#MujeresEnLaFIL Annie Ernaux, una premio Formentor legítima y valiente | Redacción Bitácora de vuelos


La ganadora de la edición 2019 del galardón compartió su experiencia vital y narrativa en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

La niña que pasó su infancia con la guerra resoplándole al oído, en los campos de Normandía; que vio morir a su padre; que fue educada como perteneciente a una clase social más alta, causándole un sentimiento constante de intromisión y que se vio impelida a vivir de una profesión que no disfrutaba, es la misma Annie Ernaux que ganó por unanimidad el Premio Formentor de las Letras 2019 por su “conciencia y vigorosa voz narrativa, por sus cualidades de observación que expurgan en los recovecos de la conciencia y por su aportación a la riqueza de la lengua francesa”, entre otras razones que enlistó Basilio Baltasar, director del galardón.
Este Premio, a diferencia de otros, destacó Baltasar, “tiene efectos colaterales que afectan directamente a sus editores y a sus traductores, gracias a los cuales los podemos leer en español”: Lydia Vázquez, la traductora de la obra completa de Annie Ernaux al español, y Miguel Lázaro, el editor de Cabaret Voltaire. El Premio Formentor se dedica a fomentar la energía creativa de la imaginación literaria. El jurado, añadió Baltasar, “esmera la calidad de su discernimiento, descarta los caprichos del mercado, la hipnosis del consentimiento general y busca la conciencia artística de lo literario, su tarea es hacer más nítida la diferencia entre redacción y literatura”.
Tal diferencia es evidente en el lenguaje de Ernaux, a decir de su traductora, pues a pesar de que a su escritura se le considera “blanca, neutra o no literaria, como la que usaba para escribir una postal a sus padres, sin ambigüedades”, su escritura presenta grandes dificultades, a tal grado que al terminar de traducir un libro suyo se daba cuenta de que el español vertido en las obras de Ernaux no se parecía en nada al español que la traductora hablaba. Esto es que la estructura literaria particular de la francesa se destilaba incluso al ser traducida a otra lengua. “Cada frase tenía puertas que debía abrir para ver qué había adentro y poder seguir. Cada una de las palabras de Ernaux pesa un kilo, es escogida a conciencia y cada vez me gusta más”, explicó Lydia Vázquez.
Por su parte, la ganadora releyó el texto que ya había leído en el Capitolio de Roma, donde le fue entregado el Premio en mayo de este año, en el que destacó que “empezar por la sensación de ilegitimidad es como tirar del hilo: todo viene seguido, cada elección, la forma y la evolución de una escritura. Para determinar cómo se ha forjado esa impresión de ilegitimidad o, simplemente de no estar en mi sitio, hay que remontar sin duda hasta la infancia, hasta esa entrada en el mundo que nos asigna por casualidad a un país, a una sociedad, una familia. Una infancia que transcurre durante la Segunda Guerra Mundial, entre las privaciones de alimentos y las bombas de los aliados que causaron 20 mil muertes civiles en Normandía”.
Sobre la influencia de su biografía en su obra, Annie Ernaux reconoció que “encontré la brutalidad, la densidad material de aquel primer mundo, cruzado de la mañana a la noche por las voces y las historias de hombres, de mujeres sometidos a la necesidad económica. Todos somos seres atravesados por conflictos”.

Fuente: Prensa FIL 
Fotografía de portada: continuidaddeloslibros.com

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