OPINIÓN Del #QuieroFCEconTaibo a “La Ley Taibo”: La precarización del libro y la lectura (I/III) | Adriana Bernal


El país vive una de las transiciones, si no más complejas de su historia reciente, sí más visible, en gran medida por el auge de las redes sociales. Ello se presta a numerosas interpretaciones. No es ningún secreto, tampoco, que la distancia entre las elecciones y la toma de posesión provoca, además, cierta zozobra, en las distintas Secretarías o instancias gubernamentales. El ámbito de la cultura, en particular en torno al FCE, se ha dado una polémica que soslaya problemas de fondo: ¿Qué ha pasado en esa institución las dos últimas décadas? ¿Cómo es que una institución como FCE, perdió el eje y es todo menos una editorial “sana”? En la actualidad, a mínima observación y recorrido por sus librerías y servicios digitales se distinguen: un alza considerable de precios, poco acceso a catálogo, libros descontinuados o descatalogados, poca transparencia en regalías, librerías poco surtidas o en riesgo de desaparecer, almacenes saturados, promoción de la institución más que de sus autores, por mencionar algunas.
Lo menos importante de lo importante es dónde nació Paco Ignacio Taibo II y cuándo se naturalizó; al día de hoy, sin demasiadas vueltas, cuenta con doble nacionalidad pues la nacionalidad española, es irrenunciable. Así las cosas, el cuetón de estos días sería de mecha corta. ¿Logrará o no dirigir el FCE?  Si la noticia fuera esa, estaríamos hablando de leyes y por tanto, de otro asunto, no menor, pues tendría que cambiarse la ley o derogarse el artículo que le prohíbe asumir el cargo, pero no es de facto, asunto de la Cultura, aunque sí de la Política Cultural. Se abordó así en una primera etapa, pero muy pronto, esta “cortina de humo” ha sido el pretexto idóneo para transmitir a la población lo que podría ser, o será, el ¿Plan de Lectura del Estado?, el ¿Sistema de Publicaciones Institucional?, el surgimiento del ¿Instituto del Libro y la Lectura?  No lo sabemos. Eso es lo preocupante. Lo que debiera ocuparnos, no es el Trendig Topic #QuieroFCEconTaibo sino el proyecto cultural respecto al libro pues ello incidirá directamente en la realidad nacional y en la Industria Editorial Mexicana. Desde el control de publicaciones del Estado, autores, temáticas, hasta lineamientos que afectan a las editoriales comerciales y afectarán de la peor manera a las editoriales independientes en costos de producción y precios de mercado.


No están los tiempos para visiones idealistas ni para estereotipos propios de la novela más rosa que hayamos leído. Tampoco, para subirnos al viejo tren de que el mundo del libro es de ensueño y que académicos y autores viven con la cafetera al lado, entre libros, personajes y citas. El Mundo del Libro es, también y sobre todo, una industria. Sí, una industria cultural, pero Industria al fin, regida y engranada con la economía mundial.
Si uno escucha con atención la entrevista que Paco Taibo II concedió a Wradio el16 de noviembre, son muchos los hilos que quedan sin anudar, pero permiten trazar un sendero probable poco alentador para la industria. Pareciera, sin duda, el primer paso para la precarización del libro y la lectura pues al fusionar dos instituciones como FCE y DGP, se generará por principio una centralización y control de “todo lo que publica el Estado” así como una duplicidad automática, se reconozca o no, por principio de presupuestos, después de personal y por último y no menos importante, de producción.
Transcribo, para contextualizar, una de las respuestas de Paco Taibo a Gabriela Warkentin en la mencionada entrevista: “Estamos trabajando en dos niveles. Uno de ellos es el análisis de lo qué es el fondo y de las otras instituciones que vamos a reunir, porque se va a unificar el mundo del libro en el Fondo… Era muy sencillo: en el caso de Educal, ¿para qué tienes una red de librerías en el FCE y otra en Educal y además separadas entre sí, y además, Educal no recibe libros del FCE porque no le paga. Verdaderos dislates. Entonces, vamos a unificar la red de librerías en una sola, dentro del Fondo. La red Educal y en el caso de la Dirección de Publicaciones de la SEP, estaba en los mismos Programas de Fomento a la Lectura, en los mismos Programas de Publicaciones que fondo. Entonces, ¿para qué tener dos estructuras editoriales, en lugar de tener una? Bueno, entonces se va a unificar lo más rápido posible todo esto, en el Fondo. El Nuevo Fondo va a reunir la Red de Educal, la estructura de la Dirección General de Publicaciones y asume el Programa Nacional de Lectura. Educal tenía como eje de su política, crear librerías paras vender libros y hacer librerías a lo largo de la República y entonces tenía una red de librerías cuya función era distribuir a estas librerías y manejar estas librerías. Entonces, el FCE tiene una red de librerías nacional e internacional, sobre todo en América Latina, ¿cuál es el sentido de tener dos redes de librerías, cuando puedes unificarlas? Puedes unificar bodegas, puedes unificar precios, puedes unificar descuentos, etc. Luego: la (Dirección General de Publicaciones) DGP tenía un eje fundamental de Fomento a la Lectura y Manejo de Ferias, igual que el Fondo. En los mismos programas. Tenía un Programa de Publicaciones muy similar. Entonces el problema es unificar todo esto. No tiene sentido dobles estructuras de producción, no tiene sentido, desconexión. Y darle más poder al Fondo, más poder en el sentido real, en el sentido de tener más capacidad, para poner libros maravillosos y baratos en la calle”


