LAS ACTRICES TAMBIÉN LEEN Un sugar daddy literario | Teresa Muñoz


A Carlos Fuentes (Panamá, 1928) lo vi por primera vez, literal, en la biblioteca familiar, en la contraportada de un libro gordísimo, cuya portada era (es) una pintura de Gironella. En los años sesenta o setenta mi papá estaba en un club de lectura; cuenta que los libros le llegaban por correo, y eran ediciones bastante hermosas de literatura de todo el mundo, así que en casa había varias novelas de autores mexicanos.
Fuentes era un hombre bastante atractivo, tanto que desde entonces se convirtió en lo que ahora mis alumnas de la preparatoria llaman “mi sugar daddy”. Siempre fui muy enamoradiza. Y rara. Cuando en la secundaria me pasaban los chismógrafos, en la parte donde preguntan “¿Quién te gusta?”, adivinen cuál era mi respuesta. Mis amigas me tachaban de ridícula por poner a alguien “que no existe” y mis no amigas se rompían la cabeza tratando de averiguar si Carlos estaba en el “C” o en el “D”.



Carlos Fuentes fue un hombre cuya personalidad trascendía la foto, como lo comprobé muchísimos años después cuando me tocó estar como público en sus conferencias en la FIL Guadalajara.
Terra Nostra sigue ahí en la biblioteca familiar, soportando el peso de una apuesta que nadie se ha propuesto cumplir, pues dice el clamor popular que es necesaria una beca para poder leerlo. Solo conozco dos personas que lo han hecho y por supuesto no son de mi familia.
De todas formas, a partir de esa foto, Fuentes se convirtió en mi escritor y si no iba a leer Terra Nostra, debía leer todo lo demás. Así que en cuanto pude comencé a hacerme de sus libros. El primero y más releído es La muerte de Artemio Cruz. Comprado en esas cómodas ediciones de Lecturas Mexicanas que hacía el FCE. El segundo El tuerto es rey, porque ya estudiaba arte dramático y tenía ese afán de leer todo lo que fuera sobre teatro. Luego Agua quemada, Aura, La región más transparente y así, me fui yendo por los caminos del amor adolescente por el intelectual guapo, rico y cosmopolita, para llegar al gusto adulto por la lectura de un autor que plasma un México que también existe, a pesar de lo que puedan decir en su contra. Si bien él reconoce la influencia que John Dos Passos tiene en su literatura (entre otros; por supuesto, el que esté libre de influencias que tire la primera piedra), no se puede negar que Fuentes tiene su estilo bien definido.


¿Qué lectura he disfrutado más? Es difícil, porque los cuentos tanto de Agua quemada como de Los día enmascarados, fueron leídos, releídos y luego usados en mis clases de literatura una y otra vez; los primeros, porque hacen un relato del México posterior a la fallida Revolución y su conformación de injusticia, pobreza e ignorancia cíclica; los segundos, por lo fantástico, lo surrealista, lo mítico de sus historias; todos, por la estructura narrativa que da una visión diferente del país que ya no tiene que ver en exclusiva con el campo y sus habitantes.
La muerte de Artemio Cruz me atrapó con sus tres narradores, tres tiempos y los doce días de agonía de Artemio, hijo de una violación, caudillo sin ideales claros que supo acomodarse gracias a sus acciones poco honrosas. Artemio simboliza la derrota de la Revolución Mexicana debido, en parte a la crisis moral y ética del pueblo y sus caudillos. Esta novela también me dio una historia de amor apasionado, que puede ser producto de una fantasía, o no; este amor que no se atreve a ser dicho y conlleva al arrepentimiento y a la falsa posibilidad del hubiera. En Fuentes encontramos muchos tiempos que no son los reales y las posibilidades narrativas de la segunda persona que incluyen al lector. Cada vez que la leo, quiero que termine de otra manera, espero que cambie el curso de la narración y suceda mi ideal. Obvio que eso sigue siendo la fantasía de una mujer deslumbrada por la amplitud narrativa, por las posibilidades de la historia y por las diferentes formas de amor que encuentro en la obra de Fuentes.
Como el personaje de Consuelo que trasciende la vida para seguir amando así pasen los años en Aura, quien sigue coincidiendo con su hombre, sin importar si ya fue. Aura utiliza recursos narrativos que anticipan el presente y tienen mucho de cinematográfico. Desde el uso de la segunda persona que de entrada te involucra, te hace creador del destino de los personajes, cómplice principal de la desgracia o alegría, según decida el lector al llegar al final. Aura, novela controvertida sobre la vida que todavía hay en la muerte.
Carlos Fuentes innovó tanto con su escritura como con su vida de escritor: cosmopolita, de los primeros mexicanos en manejar sus obras a través de agentes literarios y pilar de la generación del Boom latinoamericano.
Vuelvo a tener en mis manos el volumen de Terra Nostra, que sigue esperando que alguien de la familia cumpla con la apuesta de ser el primero en leerlo. Tal vez en vacaciones o tal vez Fuentes perdone a esta admiradora la lectura de esas 783 páginas a cambio de las miles y miles que no he dejado de leer de su vasta obra: novela, cuento, ensayo, dramaturgia, crítica, estudio literario, histórico y social. Fuentes murió un mes de mayo, y sí, lloré.


TERESA MUÑOZ. Actriz con formación teatral desde 1986 con Rogelio Luévano, Nora Mannek, Jorge Méndez, Jorge Castillo, entre otros. Trabajó con Abraham Oceransky en 1994 en gira por el Estado de Veracruz con La maravillosa historia de Chiquito Pingüica. Diversas puestas en escena, comerciales y cortometrajes de 1986 a la fecha. Directora de la Escuela de Escritores de la Laguna, de agosto de 2004 a diciembre 2014. Lic. en Idiomas, con especialidad como intérprete traductor. (Centro Universitario Angloamericano de Torreón). Profesora de diversas materias: literatura, gramática, traducción, interpretación, inglés y francés. Escritora y directora de monólogos teatrales. Coordinadora de Literatura y Artes Escénicas de la Biblioteca José Santos Valdés de Gómez Palacio, Dgo.

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