Reconstruir la lucidez trágica y atormentada del poeta Ángel Escobar Varela || Ronel González Sánchez

De manos de su autor, el doctor en Estudios Hispánicos, poeta y traductor mexicano Julio César Aguilar, actualmente profesor en Baylor University, llega hasta Cuba un ejemplar de la hermosa edición por Puertaabierta Editores de Colima, de la muy valiosa Reconstrucción de Ángel Escobar en la voz de Marina Cultelli (2017), volumen necesario para todo el que aspire a conocer y comprender la vida y la obra de uno de los poetas cubanos más importantes en la historia literaria de la patria de José Martí, y sin dudas una de las voces más singulares de la poesía hispanoamericana: el suicida Ángel Escobar Varela (Guantánamo, 1 de marzo de 1957- Ciudad de la Habana, 14 de febrero de 1997).

Si escribo que Marina Cultelli es egresada de la Escuela Nacional de Artes Dramáticas y licenciada en Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte en Cuba (ISA), que obtuvo el título de Magister en Enseñanza Universitaria, en la Universidad de la República (UDELAR), de Uruguay, donde también cursó una Maestría en Estudios Teatrales, quizás no diga mucho, pero sí develo que la destacada profesora, directora teatral y artista plástica uruguaya Marina Cultelli vivió en Cuba desde finales de la década de 1970 hasta el año 1987, que conoció y conoce muy bien el mundo cultural cubano y que fue la primera esposa del poeta Ángel Escobar, entonces sí entenderemos el porqué de este singular libro en el que nos parece escuchar, entrecruzadas, las voces emocionadas y lúcidas de Marina, su entrevistador Julio César y el poeta autor de Abuso de confianza (1994).

Este breve, pero valioso libro, que deviene en punto de partida para recoger las memorias de quienes estuvieron muy cerca de Ángel, nos aporta de primera mano un conjunto de datos y anécdotas irrecusables para estudiosos, admiradores y lectores de la obra del poeta que puso fin a su estremecedora trayectoria vital arrojándose por el balcón de su apartamento en el vedado habanero el 14 de febrero de 1997, día de San Valentín y del Amor y la amistad en Cuba. 

La obra de Ángel Escobar Varela incluye los poemarios Viejas palabras de uso (1978), Allegro de sonata (1987), La vía pública (1987), Malos pasos (1991), Todavía (1991), Abuso de confianza (1992, 1994), Cuando salí de La Habana (1996, 1997), La sombra del decir (1997, 2003), El examen no ha terminado (1999); el díscolo volumen de narraciones Cuéntame lo que me pasa (1992, 1997) y la pieza teatral Ya nadie saluda al rey, estrenada en 1989 con éxito de público y crítica en Santiago de Chile.

No se puede escribir la historia de la poesía cubana sin contar con una voz tan sólida como la de Escobar, poeta que, aunque considero que las comparaciones en literatura son un verdadero dislate, ha sido equiparado con el cholo universal César Vallejo, por la hondura de los textos que nos legó y por la singularidad de su transgresora escritura, edificada con la minuciosidad del relojero que se vale de un maremágnum de artilugios: guiones largos, corchetes, paréntesis, comas, dos puntos, sobreabundantes elementos serializados, encabalgamientos, frases cortantes, ideas y versos que se quebrantan, construcciones anafóricas, estribillos, preguntas retóricas, onomatopeyas y prosopopeyas, profusos símiles y metáforas, juegos de palabras, inversiones gramaticales, cambios bruscos en el uso de la persona hablante… todo para transmutar y transmitir las potentes y desordenadas energías que pugnaban en un escriba aquejado de una dolorosa e incurable enfermedad.

