Autora de los poemarios Los clavos de fuego de la noche, Poemas de neurosis y antineurosis, Otra vida y La vampira sacude sus alas, la escritora mexicana Grissel G. Estrada afirma que la poesía, como medio para llegar al conocimiento íntimo de las cosas, crea contubernios, y solo al ser leída en voz alta revela la realidad.
Se escribe para desbordar la propia tiniebla, dice el escritor guatemalteco Luis Cardoza y Aragón (1904-1992): “es mi cuarto oscuro donde me revelo. Me rebelo. El agujero por donde me miro, o es modo de naufragar”. A Grissel G. Estrada (Ciudad de México, 1970) el encuentro con la tiniebla propia le abastece de una voz, un osado timbre de voz inquisitivo, bajo el cual denuda el erotismo y la relación de pareja, columbrando los monstruos y ángeles que median entre ellos.
Especialista en
literatura de tradición oral mexicana y Cervantes, la obra de Estrada incluye
poesía, ensayo, historia oral y novela. A su vocación literaria suma la
pedagógica, siendo actualmente profesora-investigadora de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México y miembro del Sistema Nacional de
Investigadores. En entrevista con Notimex, refiere su temprana incursión
en la escritura, consecuencia de su hábito lector, “durante la adolescencia
había un imperativo interior que me exigía escribir. Como escribió Pound:
‘vienen esas palabritas elfos grises exigiendo un canto’”.
—Como a los 16
años empecé a escribir poesía —relata—. Y así seguí, por impulso, por
necesidad. Toda la ira y la confusión de la adolescencia, todos los deseos
imposibles, todo el amor frustrado empezaron a quedarse ahí, en esas hojas en
blanco, con palabras que eran mías y de algo más dentro de mí que yo no
conocía, pero que se aferraba a salir, de pronto, de forma incomprensiva.
Escribir era un impulso vital que me permitió seguir viva.
Al mediodía de hoy
participará en una mesa de diálogo entre escritores de América Latina, en el
marco del Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de México en el Museo
del Estanquillo; en tanto, el día de mañana en el foro Balún Canán presentará
su último libro La vampira sacude sus alas. Erzsébet
Báthory, escrito bajo la visión de quien hoy se considera —a pesar de los
claroscuros en su biografía teñida de sangre no solo por la crueldad ejercida
sobre sus víctimas, sino también por las intrigas geopolíticas en su contra— la
mayor asesina en la historia de la humanidad.
DISCURRIR LITERARIO
—¿Cómo ha sido su camino literario transitado hasta el momento?
—A los 12 años
escribía cuentos. Era una forma de darle cuerpo a mis deseos, pero también a
mis reflexiones infantiles, por ejemplo, ¿qué sería de un ser humano que
naciera encerrado sin contacto con nadie? En ese momento pensaba que un ser de
ese tipo podía pensar, aunque no hablar; de cualquier forma, mi personaje
terminaba suicidándose. Desde los 16 escribo poemas. Era tan mala escritora que
seguí y seguí intentándolo. Hubo un momento en el cual me sentía tan mala
escritora que rompí todos mis escritos, incluida la historia del hombre que se
suicidó. Ya en la universidad, mis profesores hacían comentarios sobre mi obra.
Evodio Escalante, Hernán Silva y Ramón Córdoba me leían y me corregían. También
me ayudaron a publicar. Gané el Concurso de Poesía UAM 96 y en el 97 obtuve el
segundo lugar en el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta (el primer lugar, por
supuesto, lo obtuvo una buena amiga de un miembro del jurado). En 1999 me mudé
a Oaxaca. Ahí conocí a José Ángel Leyva y comencé a colaborar con la revista
Alforja. Fundé el grupo de teatro de la Universidad Tecnológica de la Mixteca y
entonces empecé a escribir obras de teatro. De hecho, tomé un diplomado de
dramaturgia en Oaxaca, organizado por el INBA y el grupo de teatro Crisol. De
regreso al DF comencé a escribir novela corta, después de un extraño viaje a
Cuba, de esos viajes que cambian tu vida. En 2010 ocurrió otro acontecimiento
que me cimbró: el infame asesinato de mi amiga Alberta Cariño, militante
mixteca, lo cual me llevó a escribir su biografía, de manera ficticia, por
supuesto, o más o menos, por la dificultad de escribir sobre gente viva. Me
costó mucho trabajo escribirla. No podía avanzar 3 líneas sin llorar. Acabo de
terminarla.
En cuanto a
las personas que han apuntalado su quehacer literario destaca a profesores
de la UAM Iztapalapa: "Evodio me recomendó para publicar en el Uno más uno,
y Ramón Córdoba en la revista Ostraco, de la cual él era director, me publicó
muchos escritos, y no solo eso: difundía nuestro trabajo. El concurso de la
UAM, organizado por Marina Martínez me ayudó muchísimo, me abrió puertas.
Después, gracias al apoyo de José Ángel Leyva, mi trabajo ha tenido mayor
difusión. Respecto a los órganos que dan becas y premios, no sé qué decir. Es
cierto que la corrupción en nuestro país se ha infiltrado incluso en
instituciones culturales, pero también es cierto que existen jurados honrados.
La UACM, institución en la que doy clases, también apoya de continuo proyectos
artísticos. Me hace sentir respaldada. También he tenido beca y apoyos Conacyt
para la investigación, actividad que me apasiona. En la actualidad soy miembro
del Sistema Nacional de Investigadores, y el SNI, me consta, exige mucha
calidad y trabajo".
