La poesía es elegía también, la elegía es el momento en que la poesía toma conciencia de su nostalgia propia
María Zambrano
En Espejo del vacío / Miroir du vide (Mantis Editores, 2018) de Gabriel Govea (Guadalajara, México, 1983), vibra el pulso de la poesía. Un pulso profundo y bellamente doloroso en él. Cuando se subliman los humores del alma, la belleza y el dolor se reconcilian; incluso se besan. ¿El resultado? Una poética íntima que da color a los rincones de su territorio lírico. Comparto algunas ideas organizadas de acuerdo con los apartados del libro, en juego también, con añadiduras propias.
PRIMER
ESPEJO: VIRGILIO HA CONVOCADO A GABRIEL: LOS CIELOS Y LOS INFIERNOS SE CONJUGAN
EN SU INTERIOR
El poemario abre con un epígrafe
de La divina Comedia, de Dante
Alighieri. Los cuatro poemas del primer apartado muestran una voz que se sabe
ínfima, pero no silente frente a la vastedad del mundo. Al contrario, conoce su
humanidad flagelada y por eso extiende su reclamo, a veces ruego, a lo
infinito; he aquí que el infinito es un espejo de las angustias del alma.
Gabriel Govea es dueño de una fineza para captar las texturas emocionales que
flotan alrededor de él o en él. Lo imagino, al poeta, entregado a su oficio en el
sagrado silencio, le acompaña su gato y la memoria de su madre; le acompaña,
quizá, el recuerdo de una cena familiar que afrontó con sus ojos de niño donde
se supo diferente, orientado más al diálogo consigo mismo.
Su escritura,
su apuesta por un poemario de lenguaje pulcro, con el tono vehemente de quien
lanza una plegaria, hace imaginarlo en el poeta del “Canto Primero” de Dante,
quien se aventura al camino tortuoso y ensombrecido hasta llegar a los reinos
del amor y del deseo. Sendero que emprende por el influjo, primeramente, del
poeta Virgilio. Los poemas de Gabriel Govea exponen una auténtica introspección
filosófica impregnada de la añoranza, de ese “saberse vivo” después del huracán
existencial. Cito sus versos:
SEGUNDO
ESPEJO: LOS DELIRIOS SON NECESARIOS
Quien aprecia la brevedad en la
literatura en tanto implica sustancia, encontrará en el poemario una
condensación del pensamiento. ¿Qué don tiene la poesía? el de ser una puerta
transparente que deja ver los rincones del interior y permite, asimismo,
configurarlos. Puerta que se abre con el acto creativo de quien escribe o de
quien lee. Acudir al delirio es la voluntad del poeta para expandirse, desnudo,
a la meditación. En estos poemas, la voz lírica proyecta sus experiencias
íntimas, los desbordamientos de sus ríos internos —sin el desenfreno del
lenguaje— que parecen revelar lo que es, en esencia, el ser humano: un ser en
búsqueda constante, hambriento de Dios, colmado por el deseo.
Gabriel
Govea nos regala el elixir de sus delirios. En uno de sus poemas aparece la
figura de Narciso que bien puede ser una clave del poemario, sin embargo, más
allá del efecto de fábula del mito griego y de acuerdo con Chevalier —quien
recupera la noción de Bachelard sobre este hombre mítico— leemos que existe un:
narcisismo
cósmico: el bosque y el cielo que se miran en el agua con Narciso. Ya no está
solo; el universo se refleja con él y a cambio lo envuelve; se anima con la
propia alma de Narciso. Y como dice J. Gasquet: «El mundo es un inmenso Narciso
pensándose. ¿Dónde se pensaría mejor que en sus imágenes?», pregunta G.
Bachelard. «En el cristal de las fuentes, un gesto enturbia las imágenes, un
reposo las restituye. El mundo reflejado es la conquista de la calma» (bace, 36s).
