ESCAFANDRA Chernóbil y la nostalgia del desastre | Blanca Vázquez


 
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
Joaquín Sabina

En algún momento Daniela se reencontró con un cúmulo de emociones que le hicieron recorrer su vida y la vida de aquellos que le rodearon en sus diferentes procesos de existencia; así como a ustedes o a mí nos ha llegado a pasar, nos asomamos a múltiples ventanas de nuestra memoria y en muchas ocasiones atisbamos en ellas para rehacernos. La escritora Iliana Olmedo nos concede en su novela Chernóbil (Siglo XXI, 2018), la cual fue merecedora del 15° Premio Internacional de Narrativa 2018 que otorga El Colegio de Sinaloa, la UNAM y la editorial Siglo XXI, la oportunidad de caminar a través de la historia de seres humanos tan cotidianos y por ello tan cercanos a nosotros.
La historia se va entrelazando con recuerdos, pareciera un hilvane entre presente, pasado y a veces un futuro no explícito; la voz de la personaje Daniela nos orilla a un enfrentamiento de nuestra niñez que siempre se ve sujetada a los eventos sociopolíticos y culturales que de una u otra manera impactan en la forma de cómo vemos el mundo. Así Chernóbil no sólo es el título de la novela, sino que se vuelve la mediación simbólica de un espacio geográfico y la vida de una familia que implota ante la presencia y ausencia del padre que es un fiel creyente del bien común a través de la ciencia; pero también explota al igual que esa planta nuclear de la que tanto oímos hablar en 1986, tal vez unos con más detenimiento, otros ni siquiera la tienen guardada como referente.
Hay dentro de la historia una constante correlación a las creencias y cotidianidades de una familia citadina, ahí se ven reflejados los usos y costumbres del deber ser en el espacio privado y público: una madre sesgada en su yo por asumirse como esposa y madre, pero al mismo tiempo una mujer lastimada por esos mandatos culturales y que sin proponérselo va heredando a sus dos hijas Daniela y Paula y a su hijo Rafael pesares y traumas; un hombre que tiene centrado todo en el conocimiento, que vive una paternidad real, pero que persigue ante todo su sueño de lucha en contra de los sistemas yanquis. Aparece también un escenario internacional por una lucha ideológica y de poderío entre las dos grandes potencias que sin duda nos tenían atemorizados: URSS y USA, quizá ese binomio nos hizo resistentes, no tanto como a las amebas o a las cucarachas, mitos o realidades de que el ser humano puede combatir aún en territorios extremos; pero, qué pasa cuando ese territorio no es el físico sino el emocional, un territorio que conlleva al trabajo con la memoria, la cual menciona Honorato de Balzac existen varias: el cuerpo y el espíritu tienen cada uno la suya.
Hay diferentes niveles narrativos que le otorga a los lectores la oportunidad de anticipar los hechos según la emocionalidad particular; Chernóbil, es una fotografía con diferentes exposiciones, oscila temporal y atemporal, así como la protagonista toma sus cámaras fotográficas, la analógica y la automática, y como si fuera obturador mi mente empleó diferentes velocidades evocando marcas, sitios, música, etapas. La escritora logra seducir no sólo por la bien llevada trama sino porque las emociones experimentadas (sé que serán diferentes en cada lector) provocan nostalgia:

Como no he podido escribir a diario, haré un resumen de las últimas semanas. No es que no tenga tiempo, tiempo es lo que hay aquí, es la falta de ganas. Me he dedicado a buscar bichos a las orillas de las ventanas de casa del abuelo. Ya tengo dos catarinas tiesas y una lombriz seca. Les haré un funeral y las enterraré en la maceta grande.

La nostalgia es esa tristeza que se nos revela por algo o alguien que se aleja o se pierde, aquello que hemos guardado en nuestra caja de memoria, eso que nos resulta entrañable o fatídico, sí, la nostalgia que como en las novelas de Siri Hustvedt, nos mueven a múltiples interrogantes que nos llevan a investigar por nuestra propia existencia. Chernóbil hará que quien le lea pase de la angustia a la ansiedad por querer conocer el desenlace, un final que nos lleva a comprender que así es la realidad de la vida, o que quizá nosotros también formamos parte de una trama literaria.
Iliana Olmedo es una maravillosa narradora, pero sobre todo una mujer que comparte su conocimiento en las aulas, una investigadora tenaz y comprometida, una mujer creadora que motiva a seguir trabajando en el extraordinario espacio literario.

Olmedo, Iliana. Chernóbil. México: Siglo XXI, 2018.

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