POESÍA Bosque || Claudia Sánchez Cadena


Declarar esto como un acto poético es lo preciso. Como recorrer una colina en el bosque. La belleza de la contemplación del paisaje, hojas y ramas que crujen bajo los pies, la luz que toca puntas de árboles y pequeños montes, respirar aire frío, respirar aire frío de nuevo. Escuchar ecos. Ramas y hojas. Como cuando te tenía en mí, tú debajo de mi cuerpo, tus dedos en mí. Tus cabellos suaves en mi mano. Una mordida, otra mordida. Un crujir de pieles, una cascada hirviendo. El fuego. Ahora todo esto será un poema. Las hojas, la cascada, el crujido, la extrañeza. Toda yo y todo tú. Y el resquebrajamiento del alma. La tristeza de la nítida luz sobre un bosque vacío. El dolor de alejarnos, la tibieza de tus estoicas palabras, tu discurso tan pulcro y escueto. Eso también será poesía. 
 
 
INCENDIO

Quemar un cuerpo tres veces:
sobre la sombra,
junto a un puente,
bajo el sol de mediodía,
como quien toma un paseo para fotografiar el paisaje.
 
Violar un cuerpo tres veces:
dejar una estela infecta,
un profundo olor a hierro
que se deshace bajo el vuelo de los insectos.
 
Seguir el camino,
volver al trabajo en traje gris y sonrisa,
pancarta de las buenas familias;
continuar con la caminata cotidiana,
bajo días azules y esplendorosos.
 
Dejar que la lluvia se lleve todo;
borradura que permea la memoria.
 
Un cuerpo, objeto y trazo inconcluso,
atraviesa nubes altas y transparentes,
un charco sucio de agua,
la flor salvaje en la carretera.
 
Un cuerpo,
este cuerpo inerte camina a casa.
 
 
SEMILLA DE DURAZNO

Una semilla de durazno atraviesa mi garganta,
trazo de un fruto que comienza a pudrirse,
borradura de la vida, de la respiración,
soledad colectiva que sentencia a permanecer en el mundo;
flor que muere sin remedio,
pasto que crece de forma irremediable;
una semilla de durazno se atora en mi tráquea,
si es triste morir sofocada después del atardecer,
lo es más sin canciones vespertinas,
sin esperar más que la muerte.
Esta semilla no crece,
va al fondo,
entre desperdicios,
no germina ni crece como espléndida flor de durazno.
 
 
AGAPANTOS

La última vez que estuvimos juntos,
juntos de verdad,
atravesados por una ciudad que nos vio morir de a poco,
quise comprarte flores;
creí que se llamaban nardos,
flores de aroma venenoso,
la señora me corrigió y dijo:
con una sonrisa casi triste,
“se llaman agapantos”,
y recordé unos enormes dientes de león
suspendidos sobre un monte en Tepoztlán;
los del mercadito eran azules,
no tenían el aroma ni el brillo de los otros,
ni yo el esplendor de nuestro último paseo.
 
No quisiste aquellas flores,
caminaste con tu sombra por otros rumbos,
lo más bello de nosotros fue ahogado por nuestro yo más terrible,
poco a poco extraviamos el aroma de las flores.
 
Me fui a casa, subí a la azotea
y el valle comenzó a perder su verdor,
aún había luces,
una línea imaginaria recortaba el fondo
de un rompecabezas azul muy oscuro.
Todavía no regresabas,
nubes cargadas anidaban en el valle de Oaxaca.
 
Después de la lluvia
nuestros caminos se separaron,
quisimos la blancura de Tepoztlán,
un puñado de flores níveas,
cambiar de sitio y no de casa,
los matices de una ciudad nueva,
nuestra risa invernal.
Sólo quedaron los engañosos nardos
y una ciudad que a mí ya no me gusta tanto.
 
Imagen: Pexels

CLAUDIA MAGDALENA SÁNCHEZ CADENA (Cuernavaca, Morelos). Estudió Letras Hispánicas en la UAEM. Ha impartido talleres de collage y poesía en la Casa de la Ciencia, en el Centro Cultural Quetzalcóatl, en la Casa de la Cultura “General Emiliano Zapata” y en el Centro Cultural Casa Talavera. Se ha desempeñado como correctora de estilo y profesora de Español y Literatura.   Estudió Letras Hispánicas en la UAEM. Ha colaborado con las revistas Liebre de Fuego, Monolito, Tercera Vía, en La raza cómica, el suplemento cultural La Jornada Semanal, Cracken Fanzine, Revista La Otra, Punto en Línea, Enpoli y con Digopalabra.txt. Participó en la antología digital Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra (Bitácora de Vuelos Ediciones, 2015) y en el Encuentro Internacional de Poesía en Milpa Alta 2021. Es autora de los poemarios Árbol de jilgueros (Colección Galaxias, FEDEM, 2018), Agapantos (2019) y Esquirlas (Ojo de Golondrina Editorial & Cuadernos Reciclados, 2021).

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