LLEGUÉ
como el viento;
ese viento que ante el rojo atardecer
me sopla en la mirada.
No hay en la playa bañistas.
Hay
un blanco pez solitario que aún respira,
dibuja las ondas del mar con su cuerpo,
nada en la arena.
Brillantes pieles en racimo ya se
alejan.
Ojos abiertos casi muertos las observan.
La punta de la red es una cuerda negra separando azules.
La noche se dibuja en el vidrio
transparente,
horizontal,
donde barquitos de conchas y caracoles
yacen contenidos.
LA QUEBRADA.
Aún no hay clavado como vuelo en este precipicio.
Hay silueta amarrada que mueve el viento.
Papalote.
Unido a mi ombligo por un hilo transparente.
Qué pequeñita me siento.
Qué diminuta entre tanto azul.
Ya me despido de
este Puerto.
como el viento;
ese viento que ante el rojo atardecer
me sopla en la mirada.
un blanco pez solitario que aún respira,
dibuja las ondas del mar con su cuerpo,
nada en la arena.
Ojos abiertos casi muertos las observan.
La punta de la red es una cuerda negra separando azules.
horizontal,
donde barquitos de conchas y caracoles
yacen contenidos.
Unido a mi ombligo por un hilo transparente.
Qué diminuta entre tanto azul.
Mojada
de sudor;
de andar a pie avenidas,
calles y callejones donde las penas
del día y de la noche
se beben en un tarro de cerveza.
Acuérdate de Acapulco;
sale de las discotecas las cantinas los prostíbulos,
y llega hasta este apartamento de dos cuartos con baño donde he dormido.
El ventilador apagado sigue dando
vueltas.
La hamaca aún se mueve con el viento.
La mochila que guarda mi instrumento de trabajo con su ojo intermitente
atraviesa la puerta roja,
baja la angosta escalera,
tira su nostalgia en el montón de basura que hay en la banqueta
y se aleja.
Es el ruido del mar una senda
interminable.
de sudor;
de andar a pie avenidas,
calles y callejones donde las penas
del día y de la noche
se beben en un tarro de cerveza.
sale de las discotecas las cantinas los prostíbulos,
y llega hasta este apartamento de dos cuartos con baño donde he dormido.
La hamaca aún se mueve con el viento.
La mochila que guarda mi instrumento de trabajo con su ojo intermitente
atraviesa la puerta roja,
baja la angosta escalera,
tira su nostalgia en el montón de basura que hay en la banqueta
y se aleja.
Rosaura Pozos. Una línea de horizonte
(Gobierno del estado de Puebla/Secretaría de Cultura, 2020)
ROSAURA POZOS. Es caminante, fotógrafa, y Licenciada en Ciencias de la Comunicación (Producción Audiovisual) por la UNAM. En 2020 fue premiada por el concurso Letras Confinadas, convocado por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla a través del Programa de Apoyo a Instituciones Estatales de Cultura (AIEC), de la Secretaría de Cultura, y publicó su poemario titulado: Una línea de horizonte. Ha sido beneficiaria de los siguientes programas de apoyo a la cultura y las artes del Gobierno de México: Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales, Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA), Intercambio de Residencias Artísticas (México-Argentina), y Jóvenes Creadores. Durante más de una década trabajó como fotoperiodista. Fue estudiante de Antropología Social en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Para adquirir la publicación escribe al correo: rossfoto26@gmail.com
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