A Cristian Aguilar
Galindo
Compañero
te
diré lo que amo,
apóyate
en mí.
No será mucho
las
palabras que deje:
torvas
piedras aéreas,
gorjeo ancestral, mil cantos no pronunciados
y
el agua que no sabemos beber.
Amigo amado, chiquillo mío, reposa
que la
roca blanca casi desaparece
que este
sonido óscular casi se extingue
que la
pluma no levanta su vuelo de grafía.
Soy un extraño en tu mundo de hombre bueno.
Sigo mi camino,
pasa por
tu casa.
Me
recuesto,
del
otro lado te encuentras.
~ ~ ~
No sé si
eres tú
el que
se acerca
en ese
ronroneo
de gato
en
dos ruedas
a ser domador del salvajismo de las curvas,
que trae consigo otros deseos.
El
primer acelerón
que
embiste
algo
invisible
algo
veloz
algo
que entra en mí
como la abeja polimerizando a la flor.
Pero estaba
en
duda
de que vienes montado
en una bestia de metálicas llamas
otra
escupe
fuego
otro
rugido
quemado
otro
sacudir
de tierra,
un crujir de palanca;
frena
y
para.
Es duda
porque
los kilómetros son memoria
y no le he sido fiel.
La
traicioné
como
perro atropellado.
Vacilo
porque
lo verdadero resulta ser imitación.
Y no hay seguridad, aunque me ponga el casco
ni
en estos caminos
ni
en estas señales.
El destino lo cambio; no llego al lugar que quiero.
Un neumático
simplemente
se desinfló
se le salió el espíritu que hace mantener su forma
y no hay repuesto para esos días usados.
~ ~ ~
Me gustaría
que tuvieras nombre y rostro,
una dirección a la cual dejar mis marcas,
la imperfección de ser para ser,
y luego tuviéramos un lugar especial,
nuestro, que se salvaran los regalos,
detenido todo, vehemente,
que tu corazón cabe en el mío
como la foto en la cartera.
Desprendiéndonos de un segundo
movimiento en clave de sol,
más ligeros en la serenata
pues, aquí, hay algo enraizado
y florece en el iris.
Llámame
pero acércate,
más,
deja de ser eco de este claro,
deja de cegarme.
Transfórmame en ti
que solamente soy un sustrato
en el aleteo de tu piel;
quiero respirar, decir mi primera palabra,
desampararme de estos balbuceos
y tropiezos.
Acércame a tu otro nombre,
sé que es difícil pronunciarlo,
no tengo temor de morder la manzana otra vez
si este pájaro azul
vivirá junto a las estrellas
de tus labios.
AMADO
ADEMAR (Tlaxcala,
1989). Es licenciado en Literatura Hispanoamericana por parte de la Universidad
Autónoma de Tlaxcala. Fue becario de “Los signos en Rotación” Festival
Interfaz–Issste, Acapulco 2014. Colaborador El sol de Tlaxcala, La
culpa. Un poema suyo está incluido en el mediometraje Retrato a
nosotras mismas. Ha tomado talleres de creación poética con Álvaro Solís,
Armando González Torres y Gonzalo Escarpa. Ha participado en varios festivales
y lecturas de poesía en Tlaxcala, Puebla, ciudad de México y Yucatán. Ha
publicado en varias revistas electrónicas y la plaquette de poesía Hombre
con complejo de soledad, El puente, 2015.
Facebook: www.facebook.com/tenshi22. Twitter: @tenshitsuba
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