TEXTOS CARDINALES Triada poética de Gertrudis Gómez de Avellaneda


GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA fue una escritora oriunda de Cuba, nacida en Camagüey el 22 de marzo de 1814 y fallecida en Madrid el 1 de febrero de 1873. Permaneció en su país hasta la edad de 22 años, cuando partió con su familia hacia Europa. La primera parte de dicho viaje les permitió conocer Francia, y residieron en la ciudad de Burdeos durante un tiempo. Luego, se mudaron a España, país del cual provenían sus antepasados; vivieron en La Coruña y en Sevilla, donde la poeta comenzó a publicar obras firmadas con el seudónimo La Peregrina, obteniendo una respuesta muy positiva. Tiempo después se trasladó a Madrid, donde editó su primer libro, titulado Poesías. Allí vivió una etapa muy difícil, de enredos amorosos, que la llevó a pensar que sus días como escritora habían acabado. Sin embargo, su mejor momento artístico estaba por llegar, y al poco tiempo recibió sus primeros premios y su fama comenzó a crecer. Algunos de sus libros destacados, además del mencionado anteriormente, son La baronesa de Joux, El donativo del Diablo, El artista barquero y El aura blanca

A Él

No existe lazo ya: todo está roto:
plúgole al cielo así: ¡bendito sea¡
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.

Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
¡nunca, si fuere error, la verdad mire!
Que tantos años de amarguras llenos
trague el olvido: el corazón respire.

Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano...
Mas nunca el labio exhalará un murmullo
para acusar tu proceder tirano.

De graves faltas vengador terrible,
dócil llenaste tu misión: ¿lo ignoras?
No era tuyo el poder que irresistible
postró ante ti mis fuerzas vencedoras.

Quísolo Dios y fue: ¡ gloria a su nombre!
Todo se terminó, recobro aliento:
¡Ángel de las venganzas!, ya eres hombre...
ni amor ni miedo al contemplarte siento.

Cayó tu cetro, se embotó tu espada...
Mas, ¡ay!, cuán triste libertad respiro...
Hice un mundo de ti, que hoy se anonada
y en honda y vasta soledad me miro.

¡Vive dichoso tú! Si en algún día
ves este adiós que te dirijo eterno,
sabe que aún tienes en el alma mía
generoso perdón, cariño tierno.


DESEO DE VENGANZA

¡Del huracán espíritu potente,
rudo como la pena que me agita!
¡Ven, con el tuyo mi furor excita!
¡Ven con tu aliento a enardecer mi mente!

¡Que zumbe el rayo y con fragor reviente,
mientras -cual a hoja seca o flor marchita-
tu fuerte soplo al roble precipita.
roto y deshecho al bramador torrente!

Del alma que te invoca y acompaña,
envidiando tu fuerza destructora,
lanza a la par la confusión extraña.

¡Ven... al dolor que insano la devora
haz suceder tu poderosa saña,
y el llanto seca que cobarde llora!


AL PARTIR

¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.

¡Voy a partir!... La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
Ias velas iza, y pronta a su desvelo
la brisa acude de tu zona ardiente.

¡Adiós!, ¡patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
tu dulce nombre halagará mi oído!

¡Adiós!... Ya cruje la turgente vela...
¡El anda se alza... El buque, estremecido,
Ias olas corta y silencioso vuela!

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