El tubérculo se arranca con
varias manos, con los pies en la tierra. La fuerza tensa el estómago y sale por
la boca que comerá cebolla, naranja, limón e higos. Ahora que se publica De
mil aromas. Poemas gastronómicos (Verbum, 2019), donde se incluye el
poema «Aceituneros» (himno de Jaén) del autor de Viento del pueblo
(1937), qué mejor que acercarnos a Orihuela para concluir esta lírica ristra
gastronómica.
Antes,
Jaime Ruiz Reig publicó Garbera de
recetas hernandianas (Utopía, [2011] 2016), con prólogo de Cristina Almeida
en su segunda edición. Se trata de un recorrido por el amor a la comida que
profesan desde ese otro arte literario que alimenta el espíritu. Para la propia
Almeida «lo que se come puede enseñar cómo eres o quién eres o, en todo caso,
cómo vives» (10), cómo escribes. Y es que, como señala esta vez Jaime Ruiz en
la introducción, «comer es algo más que alimentarse, es también una manera de
relacionarse» (22); ahora bien, continúa, «leer y comer son dos formas de alimentarse»
(23).
A
diferencia de la ampulosidad gástrica de los cuerpos textuales de Blasco Ibáñez
o Azorín, en Miguel Hernández digerimos un poema que desmenuza el pan duro de
una «guerra incivil» (9) y denuncia el hambre que siente en correspondencia con
su esposa Josefina Manresa. Las cartas que comparten dan pie a esta selección
de recetas, a la manera inversa que veíamos con María Luisa Ruiz Maestre, madre
de Azorín. El oriolano le escribe a la quesadeña, mientras que la petrelense
hacía lo propio con el monovero.
Cada
alimento (legumbres, ensaladas, especias, companaje, carnes, de nuevo escasos
pescados…) viene descrito por Ruiz Reig, todavía con algunas erratas, a través
de referencias que Hernández presenta en sus textos, en buena medida dirigidos
a Manresa. El origen de cada haz de recetas fundamenta su testamento coquinario.
Así rezan sus endecasílabos «mal diente de turrón del de avellana» (28) o
«abandonando el pan que pastoreas» (39), mientras que empleará el octosílabo
para describir, por ejemplo, el mar que baña el típico caldero: «se ve lo menor
del mar» (94). Los alimentos integran el poema como metáfora del conflicto que
se expresa y arraiga. La tortilla de patatas que nos da nombre, por carestía,
se cocinaba entonces con «la parte blanca de la piel de las naranjas una vez
hervidas para quitarle el amargor» (64). Siguiendo con las recetas clásicas de
la zona, sabemos que el primer guiso que Josefina preparó junto a Miguel fue «arroz
con conejo» (67), seguramente con caracoles y, por supuesto, con su
característico sofrito. También comieron este plato cuando se casaron; esta vez,
«arroz con costra» (73): en un ambiente machista que, no lo olvidemos, reducía
a la mujer en la cocina.
Cuando
estalló la guerra José Guardiola y Ortiz publicó Gastronomía alicantina (Publicacions
Universitat d´Alacant, [1936] 2017). La reciente edición, llevada a cabo por
Josep Bernabeu-Mestre, Vanesa Cortés Serrano y Eva María Trescastro López,
sirve para reconocer la presencia que los ingredientes literarios tienen en las
distintas zonas y fiestas de nuestra provincia. Ejemplo de ello es el hincapié
que se hace en la sardina y su conservación. La accesibilidad de este alimento
por cualquier persona reunió el miércoles 25 de mayo de 1938 a centenares de
alicantinos en torno al Mercado central que ese día bombardearon nueve aviones fascistas.
La
gastronomía, en este caso, protagonizará numerosos poemas a través del
acontecimiento histórico que envuelve al pescado. Además, Guardiola se detiene
en un producto para la cata que, por su precio, ocupa únicamente particulares
ambientes: «sus vinos, con una mención explícita al fondillón, los vinos de la
Huerta, de Beneixama y de Monòver» (25); tal como se podrá estudiar en el I CongresoInternacional Lengua, Literatura, Vino y Territorio de la Universidad de LaRioja. Si el mes pasado vimos cómo doña Luisa explicaba que debíamos amasar
hasta que salieran ampollas…, para saber cuánto tiempo hay que dejar que
hiervan los huevos, Guardiola proponer rezar «tres veces un Padrenuestro, un
Avemaría y una Salve» (63). El abogado y gastrónomo alicantino presenta como
adición una anónima carta en verso que concluye como podría hacerlo el más dariano
de los poemas de Hernández: «Ya no llamaré Alicante / e esta deliciosa patria /
sino los Campos Elíseos / o vergeles de Thesalia / y no sólo porque tenga / en
vez de invierno estiada / si que también por Emporio / de Virtud hospitalaria»
(76).
La Garbera de recetas hernandianas pone en
ristra alimentos básicos que con mimo conjugan, como versos, al final de su cadencia.
Este podría ser el humilde menú con el que Hernández y Manresa reivindican y
enriquecen la gastronomía alicantina.
Entrantes
Pan
blanco con tomate
Ensalada
con alcachofas, salazones y flor de borrajas
Primer
plato
Huevo
frito con sardina de bota, sus ajos tiernos y sus dos ñoras verdes
Segundo
plato
Arrós
amb ceba / Arroz con cebolla
Postres
Almojábanas
Vino
dulce
De la capital valenciana, a
finales del siglo XX, al interior de la provincia de Alicante, ya con el XXI,
llegamos a la Vega Baja del Segura que desemboca tras serpentear Murcia,
territorio contestano. Con productos básicos de la tierra que para y pare el agua,
Miguel Hernández es, además de nuestro poeta, un comensal que se sube a la mesa
si hace falta.
El
oriolano se preocupa en su poesía por el crecimiento de una sociedad que mengua,
por lo que necesariamente «Lapalabra toma parte / La paraula pren part»: así se llama la exposición que
dialoga con el oriolano y Vicent Andrés Estellés, comisariada por Carmen
Alemany, Vicent Salvador y Nacho París. Se pudo visitar en el Centre del Carme,
Valencia; hasta después del día de la República, el 15 de abril. Más adelante,
el martes 24, tuvo lugar por fin la cata literaria del XVCongreso Internacional ALEPH.
IGNACIO BALLESTER PARDO
(Villena, Alicante, 1990). Es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad
de Alicante, con una tesis sobre poesía mexicana que dirige Carmen Alemany Bay.
Es miembro del Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti y
del Seminario de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea. Con Alejandro
Higashi coordina el número 23 de la revista América
sin Nombre (2018), dedicado a la «Madurez de la joven poesía mexicana».
Cada domingo comparte sus líneas de investigación en el blog Poesía mexicana
contemporánea.
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