A lo largo de la historia y siempre contemplando el
bienestar social, es común emigrar para obtener de los sistemas económicos en
potencia, las posibilidades de desarrollo que permitan un mejor futuro. ¿Pero
qué sucede con el impacto cultural de los migrantes, con todas esas identidades
que han forjado a lo largo del tiempo un fenómeno masivo de interpretación
identitaria y claro está de adaptación cultural en el espacio de desarrollo?
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El día de hoy tenemos como invitada para dialogar a Fey Berman, autora del libro Mexamérica, una cultura naciendo... (Ediciones Proceso, 2017). El libro surge como una serie de radiografías después de décadas de observación, siendo éste, en su enfoque constructivo, una totalidad expresiva del panorama identitario de una comunidad en ciernes de crecimiento.
Fey Berman es mexamericana, Nació en la Ciudad de México y vive en
Nueva York desde hace 30 años. Escribe crónicas sobre la vida cultural y
política de los Estados Unidos y en ellas trata sobre todo temas mexamericanos.
Su trabajo se publica regularmente en una variedad de revistas, periódicos y
suplementos culturales, incluyendo Proceso,
Milenio Diario, Nexos, Letras Libres, Día
Siete, Emeequis, Confabulario de El
Universal, Reforma, La Gaceta de la Universidad de Guadalajara y Personae es excelencia. Tiene Maestría y
Doctorado en Artes por la Universidad de Nueva York.
—Manuel Vazquez (MV): Buen día, bienvenida a Guadalajara. En
este libro, mostrar las identidades culturales del mexamericano da mucho de qué
hablar, pero ¿cómo surge la idea de escribir este texto?
—Fey Berman (FB): Me di
cuenta de que no se estaba escribiendo en absoluto de la presencia mexamericana
en Estados Unidos, sí se escribía sobre remesas, ilegales, mariachis, comida,
el voto que no resulta; siempre se ha dicho que el voto hispano permitirá un
cambio transcendental en la realidad política de los Estados Unidos y no
sucede. No se habla de un panorama diverso que incluye a los indocumentados,
pero que no se limita a ellos. Éstos representan nada más el 16% de una
población gigantesca; se trata de la diáspora más grande y larga del planeta.
Estamos en una época donde se habla de refugiados, inmigraciones, de la
globalización y resulta que los mexicanos tenemos una presencia en los Estados
Unidos larguísima.
—MV: Continuando con lo anterior, ¿el mexamericano puede realmente
influir en la política de los Estados Unidos?
—FB: Por supuesto que sí,
si tomamos en cuenta que más del 80% de ellos tiene un estatus migratorio
legal, es decir existen 25 millones de individuos estadounidenses de origen
mexicano; hay además como 5 o 6 millones de emigrantes que son residentes
legales que tiene derecho a votar. El gran problema es que muchos son jóvenes,
algunos no tienen mucho dinero y como naturalizarse cuesta, no lo hacen. Otro
asunto importante es que el sistema electoral norteamericano no nos conviene a
los mexamericanos, aunque ahora estamos por todo Estados Unidos, nos
concentrados en California y Texas. Estos estados no están en contienda. En
Florida, donde hay muchos hispanos, hay poca gente de origen mexicano, en su
mayoría son cubanos, puertorriqueños, lo que provoca que nuestra presencia no
tenga peso político.
—MV: Esta comunidad está en un proceso constante de crecimiento, pero ¿qué
tan difícil podría ser vivir del otro lado de la frontera cuando se tienen lazos
importantes con la cultura mexicana?
—FB: En mi caso no tengo ningún problema. Claro, extraño a mi
familia y me suceden las cosas inevitables de cualquier migrante. Sin embargo, yo
no me fui a sobrevivir, como es el caso de muchos mexicanos que se han ido. No
todo mundo se va por la violencia que se vive en su pueblo, o porque no tenía
que comer; hay mucha gente que va a estudiar, lo que a la larga genera lumbreras
de conocimiento (fuga de cerebros). El resultado, una corriente alterna de
migración.
—MV: Desde este aspecto existen también ciertas identidades de protesta
en diversos espacios, en las artes, como caso particular. ¿Cómo surge esta
perspectiva del libro que determina y expone la ferocidad de los artistas?
—FB: No ha sido difícil, ya que las reseñas que aparecen en el libro
son parte de sucesos comunes que pude captar, los artistas me dijeron que eran
parte de este fenómeno. Son percepciones exactas de las cualidades
significantes de lo expresado, además se tiene que tomar en cuenta que estas
percepciones surgen dentro del terreno del hibridismo cultural, caso especial
el de Martín Ramírez. Él representa, como muchos de sus contemporáneos, la
gran revolución industrial norteamericana. Es obvio que este hombre viene de México,
porque hace los arcos de las carreteras con las cualidades pictóricas de un
nopal, y los coches son tortugas. Y al mismo tiempo en sus pinturas se refleja
una parte de su vida en México, aparecen además los braceros y la
discriminación en su ir y venir cotidiano para ganar un poco de dinero.
—MV: El mexicano tiene un gran sentido del humor, pero desde la
perspectiva de Gabriel Orozco que usted nos brinda ¿cómo se puede fundamentar
la diversidad de identidades?
—FB: El artículo que aparece sobre Gabriel Orozco, menciona que este
no vive en los Estados Unidos, reside en México, y por consiguiente no es
mexamericano. Se le menciona ahí por su empeño en interpretar, nuestra
emigración masiva y reciente. Desde los años 80, al año mudan dos mil personas;
tiene su impacto en las artes, y por otro, en el humor, como lo vemos en las obras
de Orozco. Además, Orozco es uno de los tres artistas mexicanos que han tenido
una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Nueva York; es un
logro digno de presumir, está dentro del canon cultural
mundial.
—MV: Ser mexamericano es sinónimo de identidad como tal, ¿pero qué lado
de las dos identidades (Estadounidense o Mexicano) carga más el peso?
—FB: Depende mucho del tiempo que se lleve ahí, en qué contexto se vive,
y claro está la región de desarrollo. Ser mexamericano en Chicago no es lo
mismo que serlo en Los Ángeles o serlo en el campo, por ejemplo. En Chicago, es
un orgullo enorme, primero porque todo el mundo, incluyendo los
puertorriqueños, se dicen así mismos mexicanos. En California, sucede una cosa
similar. En Chicago existen escuelas donde se canta el himno nacional mexicano.
Lo que nos lleva a concluir que los padres de estos niños han nacido con raíces
culturales ya fijas y ellos tratan de que éstas sean reconocidas por todo el
mundo.
01 de diciembre del 2017.
Guadalajara, Jalisco.
MANUEL VAZQUEZ (Guadalajara, 1996). Es estudiante de la Licenciatura en
Estudios Liberales por la Universidad de Guadalajara. Ha publicado sus textos
en La Gaceta de la Universidad de
Guadalajara, en la edición digital de la Revista
MAGIS del ITESO y en el Blog
HOMOZAPPING. Fb. Manuel Vazquez, Twitter. @1996_josemanuel
Imágenes | Cortesía de Proceso y la autora
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