerpo,
mis dedos no se detienen… quiero saber, la incertidumbre me mata… no sé nada de
ellos, de nadie… tan modernos y tan nada… somos nada.
Las leyes físicas nos sujetan, nos
sentimos seres ultra modernos y ¡Pum! En cualquier instante algo puede arrasar
con nosotros. Parecemos como decía Jaime Sabines[2]
soldaditos de plomo y de carne y hueso…
A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho —frente al ataque de los antibióticos— ¡bacterias mutantes!
Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.
No es sólo este sismo que me tiene asida al sillón de mi
casa, son todos los desastres naturales que han ido azotando a este planeta,
no, nos son ellos, somos nosotros los que lo hemos jodido, lo jodemos todo con
tal de sentirnos más superiores que la naturaleza, por ser descuidados y poco
fiables al momento de construir, organizar, de hacer…de vivir.
Igual que en el momento de venir al mundo, al morir tenemos miedo de lo desconocido. Pero el miedo es algo interior que no tiene nada que ver con la realidad. Isabel Allende[3]
No dejo de tener miedo.
Contacto:
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electrónico: itasavi1@hotmail.com
Facebook: Blanca
Vázquez
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itasavi68
Twitter: @Blancartume
Google+: Blanca Vázquez
[1]
Alejandro Dumas, escritor y novelista francés. Lo recordarán por El conde de
Montecristo o Los tres Mosqueteros.
[2]
Jaime Sabines, poeta mexicano, seguramente han leído Los amorosos o La tía
Chofi.
[3]
Isabel Allende, escritora chilena. Autora de Eva Luna y La casa de los
espíritus.
Imagen | Heraldo de Mexico
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