El 30 de agosto de 1797 nació una de las mujeres que más han influenciado en la cultura pop actual, no sólo en la literatura de donde nació su ya famoso Frankestein, sino en distintos ámbitos como el cine o la música, pasando por la pintura o la caricatura...
Es muy difícil resumir en tan pocas líneas el legado de
esta extraordinaria mujer, que marcó mi adolescencia no sólo con su
elegantísima forma de contar una historia de terror, sino por su
trágica/romántica/difícil vida junto a un marido narcisista y egoísta como fue
Shelley.
Lo primero que me llama la atención es la visión
distorcionada que tenemos realmente todos, incluso los que hemos leído la
novela, de la figura física del monstruo creado por Mary. Recordemos
que ella lo ideó en aquella, ahora famosísima noche de un verano en Suiza,
junto a grandes como su propio marido o Lord Byron. De esa maravillosa y
tormentosa noche salieron dos grandes clásicos. Mary Shelley con
su monstruo se consagró como la fundadora/madre de la actual ciencia
ficción, por un lado, y por otro lado encontramos a el padre del género vampiro
romántico. Menuda noche, digo yo...
Pero para no irnos por las ramas, porque este tema lo da,
pensemos por un momento cómo es el monstruo en nuestras mentes. Muchos tendrán
la imagen de aquella película de 1931 "Frankestein,
the Man who made a Monster". Película de terror con un
magnífico Boris Karloff, del cual hoy en día muchos si tenemos pesadillas con
aquel monstruo, pondremos su rostro. Pero ya antes de esta película
se quiso enmudecer al monstruo y ridiculizarlo o
minimizarlo. Incluso en la propia época de Mary Shelley se hizo, con la obra de
teatro de Richard Brinsley "Presumption;
or, the Fate of Frankestein".
El monstruo ha servido también para hablar de muchos
otros temas, temas políticos como la crítica al sistema ferroviario de USA, la
esclavitud con la metáfora que recrea Elizabeth Young en su libro Black Frankestein. También
se hace una comparación con la clase obrera, con famosas caricaturas de John
Tenniel. Incluso Iñaki Gabilondo en su blog de El Pais menciona
este mito.
Durante
todas las épocas posteriores a la creación del mito se ha utilizado la novela
como forma para criticar otras cuestiones y no hay que olvidar que Shelley
también lo hizo; es importante recordar que la época de la creación de la
novela tiene que ver con la revolución industrial, la emergencia de una ciencia
empírica. Ya el abuelo de Darwin sugirió las primeras ideas del proceso
evolutivo y Luigi Galvani descubrió que aplicando una pequeña corriente
eléctrica a una rana muerta, se producían grandes contracciones musculares en
los miembros de la misma, como cuando estaba vivo. Esto seguro que llegó
a oídos de Mary, quien vivía en un mundo privilegiado de grandes
intelectuales como su padre. Hoy en día se sabe que es imposible esa teoría, al
fallecer todo se vuelve al caos. Un caos de varios sistemas a la vez. La
electricidad es sólo una vía más que usa el ADN para dar vida. Palabras del
genetista invitado a las jornadas Miguel Pita, doctor en Genétoca y Biología
Celular y docente en la Universidad Autónoma de Madrid. Nos aseguró que es
claramente imposible dar vida a un ser muerto, aunque muchos antiguos
científicos lo hayan intentado avalar.
La importancia del mito radica en la arrogancia del creador
frente a su criatura, su déficit de emociones hacia él y la sociedad.
El doctor no tiene conciencia de sus actos, es de repente de
manera consciente que "ve" al monstruo en el
momento de su despertar. Hay también un despertar suyo. Mary lo crea frío,
apático, no es consciente del dolor de otros, sólo del suyo propio. Falta
de responsabilidad afectiva, incapacidad del doctor para cuidar a otro. Ese
despertar de la conciencia lo explicó muy detalladamente Tonia Requejo,
profesora de Historia y Teoría del Arte en la Universidad Complutense. Habló del
nacimiento de la conciencia y los actuales mitos del Yo post humano. La unión
de la conciencia con las emociones, que juegan un papel fundamental en nuestra
supervivencia.
Y en el monstruo se puede observar las emociones
básicas de defensa como el miedo, ira, deseo. Que van siendo luego más
complejas hasta aparecer la alegría o la tristeza y por último la venganza. La
criatura es un reflejo de nosotros, por eso nos sentimos identificados con él y
podemos empatizar con su sufrimiento. Nos identificamos cuando es bueno y
cuando es malo también. La criatura desarrolla empatía con la familia y
entiende el rechazo que genera y se esconde. Existe
una introspección de sensaciones por parte de la criatura con
posterioridad. Y también puede disfrutar de la felicidad de otros. Hay una
clara crítica por parte de la autora a las apariencias.
El monstruo se da cuenta de que su físico es lo que importa. Hay un
horror al gótico, una falta de empatía por parte de la ciencia de la época.
La famosa pintura de Wright of Derby es una obra muy impactante; el "taparse los ojos" ¿hará que lo "otro" no esté más?
Volviendo al mito y su posterior versiones y revisiones. Lo
que está claro es cómo se enmudece la voz del monstruo. Se empieza a
empatizar con él en las revisiones que se hicieron ya en los años 70 a través
del cine, aunque se sigue asociando a la criatura con un monstruo estúpido,
con una figura encorbada y que sólo balbucea. Hay que recordar que en el libro
Shelley le da muchas páginas para que se exprese. El cerebro es otra cosa muy
importante aquí. Santiago Lucendo, organizador del evento junto con Tonia
Rquejo, nos habla de cómo se gestionaba el tema del cerebro en la época de la
revolución industrial. La parte fisiológica del cerebro, en donde un
cerebro degenerado es igual a criminal. La cuestión del cerebro justificaba la
estupidez del personaje. James Whale en su famosa película de 1931 hace
hincapié en este detalle: El
monstruo que manufacturan, extrañamente espantoso, grotesco e inhumano, es
retenido en un calabozo en la torre del castillo. A causa del error de Fritz,
el cerebro de un criminal fue utilizado en el experimento de Frankenstein,
resultando en que el monstruo solo conoce de odio, horror y asesinar. Fuente: Wikipedia
Extracto
de la voz de la criatura: "¡Maldito sea mi creador! ¿Por qué me has hecho vivir?
¿Por qué en este mismo instante no extingo la llama de la existencia que, de un
modo absurdo, me otorgaste? No lo sé. La desesperación todavía no se había
apoderado de mi ser y mis sentimientos eran de rabia y venganza. Podría haber
destruido la casita y a sus habitantes con infinito placer y saciar mi ira con
sus gritos y su infortunio." Cap. VIII Frankestein o el moderno Prometeo.
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