Nancy Hernández García obtuvo el
Premio Bitácora de vuelos, 2018, en la categoría de Ensayo con el libro Palabra e imagen en Morirás lejos, un
acercamiento a José Emilio Pacheco. A continuación, les compartimos una
entrevista con la autora en la que aborda de lleno su labor ensayística.
Nancy Hernández García (Cuautla, Morelos, 2 de septiembre de 1990).
Ensayista. Es licenciada en Letras Hispánicas por la Facultad de Filosofía y
Letras de la UNAM y actualmente está por graduarse de la Maestría en Letras
(Letras Mexicanas) en la misma universidad. De 2011 a 2015 fue becaria del
proyecto “Diccionario de Escritores Mexicanos. Siglo xx” (dirigido por la Dra.
Aurora M. Ocampo), del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM;
desde 2017 escribe la columna “hojasueltas” en la revista digital Amarcafé, y también es correctora de
estilo. Su principal interés es la literatura mexicana del siglo xx (narrativa
y poesía); se ha dedicado al estudio de la narrativa de José Emilio Pacheco,
pero también visita la obra de otros escritores. Ha publicado ensayos y reseñas
en las revistas digitales Pirmera Página,
Bitácora de Vuelos, Ex-Libris
(Bogotá, Colombia) y Amarcafé;
además de una recopilación de leyendas tradicionales en la Revista de Literaturas Populares de la FFyL. Participó en el 1er
Encuentro de Estudiantes de Maestría (2016-2018), realizado en abril de 2017 en
la FFyL, con la ponencia “Morirás lejos
en el canon mexicano”, y en el I Congreso Internacional de Literatura Mexicana,
siglos xix y xx, realizado en junio de 2018 en el IIFL, con la ponencia “El
periodismo literario de José Emilio Pacheco”.
Bitácora
de vuelos ediciones (BVE): ¿Qué es para usted el ensayo?, ¿puede definir el
género?
Nancy Hernández García (NHG): Para
mí el ensayo es un espacio libre, abierto, amplio, en donde todo es posible. Es
un género maleable, con la capacidad de adquirir distintos matices, según las
intenciones expresivas del autor. A diferencia de otros géneros, en éste las
fronteras pueden moverse a conveniencia; pienso, por ejemplo, en los ensayos de
Octavio Paz, donde las ideas y los conceptos se mezclan con la poesía, de modo
que el resultado es una escritura estética y profunda. Otro ejemplo es
“Inventario”, la columna en la que José Emilio Pacheco nos desmenuzó la cultura
(ahí mismo escribió cuentos, poemas y traducciones, pero generalmente son
ensayos sobre diversos temas, siempre escritos de un modo ameno, accesible para
todo aquel que se acercara a estas páginas).
BVE:
¿Quién o quiénes le introducen a la lectura? ¿Quién o quiénes guían sus
primeras lecturas?
NHG: Recuerdo que desde niña me
gustaba mucho leer. A mi abuelo Narciso le gustaba la poesía de Amado Nervo, yo
pasaba mucho tiempo con él y en nuestras caminatas solía recitar algunos
versos, también era un gran conversador; me contaron que cuando era adolescente
escribía cartas de amor por encargo… Sin saberlo, él fue quien sembró en mí el
gusto por la literatura, que se fortaleció en la primaria, pues disfrutaba de
las narraciones del libro Español.
Lecturas.
Tenía
nueve años cuando por primera vez leí un libro, es decir, una historia
completa, aparte; realmente llegué a esa historia por curiosidad. Resulta que
un día acompañé a mi mamá al IFE, era un día de tianguis cerca de ahí, y había
un puesto de libros; uno me llamó poderosamente la atención: El principito. Tal vez fue por el color
azul del libro y el dibujo del pequeño príncipe, no lo sé, pero hice tremendo
berrinche para que mi mamá me lo comprara. Ella creía que sus 20 pesos se irían
a la basura o quedarían arrumbados por ahí; en realidad me dio un gran regalo.