Quiero entender. ¿Fusionar una institución, como la Dirección General de Publicaciones que, de manera particular, este sexenio ha impulsado la lectura y ha trabajado intensamente, como hace sexenios no se veía, con la población en general y ha saneado los programas de fomento a la lectura, el trabajo con comunidades, la presencia internacional de autoras y autores y ha dignificado al libro y la lectura, ¿es esa institución y su estructura, la que ha de sanear al FCE, ahora? ¿No sería mejor, buscar la manera de replicar los procesos exitosos para fortalecer ambas instituciones? No dudo, cabe decirlo, que la DGP tenga fallas, no es mi tarea, por ahora, este análisis, es poner sobre la mesa la pregunta ¿Por qué la decisión de fusionarla con el FCE? No, la “explicación de Paco Taibo II, trascrita con antelación, no es convincente, como lo explicaré más adelante.
No es la DGP la que necesita al FCE sino a la inversa. Aquello que se nos ha venido planteando como fusión no es sino saneamiento de una institución mermada, por las razones que sean, y no es asunto de este texto plantearlo. Importa, en cambio, analizar las consecuencias de dicha fusión.
Es alarmante que el discurso mediático se visibilizara a partir del impedimento legal relativo a la naturalización de Taibo y que éste se tornara poco a poco en un discurso de victimización primero, de apoyo social después para, al último, servir de escaparate para “deslizar las acciones que se están realizando sin aparentemente estarse realizando”. Basta escuchar la mencionada entrevista para darse cuenta de que Paco Ignacio Taibo II utiliza gerundios para referirse a las acciones en proceso y el pasado, para referirse a lo relacionado con Educal y DGP. Insisto: alarmante. Suponiendo sin conceder que será el Director del “Nuevo Fondo” detengámonos en sus tres de máximas, como él las llama:

1.   1. No cerramos librerías. Lo que, a todas luces, pareciera una gran noticia. No lo es. El FCE cuenta en la actualidad con 17 librerías en la CDMX, 3 en el EdoMex, Aguascalientes y Michoacán, 2 en Guanajuato y una en los estados de Tabasco, Querétaro, Nuevo León, Jalisco, Durango, Colima, Coahuila y Chiapas, sumando así un total de 36 librerías en toda la República Mexicana, sin embargo, sin cubrir siquiera una librería por cada estado. La red de librerías Educal cuenta, por su parte con 24 librerías en la CDMX y 66 en el resto de la República Mexicana. Así las cosas, mientras el FCE tiene 36 librerías en toda la República, EDUCAL tiene 90.

Si se suman, como al parecer se sumarán las librerías, tendríamos un total de 126 librerías. Aún así, entonces, tendría que evaluarse, cuántas librerías quedarían por estado y en cuántas regiones del país seguiría sin existir al menos, una librería. La pregunta más interesante sería: ¿Cuántas librerías más se abrirán en los estados? ¿Cuánto se invertirá en la nueva imagen de la Red de Librerías “Nuevo Fondo”?
Los espacios para la cultura, para los libros, son esenciales para el bienestar social. Absurdo sería pensar en cerrarlas. El problema, sin embargo, es que, la situación de muchas de ellas, específicamente en las librerías del FCE, es muy delicada, pues muchas de ellas no tienen recursos para operar, catálogo qué vender y el poco catálogo que tienen para venta, tiene un precio de venta fuera del alcance de la población. ¿No es ésta una ventana de oportunidad para alguien con las herramientas de Paco Taibo II?

2.   2. No despedimos trabajadores. ¿A quién no podría darle un gusto infinito esta noticia? Nada da más placer que escuchar que “no habrá recorte de personal”. Bien. Pero una vez más, es una verdad a medias. Hablar, sobre todo en instancias gubernamentales, de trabajadores, es hablar de trabajadores con un esquema de escalafón, donde su destino sexenal, está supeditado al tipo de plaza que les fue otorgada en el contrato. Asimismo, entra el factor Sindicato.

