RESEÑA Los tres días del gorrión, de Luis Miguel Estrada || Mauro Barea

 
En la actualidad, el cuento goza de una excelente salud en la lengua española; no hay más que ver hacia ambos lados del Atlántico y comprobar la altísima calidad en cuanto al cultivo del género se refiere. Hasta hace relativamente poco se solía decir que Latinoamérica lo cultivaba especialmente, pero ya no podría decir lo mismo tras ver en la actualidad cuentistas ibéricos tan talentosos y dedicados como Antonio Tocornal, Cristina Sánchez-Andrade, Antonio Díaz González y Antonio Rómar, por citar algunos. Sometido a segundos planos, relegado del «gran público», el cuento mantiene un protagonismo veleidoso, y con cada lectura de cuentos de elevado nivel, he llegado a la conclusión de que ahí también radica su magia especial.
 
De ambos frentes del océano se está generando una dinámica interesante: los libros de cuentos se están convirtiendo en artefactos poliédricos cuyas historias están fuertemente encadenadas entre sí, trabajando a diferentes planos narrativos; una plasticidad que los narradores están encontrando enriquecedora, pues ya no solo depende de una temática o afinidad para conformar un «libro de relatos o cuentos». Ya sea porque ciertas acciones mantienen resonancia a lo largo de las historias —aparentemente desapegadas entre sí— y generan estos lazos, desde ecos que comunican con sutileza hasta mazazos de un ser gigantesco —como el Bolos—. Tal dinámica puede alcanzar esos niveles donde tenemos la impresión de estar leyendo una novela corta, fragmentada sí, pero con un mensaje que nuestro cerebro en mayor o menor medida vincula entre una o más historias, de acuerdo a lo que quiere su autor.
 
Luis Miguel Estrada pertenece a los cuentistas que apuestan por esos vínculos que van más allá de una temática, y lo deja patente en su obra, sin ningún artificio de ocultamiento. Pocos son los libros de cuentos que he leído últimamente cuya intención clara son historias apenas separadas y fuertemente unidas por su narrador. En Los tres días del gorrión es Beto nuestro guía y quien desnuda a su propia familia —y a sí mismo— en cada una de estas historias y nos deja como lectores en un plano inmensamente ventajoso para poder atestiguar los entresijos en los que esta familia suele moverse: hermandad a prueba de oscuridades, paternidad interrumpida, errores de vida que caen por su propio peso y terminan explotando en estallidos de psique acumulada. Hay luz y oscuridad peleando constantemente en las historias, incluso se fusionan; esa poderosa fuerza también nos impulsa a pasar las páginas.
 
Los tres días del gorrión, con quien mi Kolymá compartió mención honorífica en el 19o Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano demuestra mi punto de que la salud del cuento es muy buena y resguarda celosamente esa magia de la que hablé al principio. Con cada historia nos quedan ganas de saber más, qué está ocurriendo en los segundos planos; y Luis es generoso, nos da lo que queremos en dosis perfectas, en historias que nos llevan de la mano tras el incidente del primer cuento que detona el libro, un suceso que involucra a un inocente pajarillo cargado de una simbología atinadísima y que se queda con nosotros en cada una de las historias subsecuentes.
 
Sin llegar a ser repetitivo jamás, Luis hace y deshace los destinos del mundo que nos presenta, uniendo con maestría, con ese «pegamento» narrativo cuatro cuentos de mediano aliento que se podrían tratar de capítulos de una novela que crece y crece a medida que uno avanza las páginas, pero que, gracias a las convenciones del género, Luis sabe cuándo parar, cuándo pausar y cuándo quitarse el sombrero para despedirse. De buena gana podría haber seguido leyendo más y más historias de la familia de Beto, con la magnética personalidad de su hermano Rubén, la moralista pero no menos interesante Nadia, y el padre que funge como un detonante-catalizador en momentos cumbre y que choca con el propio Beto en un simple viaje por carretera. Así de bien ha hecho su alquimia Luis, que, con un lenguaje certero, manteniendo el corazón de su prosa en la frase logra que avancemos, que nos sorprendamos y que queramos saber más de lo que está pasando con todos sus personajes —prácticamente no hay ninguno que no me guste, y eso es de hacerse notar: desde el inocente Álvaro y el oscuro Fito; el soldado que con una sola y relampagueante aparición basta para que lo recuerde por mucho tiempo, hasta el Sordo, el Bolos y Roca—. Es de esos pocos libros que lamento terminar, y una de las mejores lecturas de este año de copiosas y variadas experiencias. Y digo que el corazón, el nervio de la narrativa de Luis está en la frase, pues ¿cómo una tan sencilla y perversa, tan asesina, «Ahí déjenlo», se puede quedar en nuestra mente, palpitando, generando reacciones y sensaciones? Me sigue erizando la piel mientras escribo esto.
 
Ya lo digo de una vez, hay que seguir de cerca a Luis Miguel Estrada. Y de paso debo decir que me emociona el haber compartido el podio con un grandísimo narrador, sincero y de buenas tablas. Enhorabuena, Luis.
 
Si no pueden obtener el libro en papel —que lo recomiendo, son ediciones muy bellas—, el libro se puede descargar en PDF sin costo en el repositorio de la UAEM.

MAURO BAREA (Cancún, 1981). Narrador y ensayista. Consultor en el documental Entre dos mundos (2012), coproducción con TV UNAM y con difusión de National Geographic. Fue articulista para la revista Pioneros, publicación historiográfica de Quintana Roo (2011-2015). Ganador del Premio de Narrativa Breve del Certamen Jóvenes Creadores 2017 (Ávila, España). Fue incluido en Sureste, antología de cuento contemporáneo de la península (Ficticia, 2017) y Gaceta del Pensamiento le publicó una antología propia de cuento: El gato sobre el féretro (2018). En 2019 publicó su novela Terra incognita (Tandaia) sobre Gonzalo Guerrero y la conquista de Yucatán. Actualmente colabora en las revistas Bitácora de vuelos (México) LO cultural (España) y Carátula, dirigida por Sergio Ramírez. Es miembro del CAL Centro Andaluz de las Letras. Su novela Kolymá (2022) fue distinguida con mención honorífica en el 19o Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano, organizado por la Universidad Autónoma del Estado de México.

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