Escribir poesía para
niños no es cosa de juego. Bueno, sí. Hay quienes la viven y la transmiten como
si de un juego se tratara. El libro de poesía para niños Cuna la media luna del maestro y poeta Ramón Iván Suárez Caamal es
un excelente ejemplo de esto. El trabajo del maestro Suárez Caamal fue
galardonado en 2013 por el Instituto Literario de Veracruz como el mejor libro
ilustrado de poesía para niños en un concurso avalado por Conaculta y el INBA, y
que reafirma al poeta de Calkiní (Campeche) como uno de los máximos
representantes de la poesía para niños en el país. «No hay muchos poetas de
este estilo, de eso me di cuenta, ahora ya va floreciendo el género, pero no
como quisiéramos; la poesía para niños suele estar catalogada por debajo de la
tradicional, como si fuera su hermano pequeño, pero tiene su complejidad dentro
de su aparente sencillez», apunta el maestro, mientras toma la palabra y
responde como le ha caracterizado siempre: con la paciencia de un hombre al que
la poesía se le entrega por completo, y que no tiene reparos en seguir siendo el
eterno profesor de varias generaciones, y de las que faltan. Comenta que una
vez le preguntaron cómo decidió escribir poesía para niños. «Empecé a usarlo
como recurso para arrullar a mi hija pequeña, y lo pude lograr encontrando mi
propio niño interior».
Y,
¿cómo logra conectar uno con su niño interior?, las sabias y humildes palabras
de quien compusiera la letra del himno de Quintana Roo, y hoy director de la
Casa Internacional del Escritor de Bacalar responde: «salirnos del
acartonamiento cotidiano, recuperar la capacidad para asombrarnos de cosas como
el amanecer o atardecer, un grillo, un pájaro, la lluvia o un niño jugando, y
preguntarnos cómo podríamos escribir sobre esos detalles, saliéndonos de todo
lo serio y que nos ata a nuestras vidas diarias, como el trabajo».
El
ilustrador, Yhazael Villegas, nos regala pasajes de la infancia a través de sus
trazos y pinceladas en cada poema, que confirma la calidad del trabajo conjunto.
Su trabajo se complementa en cada página del libro, presentado en una edición
de pasta dura, definitivamente de colección.
La producción del maestro es vasta e incluye también libros como Un árbol florece sueños, que también pone de manifiesto que Ramón Iván está lejos de ser un escritor al que le falten las ideas: «uso el insomnio para escribir, puede ser en cualquier hora desde muy de madrugada; y si hay una idea ahí girando en mi cabeza, me paro y la apunto, si no, no puedo conciliar el sueño». Todo esto se ve reflejado en sus páginas: los bellos poemas suelen ser complejos en la sencillez que a los niños les atrae y sin duda serán referente para estas nuevas generaciones no solo del sur del país.
Si
realmente uno quiere reencontrarse con el niño interior, o mostrar a sus
pequeños la sensibilidad que contienen las palabras, Ramón Iván Suárez sin duda
encontró la clave para ayudar a niños y adultos por igual a redescubrir la
tibieza de los rayos del sol, la torpeza de la mosquita boba atrapada en una
telaraña, y cómo hacerle para arrullar a un gato que tiene patas de algodón, o
una cigüeña desvelada. «La literatura, la poesía, las palabras, desde muy
pequeños, nos ayudan a que nuestra vida adulta sea indudablemente más feliz», finaliza
el poeta.
MAURO BAREA (Cancún, 1981). Estudió la Maestría en Creación y Apreciación
Literaria en el IEU Puebla. Finalista en el I Premio Hispania de Novela
Histórica de Madrid y consultor del documental sobre Gonzalo Guerrero Entre dos mundos; publicado en la
antología infantil Mi mejor amigo (Editorial Verbum, Madrid, 2015). Fue articulista para
la Revista Pioneros, publicación historiográfica de Quintana Roo (2011-2015).
Estuvo a cargo de la columna Desde Ninguna Parte para el periódico Quintana Roo Hoy, con temas culturales y sociopolíticos (2015-2016).
Finalista y antologado en el Certamen Relats d' amor del Adjuntament de Constantí (Tarragona, 2017) y finalista
del V Concurso de Microrrelatos del Ateneo de Mairena (Sevilla, 2017).
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