En la industria editorial, como en muchas otras, hay una planta laboral que sin duda permanecerá en las dependencias, otra que estará sujeta a revisión y otras personas, las más, a las que simplemente no se les renovará el contrato. No seamos ingenuos, la transparencia comienza por el lenguaje, y no en el florido, sino aquél que dice lo que sí ocurre.
Es también esta industria una de las que más invierte en colaboradores externos, en “freelance” y en servicios profesionales “por fuera” (outsourcing), pues la edición, la ilustración, la corrección de estilo, la producción, son profesiones que se contratan las más de las veces por proyecto específico. En muchos casos, es tal la cantidad de proyectos y planes editoriales, Ferias, Congresos, Actividades de Promoción y Fomento a la lectura, que sería imposible tener a los equipos de producción laborando de base en la institución.
No seamos ciegos a la realidad, sí habrá muchísimas personas, profesionales de la edición que se verán afectadas con esta decisión. Si se fusionan FCE y DGP, ¿no se duplica la nómina automáticamente? ¿No habría dobles lectores, dictaminadores, correctores, formadores, diseñadores, impresores, distribuidores? Los habrá. No es una fusión ganar-ganar. No lo es. Sin duda habrá despidos o no contratados. Y no pocos.

3.   3. No destruiremos libros ¿? Esta máxima la entendemos sólo las personas vinculadas de manera directa a la industria editorial. Un lector común no entiende, o mal entiende, el concepto de “destrucción de libros”. “Enviaremos tu libro a la trituradora” es sin duda la frase que un escritor o académico, no quiere escuchar. ¿Sabe cuántos autores, ni siquiera se enteran que su libro fue a dar a la trituradora tiempo atrás? La trituradora, las regalías y la poca transparencia en ediciones, reimpresiones y tirajes, es el ir y venir del autor, con cualquier casa editorial, no sólo con el FCE. Pero es, también otro asunto que dejaré para subsecuentes análisis.

Para las editoriales, sean comerciales o del Estado, mandar a trituración un siempre es su última opción, pues representa pérdida. Esta acción va directamente en contra de los propios intereses editoriales y deja claro que hubo un error de tiraje, poco análisis del mercado o se asumió un riesgo innecesario. También tiene que ver que, en cuanto a costos, la diferencia es a veces mínima entre un tiraje y otro, lo cual presupone, a la larga una “ganancia” para la editorial. En muchos casos, es una apuesta de alto riesgo. En otros, no. En el caso de las editoriales del Estado, sobre todo en el caso de libros académicos, sucede que su rotación es mucho más lenta que de la de un best-seller, por lo tanto, su vida de anaquel es mayor.  También hay que decirlo, cuando se decide enviar un libro a la trituradora es porque ese papel, que, en la mayoría de los casos, está embodegado, en almacén, sin lector alguno, es preferible, volverlo a convertir en rollo para generar nuevos libros.
Si bien podría decirse que nadie quiere triturar libros, ni destruirlos, que esto se realice tiene también una “razón” económica: en un punto de la cadena de distribución, es mejor triturarlos que regalarlos o donarlos. La Secretaría de Hacienda tiene condiciones muy específicas en cuanto a regalos y donativos. Y en cuanto a la trituradora. Incluso, en las editoriales comerciales, no pueden siquiera vendérselos a los autores a precio especial. Si no se venden. Se trituran. No hay más. Le guste o no al Director de cualquier editorial.
Sin duda, si se surten las librerías del FCE, si el catálogo se distribuye eficientemente en sus espacios para ello, si se genera interés por los autores que la casa editorial representa y se trabaja como sin duda Paco Taibo II lo ha hecho por décadas, muchos libros -pero dudo que todos- se salvarán de tan funesto destino.
Dicho lo anterior, ¿por qué plantear una fusión con la DGP antes de plantear un fortalecimiento del FCE? ¿Qué hay detrás de ello? ¿No es acaso que, como en propias palabras de Paco Taibo: “Puedes unificar bodegas, puedes unificar precios, puedes unificar descuentos, etc. Luego: la DGP tenía un eje fundamental de Fomento a la Lectura y Manejo de Ferias, igual que el Fondo. En los mismos programas. Tenía un Programa de Publicaciones muy similar. Entonces el problema es unificar todo esto. No tiene sentido dobles estructuras de producción, no tiene sentido, desconexión. Y darle más poder al Fondo, más poder en el sentido real, en el sentido de tener más capacidad, para poner libros maravillosos y baratos en la calle”.
Así, el párrafo abre una nueva discusión y análisis: ¿Abaratar al libro, generará lectores? ¿Abaratar la industria, facilitará su crecimiento? ¿Qué va a pasar con cientos de editoriales independientes que dependen de las coinversiones? ¿Será que la industria editorial mexicana va a centralizarse en el “Nuevo Fondo? No son buenos tiempos para el libro, pero se avecinan peores.

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ADRIANA BERNAL. Nació en la ciudad de México en 1976. Es licenciada en periodismo por el CEU-PART, generación 2004. Estudió el Diplomado en Creación Literaria en la SOGEM y el Diplomado en Género, justicia y cultura en la Universidad Iberoamericana. Ha ejercido el periodismo desde hace 15 años, especializándose en Entrevista, género que la hizo acreedora en 2003, al Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo, en dicha categoría, gracias a su trabajo publicado en el suplemento cultura Arena, del antiguo Excélsior. Ha colaborado para distintos medios a lo largo de su carrera. Es directora editorial de et.al Contenidos

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