IRA SUBTERRÁNEA, TENEBROSA
A decir de Grissel G. Estrada su poesía
es intimista sobre todo, dado que reflexiona sobre el erotismo y la relación de
pareja, “de los monstruos y ángeles” que vinculan ambos mundos, y todo ello
desde un tono violento, argumenta, “es decir, hay una ira subterránea que
prevalece en los poemas, una ira femenina, contenida, a veces irónica, que se
pregunta y se queja por no entender al otro”.
Pero Estrada
matiza al respecto, porque en la poesía “sobre todo la femenina, no se exponen
los temas —los mismos temas— en este tono. También tengo un tono tenebroso,
terrorífico, tratando de comprender las razones del asesino. Todo se resume en
entender la maldad”.
En cuanto a sus
influencias literarias prefiere referir poetas que han tocado su alma, cambiado
su vida: “Ezra Pound, Sor Juana, García Lorca han sido fundamentales. Su poesía
—al igual que la obra de Cervantes y Shakespeare— revela verdades universales.
Su técnica, que devela una aparente sencillez, pero en realidad es altamente
compleja y rigurosa, te incita a seguir escribiendo. Dice Pound: ‘En vano he
intentado enseñar a mi alma a doblegarse / en vano le he dicho: Hay muchos
cantores más grandes que tú’… Es la neta”.
REFLEXIONES SOBRE LA FUNCIÓN DE LA
POESÍA
“La poesía sirve para ser escuchada
—sentencia Grissel—. La poesía pierde al ser leída en silencio. Y al ser leída
en voz alta revela la realidad. La poesía es un medio para llegar al
conocimiento íntimo de las cosas, esencial, no solo descriptivo. Es sentir
racionalmente. Crea contubernios. Lamentablemente, la poesía está en crisis.
Las nuevas generaciones no entienden la poesía. Y muchos de nosotros, que no
hemos podido superar la Vanguardia, no entendemos la Simplicidad del arte
actual, una especie de conceptismo que nos ha secuestrado la emoción de la
técnica artística. La Simplicidad es el nuevo movimiento artístico, después del
monstruo de la Vanguardia".
En cuanto al papel
que juegan las mujeres en este género literario, Estrada considera que a pesar
de no haber casi problemas para que las mujeres publiquen, “las antologías,
premios y becas siguen siendo mayoritariamente para hombres. En ese sentido, la
poesía escrita por mujeres actual es importante porque saca a colación temas
atrevidos, rebeldes, como lesbianismo, alcoholismo, experiencia sexual. De esta
manera la voz femenina trasciende.”
Aunque habitual e
irracionalmente asociado a un interés privativo de minorías educadas, la poesía
como género literario para Grissel Estrada no escapa al ineludible paso del
tiempo, dado que “hay géneros que desaparecen. Hay épocas en las cuales algún
género literario es más recurrido que otro —como el teatro en el siglo XVI y la
novela en la actualidad. Aunque me atrevo a decir que, como mucha gente escribe
o quiere escribir poesía, habrá poesía para rato. Recuerdo las palabras de Raúl
Zurita durante un recital en Buenos Aires: "Mientras haya dolor en el mundo
habrá poesía".
No obstante,
considera que el verdadero problema que amenaza la pervivencia de este género
es la falta de lectores: “aquí hay un grave problema: en lugar de generar
buenos lectores, se dan becas y premios a escritores. Mientras haya más poetas
que lectores, la poesía está condenada al fracaso. La lectura no se promueve
regalando libros, se promueve generando lectores. Los escritores están más
preocupados en vivir de becas que en generar una gran obra. El Gobierno
"cumple " otorgando dichas becas y premios, pero no le importa la
educación ni la lectura ni el arte en general. El reto sigue siendo el de los
lectores”.
CUATRO CARRIZO
A mi hija, Valeria
Ay, ese silencio que sacude cuando
estás dormida
ese mar en calma que cifra sus deseos
en tu imparable domeñar descalza
a los ríos diferentes a sí mismos cada
instante,
idénticos a ti, a tu palabra aromada
que ronda y construye gigantes hasta en
sueños
—sobre todo en sueños
niña hierba, Cuatro Carrizo nacida,
ombligo de este mundo creado para ti y
tus pergaminos.
¿Recuerdas cuando éramos uno,
y yo era tu casa, tu morada,
pecera solar que abandonaste
para ser aire y elevar tu vuelo,
para
ser otros al levantarse el telón,
incluso aquellos por quienes temo
pronunciar su nombre?
Ah, Cuatro Carrizo,
tan bondadosa que nunca hubo fiebre ni
fracturas
cuando aprendías a ser algo distinto
de lo que mis ruinas eran en el campo
abonado
por la soledad,
mar profundo que no sabe cómo develar tu misterio,
hija,
indómita heredera,
Valerosa y Sana, una y muchas,
por quien regresé otra vez,
de
mi última muerte.
EL ODIO
¿Desde qué clavos,
que rajaron tus manos de niño,
te atreves a juzgarme?
¿Desde una golpiza de tu madre?
¿Desde las ranas mudas de tu
progenitor?
¿Desde la soledad, malinterpretada
protectora?
Porque mi boca asesina aún no prueba ni
un solo trozo de tu carne.
No me vengas con cuentos
y desnúdate.
O EL QUE ENTRE FIERAS ANDA
Dejando apenas ver
tus colmillos entintados con sangre,
soplas a mi rostro y floto:
soy diente de león
esparcida entre el viento.
Mis fragmentos levitan,
cada uno consciente de las yemas de tus
dedos,
hasta que me reconstruyen como
homicida,
incendiaria,
para volver a montarte
al vuelo.
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