No dejé el libro hasta que terminé de leerlo y aún lo conservo. Muchos años
después El principito me sigue
conmoviendo tanto como la primera vez que lo leí. Desde entonces siempre he
pedido y conseguido libros, en ellos encuentro todo: conocimiento, diversión,
belleza, amor, historias, la vida, todo.
En
tercer año de secundaria tuve una extraordinaria profesora de Español, la
maestra Irma, a quien siempre recuerdo con enorme cariño porque en sus clases
me di cuenta de que realmente disfrutaba de la literatura y de que tenía frente
a mí un extenso abanico de autores; su manera histriónica de exponer las
lecturas que hacíamos (era como cuenta cuentos), de explicar las corrientes
literarias, las biografías y los textos fue lo que me hizo querer leer más y
más, y no sólo eso, también me enseñó a escribir. La clase consistía en que
ella narraba oralmente y de tarea teníamos que recrear esa narración incluyendo
también nuestra opinión más la parte teórica de la materia; así aprendí a
escribir ensayos. En la preparatoria tuve otra gran maestra de Literatura.
Ellas dos influyeron mucho para que decidiera dedicarme a leer y escribir toda
mi vida; no me veo en otra carrera ni haciendo otra cosa.
BVE:
¿Cómo empieza el quehacer ensayístico para usted? ¿Qué impacto tuvo en usted
ver sus primeras publicaciones?
NHG: Empezó como parte de mis
deberes escolares, cada final de semestre debía entregar trabajos finales que
no son otra cosa que ensayos académicos. Como una actividad que me gustara y no
por obligación, en 2015. Un amigo me prestó El
conde de Montecristo, historia que me fascinó; comentar la lectura con este
amigo no fue suficiente, así que escribí al respecto y el texto lo mandé a la
revista digital Primera Página;
aceptaron publicarlo y eso me hizo muy feliz. Desde entonces escribo sobre los
libros que leo o los autores que me interesan. En 2016 mandé un ensayo sobre Farabeuf a Bitácora de Vuelos, lo publicaron y también recibí buenas críticas,
así que decidí publicar lo que escribiera en donde me dieran el espacio. Sobre
esto, quiero decir que su editora, Nadia Contreras, ha sido muy generosa al
mantenerme abiertas las páginas de su revista, cosa que le agradezco muchísimo.
Por
casualidad o porque así tenía que ser, el poeta Javier Tinajero y yo nos
encontramos en twitter, interactuamos y por él llegué a la revista Amarcafé; lo mismo: envié un ensayo, lo
aceptaron, lo publicaron y al poco tiempo Santiago Saveiro, editor de la
revista, me dijo que al comité editorial le había gustado mi ensayo y me
invitaban a colaborar de manera fija: con una columna y absoluta libertad.
Obviamente acepté, era una gran oportunidad. Así es como desde enero de 2017 he
alimentado constantemente la columna “hojasueltas” con ensayos, reseñas y
notas.
Me
emociona sobremanera ver mis textos publicados y me siento muy conmovida al
leer los comentarios que dejan algunos lectores, que son personas que no
conozco y a las que llego a través de la escritura. Desde luego, mis amigos
también leen lo que escribo y me expresan su admiración, cariño y críticas, y
eso no se paga con nada. La emoción que me da el saber que las personas buscan
los libros que reseño o de los que desarrollo algún motivo es algo realmente
mágico y extraordinario, algo que solamente la escritura puede hacer posible.
BVE: ¿Cómo es su día de creación literaria?
¿Dónde escribe? ¿Con qué frecuencia?
NHG: No soy tan disciplinada como quisiera. Encuentro algunos ratos para
escribir, lo que no significa que no me lo tome en serio. El tiempo que ocupo
para escribir es la noche, soy noctámbula, y por lo regular se extiende hasta
altas horas de la madrugada, de ello puede dar fe Santiago Saveiro, mi editor,
a quien le mando los textos para “hojasueltas” a las 3 o 4 de la mañana; no
tengo un día particular, puede ser cualquiera, siempre y cuando tenga algo que
escribir.