En este delirio lírico que
plantea Gabriel Govea, el poeta se despoja de la inercia de los días a fin de
aventurarse en los linderos fascinantes y espinosos del autoconocimiento. Aquí
sus versos:
TERCER ESPEJO: CUANDO EL DELIRIO SE ENCARNA
TERCER ESPEJO: CUANDO EL DELIRIO SE ENCARNA
En este apartado, el delirio —ejercicio
que sabe cultivar el poeta—, surge del cuerpo y del deseo. A diferencia del
anterior, los poemas se orientan hacia la exploración del erotismo místico. Sobresalen
símbolos religiosos: cáliz, copa, altar de carne y huesos, cirios, hostia, templo,
pergamino. Los cuales contrastan con las alusiones al cuerpo inundado de goce
en medio de la solemnidad; sus lectores desentrañarán la carga erótica en sus
poemas que ofrecen múltiples lecturas: un hombre en su introspección,
consciente de ese vacío existencial que anhela la embriaguez dionisiaca como un
acto profano pero necesario porque en esa atmósfera, entre cirios e incienso,
aparece un éxtasis. Leamos un fragmento:
CUARTO
ESPEJO: MUJER HUMEANTE
En este apartado el yo poético enuncia desde el otro sexo. Eso que Ana Clavel llamó “travestismo autoral” refiriéndose a la narrativa pero que, desde luego, se presenta en la poesía[1]. El travestismo es, en general, un recurso literario, no es exclusivo de su autor, también los personajes y la voz lírica exploran otras identidades. En la trayectoria de Gabriel Govea se palpa una veta multicolor donde explora la categoría de género, las identidades y la teoría queer. El ser lector de filósofas que son referentes en los temas señalados: Judith Butler y Beatriz Preciado —hoy Paul Preciado— por mencionar algunas, nutre su oficio poético. Baste mencionar el libro de su autoría, resultado de su tesis de posgrado, titulado: El sujeto deseante y disidente en dos poetas hispanoamericanos: Odette Alonso y A.E. Quintero (Universidad de Colima, 2016).
Es, entonces, el rastreo de la identidad, el examen de los estereotipos y, en sus palabras “[…] los deseos marginales, no convencionales, de las sexualidades transgresoras y mucho tiempo consideradas como ilegítimas […]” (p. 12) algunos móviles claros de sus dos facetas: la poética y la académica. En esta sección del poemario, leemos una voz femenina en los primeros textos; en los últimos, vemos una conciliación entre ambos sexos mediante la evocación materna y paterna. Leamos un fragmento del apartado “Mujer humeante”:
QUINTO
ESPEJO: EL GOCE DEL TERCER HOMBRE
Es la última sección del
poemario. Debía ser así: los poemas son declaratorias contundentes del yo
lírico, algunos tienden a lo confesional donde autor y palabra se diluyen. De
mayor extensión, los textos despliegan sensaciones agridulces en torno a las
pasiones. Llama la atención que el empleo de la segunda persona para el título
de este apartado propone, asimismo, una lejanía autoral. Por otro lado, ese
“tercer hombre” es el propio espejo de la voz poética. El poeta estalla: lanza
su palabra como confesión ardiente. Recrea atmósferas cotidianas, la de la
alcoba, la de la noche que bebe en una botella de misterios. Imágenes
nocturnas, características de su vocación de noctívago. Hombre y niño: no
importa, es el ser, en su desnudez carnal y espiritual que nos revela Gabriel
Govea, en Espejo del vacío. Seguramente
reconocerán, sus lectores, sus propios gestos, su propio vacío que desea ¿qué?
No lo sé. Justamente esa es la invitación del poemario: encender las luces del
interior, sondearse.
Hemos
de reconocer y celebrar la hechura del poemario. Su formato es bilingüe:
español-francés, cuya traducción al francés, ejercicio que es una suerte de
co-creación, estuvo a cargo de Georgina Navarro y Carl Lacharité. Como el
espejo, la palabra de Gabriel Govea se ofrece, además, en otra lengua, porque
sus versos, íntimos y oníricos, han de sortear fronteras.
REFERENCIAS
Chevalier, Jean y Alain Gheerbrant. Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herder, 1986.
Govea, Govea. El sujeto deseante y disidente en dos poetas hispanoamericanos: Odette Alonso y A. E. Quintero. México: Universidad de Colima, 2016.
________. Miroir du vide / Espejo del vacío. Guadalajara, México: Mantis Editores y Secretaría de Cultura de Colima, 2018.
KRISHNA NARANJO ZAVALA (Colima, Col. 1984). Maestra en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Colima. Es profesora de tiempo completo en la Licenciatura en Letras Hispanoamericanas de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima. Actualmente cursa el Doctorado en Estudios Mexicanos que oferta el Archivo Histórico del Municipio de Colima. Ha publicado artículos y ensayos en revistas y libros de la especialidad. Es autora de los poemarios: Batalla de la aurora, Tierra de cada día, Tal vez el bosque. krish@ucol.mx
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[1] La escritora se ocupa del tema en el prólogo del libro donde funge como compiladora: Clavel, Ana (Comp.) Yo es otr@. Cuentos narrados desde otro sexo. México: Ediciones cal y arena, 2010.
[1] La escritora se ocupa del tema en el prólogo del libro donde funge como compiladora: Clavel, Ana (Comp.) Yo es otr@. Cuentos narrados desde otro sexo. México: Ediciones cal y arena, 2010.
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