RESEÑA El lenguaje de la mujer araña | Pedro Salvador Ale


Podemos imaginar a una mujer hace miles de años contando sueños a sus hijos en la noche o tratando de calmar a sus hijas ante el ruido de muerte y de batallas, allí donde las palabras pueden ser un consuelo con un discurso imaginativo donde todos estén a salvo. En la historia escrita por los vencedores la poesía dicha por las mujeres fue un género menor, relacionada a una subcultura que tenía que ver con los cuentos o con las canciones de cuna.
Sin embargo, si vamos al Génesis, donde se le prohibió a la primera pareja, comer del árbol del conocimiento. Eva fue la que desobedeció, por suerte ella tampoco le hizo caso a Adán y comió de la primera manzana de la historia, la más famosa. Y como saben, ese primer bocado nos convirtió a todos en personas, la humanidad, seres mortales, continuamente en crisis, pero seres imaginativos, capaces de crear, de levantar y hundir imperios, de filosofar, y también de inventar palabras, de construir lenguajes.
Porque lo que Eva y Adán adquirieron al acceder al conocimiento no fue sólo la conciencia de la desnudez, fueron precisamente las palabras para decirla.
Así es, el lenguaje nacido de la desobediencia, por suerte, no es neutro ni es andrógino, porque las palabras no son nunca inocentes.
La existencia de los géneros gramaticales en el lenguaje nos está diciendo que la diferencia sexual constituye una dimensión fundamental de nuestra experiencia y de nuestra vida.
Digo esto, porque en este libro, Esther M. García va más allá de la unidad temática sobre la mujer: madre, hija, abuela, esposa, o amante, intuyo que el eje profundo es la defensa del lenguaje, de la palabra de mujer.
En estos poemas hay una reflexión sobre el cómo nombrar el cuerpo de mujer: ensalzarlo, degradarlo, revestirlo con palabras, con la valentía de Esther para jugar, seducir y desenmascarar conceptos y tabúes, a veces con ternura y otras con crudeza.
Nos demuestra a través del poemario que la única regla respecto al nombrar las cosas, es no tener ninguna, que el lenguaje es un instrumento de poder y que basta con trabajar des-signándolo para revertirlo, que ella está lejos de las construcciones del lenguaje que muchas mujeres usan y que perpetúan un sistema patriarcal obsoleto y denigrante para todos, para decirlo más claramente, de aquellas que reproducen el baluarte del patriarcado capitalista.
García escribe con placer, con deseo, con desgarro, desde su condición de género, cultura, lo que ella decide.
Elabora verdadera poesía y conjura así todo el sexismo, todas las batallas y les dice a otras mujeres que el pecado es una farsa, un límite que mandó a la hoguera a sus predecesoras y que hizo quemar a Sor Juana sus escritos, que pretendían acabar con la imaginación.
Esther nos recuerda que la mujer ha sobrevivido a las cuevas, al derecho, a la pernada, las barbaries, las hogueras, las dictaduras, la discriminación, diciendo el viejo conjuro para soñar, resguardar la memoria, revivir y recrear el mundo, sin trabas de género, con la poesía que salve al ser humano, en la cueva, en el castillo o en una ciudad, en un mundo patriarcal que se derrumba, gracias a poemas dichos hace siglos, una poesía auténtica.
Este es uno de los modos de recuperar la voz, la garganta, a través de las cuerdas vibrantes de las mujeres., así lo señala Esther:

La enfermedad se abre como una flor
se abre como una interrogante
cuya respuesta no existe.

Porque la enfermedad verdadera, es de la garganta, es no poder expresarse, no poder decir, habitar la mudez. Podemos señalar que las mujeres no tenían voz, que habían sido colonizadas por el lenguaje dominante.

La enfermedad se abre como una
flor de sangre enllagada de vida
flor pasionaria cuyos pétalos
ulceran la nívea piel.

Así, ellas, herederas de esas primeras palabras que dijeron en el Edén, antes de que las corrieran, es la tarea que las enferma, por la hostilidad, el rechazo, han hecho del lenguaje de las mujeres una desviación de la norma: murmullo, susurro, chisme, tontería, frivolidad, palabrería, vacuidad, falta de inteligencia.

La enfermedad se abre en mí
mostrando su único ojo
en medio de mis piernas.

Esther nos muestra que las mujeres hoy están escribiendo con la palabra desobediente, como cuando salieron del Edén, la palabra que también les pertenece.
Hubo idas y venidas, progresos y retrocesos, hay mujeres que escriben lo que siempre y algunas que desentonaron; ahora hay voces que son incómodas para la moral establecida, voces como la de Esther que ayudan a pensar, con responsabilidad estética, con pasión, buceando, animándose a bajar a las profundidades de la condición humana y mirar y descifrar, allí donde se esconde lo más secreto, lo que tiene  relación con lo que no se nombra, por buscar la infinita  energía que la diferencia puede desarrollar, si no es ocultada, negada o humillada, como lo ha sido durante siglos.

No hablo yo, habla mi cuerpo
mi cuerpo interrogante
cuya única respuesta es la enfermedad.

Pasión necesaria, presente en las palabras de las mujeres, como el dolor del vientre abierto y la garganta lacerada, cuya historia es aquella saga de la mitad del mundo que escribe y reescribe a lo largo de la historia de carencias y que todavía muchos no son capaces de leer.


Mamá es un animal negro que va de largo por las alcobas blancas, Esther M. García, Ed. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, 2017.

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PEDRO SALVADOR ALE. Poeta. Estudió Filosofía y Letras en Córdoba, Argentina. Jefe del departamento editorial y director de la Revista de la UAEM. Colaborador de El Sol de Toluca, La Voz del Interior y Revista de la UAEM. Actualmente dirige la revista y editorial Norte/Sur. Premio Estatal de Poesía 1983, Toluca, por Manuscritos de la memoria del sueño. Premio Nacional de Poesía Joven de México Elías Nandino 1985 por De monstruos, biografías y pájaros. Premio Nacional de Poesía Clemente López Trujillo 1986, Mérida, por El alucinante viaje del afilador de cuchillos. Premio de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 1991 por Navegaciones. En el año 2000 la Sociedad Argentina de Escritores y la Municipalidad de Córdoba, Argentina lo nombraron Visitante distinguido. En el año 2001, el H. Ayuntamiento de Toluca le realizó un homenaje con una serie de conferencias y exposición de su obra.

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