Tengo una libreta en la
que comienzo los ensayos o por lo menos anoto las ideas que me parecen
importantes y me gustaría desarrollar. Últimamente escribo directo en la
computadora, no sé por qué. Escribo constantemente, pues “hojasueltas” debe aparecer
una o dos veces al mes, pero también escribo textos destinados a otras revistas
o a otras cosas, es decir, que escribo y los guardo para después darles una
revisada y ampliarlos o resumirlos, son pequeños proyectos que se quedan ahí
hasta que llega su momento.
Mi proceso creativo
inicia con la lectura. Todos los libros que leo, salvo que sean prestados o de
la biblioteca, son usados, con esto quiero decir que subrayo y escribo sobre
sus márgenes, les pongo postits para señalar cosas que me interesan muchísimo y
después retomaré. Anoto en mi libreta de notas o, como últimamente, escribo en
la computadora teniendo el libro a la mano. Mi lugar de escritura es mi
habitación, no puedo escribir en otros lugares porque no me concentro, me
molesta un poco el ruido, también por eso lo hago de noche, cuando ya hay
silencio absoluto.
BVE: Háblenos de este libro que
publicamos en Bitácora de vuelos ediciones ¿Cuál ha sido su proceso? ¿Cómo se gestó?
¿Influencias? ¿Retos?
NHG: Palabra e imagen en Morirás
lejos es un ensayo que se desprende de mi tesis de maestría, que versa
sobre el aspecto cinematográfico de la única novela de José Emilio Pacheco.
Puede decirse que mutilé aquella: extraje el segundo capítulo, que es el
análisis comparativo de Morirás lejos
con las películas M, el vampiro de
Düsseldorf; Hiroshima, mon amour
y el documental Noche y niebla. Este
capítulo es el importante, pues es donde explico la relación que encontré entre
la escritura de Pacheco y el cine, rasgo para nada fortuito, pues hay que
recordar que el escritor fue cinéfilo y colaborador (argumentista y guionista)
de Arturo Ripstein.
De entrada, Morirás lejos es una novela de lectura
difícil por su propia complejidad, y antes de su reedición, no era fácil
conseguir el libro. La primera vez que la leí fue en un ejemplar de la
biblioteca de Filológicas; cuando decidí trabajarla como proyecto de tesis la
busqué en todas las librerías, recorrí la calle de Donceles y nada, fue en un
grupo de libros raros y primeras ediciones de Facebook donde la encontré, pagué
$550 por la 2ª edición (1977), pero cada peso valió la pena pues la experiencia
personal y profesional que me deja esta lectura es un tesoro (además, claro, de
tener la edición de Joaquín Mortiz). Para mí, ésta es la obra maestra de José
Emilio Pacheco, aquí demostró su capacidad como escritor: excepcional. Morirás lejos es, además, una novela sobre
el Holocausto escrita en América Latina y por un mexicano, en tiempos donde el
autor tuvo que investigar en bibliotecas, leer periódicos, enciclopedias y
demás libros sobre el tema, no sólo de la Segunda Guerra Mundial, también sobre
la historia del pueblo judío, y en español, inglés y francés, por lo menos;
Pacheco no tenía la tecnología de la que ahora gozamos y aún así nos entregó a
los lectores un resumen novelado de la historia de la Humanidad. Por otro lado,
me impresiona su capacidad de síntesis y la manera en la que su documentación
está reunida en apenas 159 páginas, cuando seguramente leyó cientos.
El gran reto que tuve
al escribir este ensayo fue el análisis. ¿Cómo entrarle a una novela como ésta? Además de que tuve que recurrir a
la crítica y la teoría literarias para saber qué se había dicho al respecto,
cuál fue su recepción desde la primera edición (1967) y me encontré con que sí
hay crítica sobre ella, pero faltaba un análisis de su aspecto cinematográfico.
Para mí no pasó desapercibido su carácter visual, proporcionado por su
estructura fragmentaria, así que en una segunda lectura, leí la novela como si
estuviera leyendo un script, luego
fui siguiendo la relación que la novela establece con el cine por la mención
directa que hace de M, el vampiro de
Düsseldorf, más las alusiones con las otras dos cintas.
