Tal vez el día de hoy me presente con una visión fatalista pero el
fatalismo y la incertidumbre es lo que tenemos a la mano en México. La fiesta
de las graduaciones, los vestidos, el maquillaje, los zapatos, el viaje, los
regalos, muchas veces nos hacen perder el piso. ¡Claro! Se debe festejar la
meta cumplida y el cierre de un periódico en la formación académica. Sin
embargo, lo que diré a continuación, está ligado a lo que llamaremos
"realidad". Y el ejemplo, lo tomo de una de mis mejores amigas, que
llamaré aquí, Adriana.
Adriana terminó los estudios, no con honores, pero sí con mucho esfuerzo. No era de las más aplicadas y siempre tuvo dificultades con las materias llamadas duras. ¿Qué se encontró Adriana, una vez que terminó la universidad?
Adriana terminó los estudios, no con honores, pero sí con mucho esfuerzo. No era de las más aplicadas y siempre tuvo dificultades con las materias llamadas duras. ¿Qué se encontró Adriana, una vez que terminó la universidad?
1. Se presentó a varios lugares y realizó diversas entrevistas,
pero no tenía experiencia.
2. Los salarios que le ofrecían estaban por debajo de su
expectativa. ¡Dónde quedó ese sueldo que le permitiría viajar, vestir bien,
desenvolverse en un nivel más alto de vida?
3. La capacitación tenía que darle un empuje a su carrera. Además,
había desperdiciado mucho tiempo, haciendo como que estudiaba y aprendía.
4. Las empresas, si no ven resultados, te ponen de patitas en la
calle. No tienen corazón y en esta “realidad”, no hay oportunidades como en la
escuela. No es como entregar dos o tres días después un trabajo y que el
maestro lo acepte. En la vida "real", sólo hay una fecha, en caso de
no cumplirla, te vas.
5. En la escuela se hacía la delicada, no le gustaba que le
ordenaran, que le llamaran la atención, que la cuestionaran, que la corrigieran.
Su jefa, es muy estricta, dice, pero sabe lo que hace, es excelente líder, ha
aprendido mucho de ella y, después de tres, es el mejor empleo.
6. El mercado de la competencia laboral es infinito. Si nos vamos
a las estadísticas sabemos que al año se gradúan miles de estudiantes. Como
ella dice: “ahora me doy cuenta que no soy la última coca del refrigerador.”
7. Solía faltar por cualquier cosa, incluso, eran pretexto el
dolor de cabeza y los cólicos. Ahora no puede hacerlo y aunque en verdad se sienta
indispuesta, tiene que cumplir con su trabajo. Su jefa es flexible con la salud
de sus empleadas y, en determinado momento, puede pedir una incapacidad, sin
embargo, se reflejará en su salario. Si falta a su trabajo, es porque hay una
justificación plena, no solamente para saltarse materias o no entregar trabajos.
8. En la universidad, en repetidas ocasiones, dio vuelta a los
problemas con sus responsabilidades y sus calificaciones. En el trabajo, en
cambio, tiene que enfrentar las consecuencias de sus acciones, omisiones u
olvidos.
Como dije, hay un sinfín de situaciones que se presentan una vez
que terminamos la universidad y nuestro título está colgado en una de las
paredes de la casa. Lo que quiero decir, es que quienes aún cursamos la
carrera, debemos aprovechar cada instante, capacitarnos cada vez, aprender a
trabajar en equipo, resolver situaciones bajo presión (una frase que les
encanta hoy a lo jefes). Hacer de nuestro paso por la universidad, la mejor
“simulación” de esa realidad que nos espera y en la cual debemos ser
triunfadores. Porque triunfar, depende exclusivamente, de nosotros.
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