Si bien los lectores de Escobar ya contábamos con Ángel Escobar: el escogido (Ediciones Unión, La Habana, 2001), compilación de las ponencias presentadas en el homenaje que realizó la Unión de escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en 1998, prologada por Efraín Rodríguez Santana, poeta y amigo de Escobar; habíamos leído la novela La cinta métrica (2011, 2015), del propio Rodríguez Santana, conocíamos el volumen Déjame ser tu orilla, texto homenaje a Escobar, prologado por Rodrigo Leyton y publicado por Ediciones La Cópula, de Chile en 1999 y teníamos el brillante antecedente “Bajo el poderío del lenguaje. Capacidad terapéutica de la poesía en cuatro poetas depresivos y suicidas: Raúl Gómez Jattin, Rodrigo Lira, Ángel Escobar y Julio Inverso”, disertación con la Julio César Aguilar defendió y recibió el grado científico de doctor en Estudios Hispánicos por la Universidad A&M de Texas, en 2014, investigación que incluye un brillante capítulo dedicado a Ángel Escobar, no habíamos podido acceder a un libro como Reconstrucción de Ángel Escobar en la voz de Marina Cultelli (2017), obra que, como decimos los lectores cubanos, es una joyita bibliográfica en este contemporáneo y enrevesado “mundo que se deforma y que se apaga”, al decir del grande Jorge Luis Borges.

En la página 50 del libro de Aguilar, que recomiendo especialmente por la profundidad de las miradas, Marina Cultelli nos deja invaluables apreciaciones como esta: “Ángel vivía imágenes brutales, genialmente escritas, y le importaba un comino que los lectores las entendieran o no correcta, política o racionalmente. No le importaba lo políticamente correcto. Apuntaba a una lógica intuitiva de los sentidos, que se fundaba en el libre albedrío. Comprimido por las trágicas repeticiones didácticas, cognitivamente cultas, Ángel vivía su locura como una liberación mental que provocaba el torrente de palabras, instrumentos del “animal poético” que él decía ser. Deconstruir significaba abolir los códigos establecidos. Los críticos eran aquellos vivos que, creyendo descifrar jeroglíficos, no se dejaban llevar a los infinitos territorios de imágenes mentales que un suicida como él poetizaba, logrando el prodigio de no poder escapar de su influjo. Poesía y política era eso, llevar a la práctica poética el ritual del embrujo, de una seducción vital e inalcanzable que lo frustraba.”

El poeta que escribió “En su lugar”, texto antirracista que aparece en el contundente poemario Cuando salí de La Habana: “Hoy no he querido acompañar a la belleza / al manicomio; pero antes he estado allí. / No hay nada de ella o de él que no conozca. / No tengo por qué demostrarlo; yo soy su testimonio. / No hay esplendor ni oscuridad que no sean míos. / Me llaman mono, monstruo, y Adonis y David / al mismo tiempo; me llamo Ángel y Ariel, / y soy la tempestad y Calibán, la calma y el revuelo / de todo pájaro soñado. Para qué quiero ver un castillo / en medio, al lado o en lo profundo de un lago, / si yo soy el lago y el castillo. Fui yo quien escribió / todos los versos que nos acercan o nos alejan de la tristeza. / Soy yo la gloria de vivir o de morir por puro antojo. / Se han pasado toda la eternidad buscando un testigo, / Y no me han visto a mí.” Ángel Escobar Varela es un autor que merece renovados y nuevos estudios y valoraciones para entender también un poco el nefasto “Período Especial en tiempos de paz” que se vivió en Cuba aproximadamente desde 1991, año del derrumbe de la URSS y del antiguo Campo Socialista, que participó en el exterminio de poetas tan grandes como Ángel Escobar Varela y Raúl Hernández Novas, voces que aún resuenan y duelen como los fuertes golpes en la vida que decía Vallejo.

Invito a los lectores a buscar la obra única y resistente del poeta y a no perderse la Reconstrucción de Ángel Escobar en la voz de Marina Cultelli (2017), que con tanto cuidado nos entregan Colima y Julio César Aguilar, “otro texto sobre otra prueba y otra prueba”, como le hubiera gustado decir al ángel terrible de la poesía cubana.

 

MSC. RONEL GONZÁLEZ SÁNCHEZ. Poeta, narrador y ensayista cubano. San Isidoro de Holguín, 6 de febrero de 2024. (A ocho días del aniversario 27 del suicidio en La Habana de Ángel Escobar Varela).


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