En mi mente todo estaba
clarísimo, no obstante, fue complicado trasladar todas mis ideas al papel,
desarrollar y demostrar mi hipótesis, mantenerme firme durante el proceso de
investigación y escritura, que por momentos se tornó caótico, pues la
bibliografía me llevaba por otros lados, también interesantes pero que no me
interesan por ahora, ni eran tan útiles para mi trabajo.
Como a muchos
escritores/investigadores les pasa, platicando con amigos (que también son
colegas) las ideas se aclaran y fluyen; los intercambios siempre son útiles. En
mi caso, platiqué sobre mi tema de tesis con Ignacio Ballester Pardo, un joven
literato español, y esa plática me fue muy benéfica, pues concluimos que lo
extraordinario de Morirás lejos es
que el sentido de su escritura es inverso, es decir, la influencia para su
escritura no sigue la dirección libro-pantalla, sino que va de la pantalla al
texto. Sin embargo, no se trata de una adaptación ni de un collage de
películas, es una cosa aparte, diferente, única. Otra charla que me ayudó
bastante fue la que sostuve con el Dr. Federico Álvarez Arregui, quien fuera
amigo muy cercano de Pacheco (colaboraron juntos en la Revista de la Universidad de México escribiendo reseñas, en los
sesenta); a Fede le pregunté si recordaba cómo había sido la recepción de Morirás lejos en 1967 y en 1977;
respondió que la primera vez que él la leyó no supo qué había leído, que no
entendió nada y ninguno de los amigos dijo nada ni escribió nada, sencillamente
José Emilio no recibió comentarios de ningún tipo y que eso seguramente lo dejó
frío, de piedra, debió ser algo inesperado. Para la segunda edición las cosas
cambiaron pero no mucho, la novela sí tuvo crítica, reseñas y comentarios pero
seguía sin entenderse del todo por su estructura; adquirió profundidad gracias
a los exiliados y refugiados que llegaron a México escapando de las dictaduras
latinoamericanas, ellos se identificaron en el tema de los expulsados (no por
ser judíos, sino por pensar diferente, por estar en contra del abuso del poder)
y supieron lo que sería “morir lejos” de sus lugares de origen. De modo, pues,
que estas conversaciones me ayudaron a pensar muy bien lo que yo quería decir
sobre Morirás lejos; aunque en este
ensayo hablo de su rasgo cinematográfico, no dejo totalmente de lado el
profundo sentido que tiene la novela, que es lo que considero que la ha
mantenido vigente. De verdad que es una lectura que vale enormemente la pena,
es imprescindible.
Dije que prácticamente
es el segundo capítulo de mi tesis de maestría, pero obviamente no está tal
cual, para esta versión le hice modificaciones: eliminé lo académico y traté de
escribir en un estilo que resultara fluido y ameno para el lector, pues quienes
lean mi ensayo no serán los doctores (especialistas) de mi jurado, sino
lectores que se acercan a una crítica de Morirás
lejos, gente que quizá no ha leído la novela y mi ensayo les serviría como
introducción o motivación para hacerlo o, si ya la leyeron, buscarán la
correspondencia entre mi propuesta de lectura y la suya.
La escritura de este
ensayo (análisis) me deja verdaderamente satisfecha porque no me creía capaz de
lograr algo así… la novela me fascina, pero me daba miedo el gran reto que
significaba para mí como crítica literaria. Y el poder establecer la relación Morirás lejos-cine es bastante
gratificante en lo personal y en lo profesional.
BVE:
¿En qué proyecto(s) está trabajando ahora (que quiera compartir)?
NHG: Lo que resta del año
seguiré escribiendo para mi columna y para otras revistas. No tengo un proyecto
concreto.
BVE:
¿Hay algo más que desee agregar?
NHG: Quiero agradecer a mi
familia, especialmente a mi madre y abuela que son quienes acompañan mis
logros; a mis amigos por su cariño, lealtad, entusiasmo y apoyo; a los
profesores que amablemente resolvieron mis dudas y encausaron el camino de este
ensayo; a Nadia por su trabajo para que estos premios nos llevaran hasta donde
estamos. A todos ellos, ¡miles y miles de gracias!
Ah, y lean
Morirás lejos, no se arrepentirán.
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